Eran horas avanzadas de la mañana. Debo haber dado vueltas en la cama por un par de horas antes de que los rayos solares llegaran a mis párpados a través de las cortinas. Abrí los ojos y miré al techo. Luego, recordé todo lo ocurrido la noche anterior, y aún no podía creerlo. Había salido por primera vez con mi alumna Juliette, y ahora todo era distinto. No reconocí el techo de su alcoba porque la noche anterior todo había estado oscuro, pero ahora empezaba a ponerme ansioso.
Empecé a estirar los brazos y las piernas, pero todo se sentía raro, fuera de lugar. Me di cuenta de que no fue solo el sol lo que me despertó sino también el sonido de agua corriendo. Traté de levantarme pero solo pude mecerme sobre mi espalda. ¿Qué ocurría? ¿Habría sido la falta de sueño de la noche anterior? ¿O algo de cansancio? No me tomó tiempo darme cuenta de que no podía controlar bien mi cuerpo. Pero si podía llegar hasta Juliette... oh, Dios, necesitaba verla. La extrañaba tanto. Tal vez ella lo arreglaría todo.
El agua seguía corriendo con un ruido relajante. Pude oír también a lo lejos una suave música en el aire, alguna melodía de balada pop en voz de una mujer. Luego de unos intentos, logré reincorporarme y ponerme en cuatro. Gateé un poco hasta ver la puerta del baño entreabierta. El agua corriente era sin duda el ruido de la ducha. El pensamiento de ver a Juliette desnuda en la ducha provocó una rara sensación entre mis piernas; creo que simplemente la extrañaba demasiado. Después de todo, era como lo dije la noche anterior, quería estar con ella.
Así que con renovado vigor, empecé a gatear sobre la cama; quería unírmele en la ducha como las demás parejas que había visto en películas y series de TV. Pero conforme empecé a gatear, me di cuenta que algo andaba mal. No debió tomarme más de dos gateos llegar hasta el borde de la cama. El tamaño del colchón definitivamente estaba mal. ¿Qué estaba pasando?
Alcé la cabeza y vi a la lejana ducha. El espacio entre la cama y la regadera parecía como un enorme acantilado. Me quedé ahí, sobre mis manos y rodillas, confuso por unos 10 segundos, y luego volteé a ver la pared. Me vi reflejado en el espejo. Pero ese no era yo, ¿o sí? No podía creerlo. Alcé mi mano y moví la cabeza para asegurarme, luego parpadeé dos o tres veces. Reflejado en el espejo, sobre la cama, no había sino un pequeño bebé completamente desnudo:
Volví a levantar la mano, hipnotizado, y contemplé mi cuerpo presente: era yo una cosa pequeña, bajita y regordeta, cubierta de una piel rosada y pálida. Parecía como un rollo de carne, o un perro Shar Pei, con rollitos de piel esponjosos como llantitas alrededor de mis brazos y piernas.
Mi cara era prácticamente irreconocible, con grandes ojos y cachetes esponjados, y estaba casi calvo, con apenas una suave capa de cabello castaño finísimo. Y sin importar lo espantado que estaba, mi rostro no reflejaba nada del horror que estaba sintiendo. Solo un estupor infantil en mis ojos enormemente abiertos.
Creí que gritaría en ese momento mismo, pero algo en mi cerebro acalló la idea al instante, sabedor quizá de que mis cuerdas vocales podrían ni siquiera responder. Pero de cualquier modo, gritar no fue necesario, ya que un segundo después algo salió por la puerta del baño. Tuve que alzar mi cara instantáneamente tan pronto como vi a mi ángel venir. Ahora más grande que nunca, Juliette salía de la ducha envuelta en una toalla blanca hasta los pechos.
Canturreaba alegremente al compás de la canción en el aire, y me miró sin ningún signo de sorpresa, mientras acababa de envolver su cabello en otra toalla.
—Buenos días, bebé —me dijo, mirándome por medio segundo y luego volteó a verse al espejo.
Asombrado, contemplé a Juliette, mientras terminaba de secarse la cara y las axilas con una toalla de mano. Sin prestar atención a mi situación, sacó algunos cosméticos del tocador y empezó a aplicarse la base de maquillaje en el rostro con una brochita. Yo me quedé en posición de gateo, mirándola en el espejo; seguía canturreando, concentrada en su tarea, pero quizás también me miraba desde el espejo. La idea bastó para calmarme un poco.
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En brazos de mi alumna
RomanceThomas Greer es un joven profesor universitario y toda su vida ha estado solo, pero el entrar en relación con una de sus ex alumnas cambiará su vida para siempre...