La Guerra

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Era una noche tranquila en la casa Loud. La oscuridad cubría Royal Woods, y dentro de la casa, el silencio era absoluto. Cada miembro de la familia dormía profundamente, sumido en sueños que contrastaban con el agotador día que habían vivido. El cansancio era tal que ninguno de ellos se percató de algo importante: Leni no había regresado, obvio que sabemos por que.

No era inusual que Leni llegara tarde, pero esta vez, el cansancio había cegado a la familia, y nadie notó su ausencia, nadie sabia que Leni habia tenido la cita con Samuel por que ella jamas les dijo acerca de la cita. La casa se encontraba en calma, pero esa paz estaba a punto de quebrarse de manera brutal.

Un grupo de jóvenes se movía sigilosamente por las sombras, acercándose a la casa Loud con un propósito claro y siniestro. Sus miradas frías, calculadoras, reflejaban el odio y la sed de venganza que los impulsaba. Armados con pistolas y cuchillos, lograron forzar la cerradura de la puerta sin hacer ruido. Sabían a quién venían a buscar: Lincoln. Pero sus intenciones no se limitaban solo a él; después de acabar con su objetivo, pensaban hacer sufrir a todos los que lo rodeaban.

Mientras recorrían la casa, su andar era lento y metódico. Subieron las escaleras, sus pisadas amortiguadas por el alfombrado, abriendo las puertas de las habitaciones una a una. Veían a las hermanas de Lincoln durmiendo plácidamente, ajenas al peligro que acechaba. En sus mentes, ya planeaban lo que harían con ellas después de cumplir su misión.

Finalmente, uno de ellos llegó al cuarto de Lincoln. Con cuidado, abrió la puerta, encontrando a Lincoln y Lynn profundamente dormidos, abrazados. Era una escena que reflejaba amor y paz, pero para este intruso, era solo una oportunidad perfecta para atacar. Con su cuchillo en mano, se acercó lentamente a la cama, decidido a apuñalar a Lincoln directamente en el corazón.

El chico levantó el cuchillo, preparándose para asestar el golpe mortal, cuando de repente, Lincoln abrió los ojos. Pero esos no eran los ojos de Lincoln; eran los ojos amarillos y penetrantes de Linkpy, brillando con una malicia aterradora. Una sonrisa escalofriante se dibujó en el rostro de Lincoln, y con una voz que envió un escalofrío por la columna del atacante, murmuró:

—Te tardaste mucho.

Antes de que el chico pudiera reaccionar, Lincoln, o mejor dicho, Linkpy, apreto la cola de Omega que sin perder el tiempo al ver que su amo estaban en peligro se lanzó sobre él con una velocidad y brutalidad, el chico intentaria sacara su pistola pata defenderse de las mordidas de Omega pero Lincoln no le dio tiempo de disparar y patearia la mano del chico para poder quitarle el arma. El arma se disparó, pero la bala solo pasó de largo, haciendo eco en toda la casa. Ese sonido rompió el silencio y despertó a todos los que dormían.

Lynn, sobresaltada por el disparo, abrió los ojos justo a tiempo para ver a Lincoln clavando el cuchillo en la cabeza del chico, acabando con su vida en un abrir y cerrar de ojos. La sangre manchaba las sábanas y el suelo, pero Lincoln no mostraba ninguna emoción; sus ojos seguían brillando con esa intensidad inhumana.

En los cuartos contiguos, las hermanas de Lincoln se despertaban, asustadas y confusas por el sonido del disparo. La casa, que había estado en silencio momentos antes, ahora resonaba con el caos. Las puertas de las habitaciones se abrían lentamente, y rostros asustados aparecían en los marcos.

—¿Qué está pasando? —preguntó Lori, su voz llena de pánico mientras se asomaba al pasillo, intentando procesar lo que estaba ocurriendo.

Pero antes de que pudiera salir completamente de su cuarto, la figura de Lincoln y Omega aparecieron en el umbral de la puerta. Solo que no era el Lincoln que conocían. Era Linkpy, quien los miraba con una calma aterradora, sus ojos amarillos centelleando en la penumbra.

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