En lo alto de la torre V, Vox disfrutaba de la tranquilidad, revisando los últimos informes de sus empresas tecnológicas. Todo parecía perfecto en su mundo hasta que, de repente, un sonido inesperado interrumpió su concentración: alguien llamaba a la puerta. Frunció el ceño, molesto por la interrupción.
-¿Quién será a estas horas? -murmuró mientras se levantaba, ajustándose la chaqueta antes de abrir la puerta.
Al abrir, se encontró con nada menos que Lucifer en persona. Su porte majestuoso y siempre intimidante llenaba el umbral. Pero lo que llamó más la atención de Vox fue lo que estaba detrás de él: un pequeño Alastor, no mayor que un niño de seis años, con una mirada curiosa y sin el menor rastro de reconocimiento en sus ojos.
-Lucifer... -Vox saludó con cautela, sin poder apartar la vista del mini-Alastor que lo miraba con algo de desconfianza, pero sin decir nada-. ¿Qué está pasando aquí?
Lucifer esbozó una sonrisa satisfecha, cruzando los brazos.
-Alastor decidió burlarse de mí... por mi estatura.
Vox levantó una ceja incrédulo.
-¿Qué?
-Lo que escuchaste -continuó Lucifer-. Así que lo reduje de tamaño para que aprenda a no mofarse de otros. Y ya que tú eres su... novio -hizo una ligera pausa, midiendo las palabras con evidente diversión-, creo que te corresponde cuidarlo por el momento.
Vox abrió la boca para replicar, pero cerró rápidamente, observando con más detenimiento a Alastor. El rostro de Alastor, ahora en miniatura, no tenía ni rastro de la astucia habitual, ni tampoco parecía reconocerlo. ¿Y cómo podría? Vox se dio cuenta de algo crucial cuando Lucifer añadió:
-Ah, claro, olvidé mencionarlo. No recuerda nada sobre ti ni sobre su vida anterior. Para él, eres solo un desconocido... o, mejor dicho, un nuevo cuidador.
-¿Me estás diciendo que... lo has convertido en un niño sin recuerdos y me lo dejas aquí? -Vox casi rió de lo ridículo que sonaba, pero el gesto complacido de Lucifer indicaba que esto era muy real.
-Exactamente. Diviértete -dijo Lucifer, dándose la vuelta para marcharse sin mirar atrás.
-¡Espera, espera! -Vox extendió una mano, pero Lucifer ya había desaparecido en el aire como una sombra, dejando a Vox con su nuevo "problema" al pie de la puerta.
Alastor, ahora reducido a su pequeña versión, le lanzó una mirada interrogante a Vox, como si no supiera qué hacer ni decir.
-¿Tú eres... el señor que va a cuidarme? -preguntó con voz inocente, muy diferente del tono autoritario y burlón al que Vox estaba acostumbrado.
Vox tragó saliva, intentando procesar lo que acababa de pasar.
-Sí... algo así -respondió mientras cerraba la puerta-. Esto... va a ser más fácil de lo que parece -murmuró para sí mismo, sintiendo que podría manejar la situación.
Esa ilusión de control no duró mucho.
Solo pasaron unos minutos desde que Alastor entró en la torre cuando empezó a explorar, tocando todo, apretando botones en los dispositivos de Vox y haciendo preguntas constantes.
-¿Qué hace este aparato? -preguntó el pequeño Alastor, señalando uno de los paneles de control más sofisticados de Vox.
-Eso no se toca -dijo Vox, pero el niño no le prestó atención y presionó un botón. Inmediatamente, las luces de la torre comenzaron a parpadear, y varias pantallas estallaron en una lluvia de estática.
-¡Alastor! -Vox corrió hacia él, deteniéndolo antes de que pudiera causar más caos. El pequeño Alastor solo lo miró con ojos grandes y brillantes.
-Lo siento, no sabía que hacía eso -se disculpó, aunque había una leve sonrisa en su rostro que le recordó al Vox adulto que esa travesura seguía latente, aunque en un formato mucho más pequeño.
Vox respiró hondo, recordándose a sí mismo que esto no era más que temporal. Solo tenía que aguantar hasta que Lucifer decidiera revertir el hechizo... ¿verdad?
Pero esa esperanza se desvaneció cuando llegó la hora de la comida.
-¡No quiero comer eso! -Alastor empujó su plato con un puchero evidente. Vox, quien había preparado una comida simple, nunca pensó que lidiar con una versión infantil de Alastor sería tan difícil. Se suponía que solo sería cuestión de tiempo, pero entre la destrucción tecnológica y las rabietas a la hora de comer, Vox empezaba a darse cuenta de cuán equivocado estaba.
-¡Esto no puede estar pasando! -exclamó para sí mismo mientras observaba cómo Alastor lanzaba la comida al suelo, riendo con una mezcla de diversión y malicia.
Por primera vez, Vox se dio cuenta de que tal vez, solo tal vez, subestimó lo que significaba cuidar a un mini-Alastor.
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Alastor chiquito - Staticradio
RomanceLucifer llega a la torre V con un Alastor en su versión niño, ahora Vox es quien deberá cuidarlo hasta que se le pase el efecto.