Capítulo: Castigos y Sopa de Demonio

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El aroma a sopa recién hecha llenaba el pequeño departamento. Vox, con una mirada enfocada, vertía con cuidado el caldo en un cuenco humeante. Había preparado una sopa especial con carne de demonio, un platillo que sabía que Alastor disfrutaría debido a su naturaleza y preferencias. Sin embargo, también sabía que sería un poco complicado lograr que el pequeño la comiera después de lo sucedido.

-Aquí tienes, cariño -dijo Vox, colocando el cuenco en la mesa y dándole a Alastor una cuchara-. Necesitas algo nutritivo para recuperar fuerzas.

Alastor estaba sentado en una silla, balanceando sus piernas mientras miraba la sopa con poco entusiasmo. Lo que realmente captaba su atención era una caja de postres que estaba sobre la repisa de la cocina, llamándolo como un dulce tesoro prohibido. Vox notó enseguida la dirección de su mirada y suspiró con resignación.

-Sé que quieres el postre -comentó Vox, arqueando una ceja-. Pero después de haber sido tan imprudente esta mañana y comer esos pasteles quemados... tendrás que esperar.

-¡Pero quiero el postre ahora! -exclamó Alastor, inflando sus mejillas en señal de descontento. El brillo rebelde en sus ojos era claro como el agua.

Vox se inclinó hacia él, mirándolo con una mezcla de firmeza y diversión. Sabía que Alastor podía ser obstinado cuando algo se le metía en la cabeza, pero también sabía cómo manejar esas situaciones. Se acercó un poco más, sujetando suavemente sus manos para detener los manoteos del pequeño demonio.

-Primero la sopa, Alastor. No puedes saltarte la comida principal por los dulces -le dijo Vox con voz suave pero autoritaria.

Alastor, sin embargo, no parecía convencido. Hizo un ligero berrinche, moviendo sus piernas y tratando de apartar sus manos. Vox sonrió ligeramente ante la actitud de Alastor y decidió tomar una medida distinta. Se acercó un poco más y, antes de que Alastor pudiera reaccionar, le dio un beso suave y rápido en los labios.

El pequeño demonio se quedó inmóvil, completamente sorprendido por el gesto. Sus ojos se abrieron de par en par y sus mejillas se tiñeron de un tono carmesí brillante. Vox se apartó un poco, observándolo con una expresión entre divertida y afectuosa.

-¿Qué pasa? -preguntó Vox en un tono juguetón-. ¿No te gustó?

Alastor no pudo encontrar palabras para responder. Solo parpadeó varias veces, procesando lo que había sucedido. Luego, como si el impacto emocional fuera demasiado, bajó la mirada, demasiado avergonzado para mantener contacto visual con Vox.

Vox sonrió, sabiendo que había logrado distraerlo de su berrinche por un momento. Decidió aprovechar la situación.

-Ahora, ¿vas a comer la sopa? -preguntó Vox, acercándole la cuchara.

Alastor frunció el ceño y, aún sonrojado, negó con la cabeza de nuevo. Vox soltó una ligera risa ante la terquedad del pequeño y tomó una decisión drástica.

-Muy bien, parece que tendré que usar mi método especial -dijo Vox con tono de broma, antes de comenzar a atacar al pequeño Alastor con una serie de besos suaves y rápidos en las mejillas y la frente.

-¡No, no, para! -protestó Alastor entre risas y murmullos, tratando de apartar la cara para evitar los besos. Pero su risa traicionaba lo que sus palabras negaban, y Vox aprovechó la oportunidad para seguir adelante con su ataque de afecto.

Vox siguió dándole pequeños besos hasta que Alastor finalmente cedió, riéndose y tratando de recuperar el aliento. Sus mejillas estaban completamente rojas, pero había una sonrisa suave en sus labios.

-Está bien, está bien... me comeré la sopa -dijo Alastor con un tono resignado, aunque no podía ocultar el rastro de diversión en su voz.

Vox sonrió con satisfacción y le soltó las manos, ofreciéndole de nuevo la cuchara. Alastor la tomó con un suspiro dramático, como si estuviera sacrificando algo enorme, y comenzó a comer la sopa lentamente.

Vox lo observó, asegurándose de que realmente comiera y que no estuviera solo jugando con la comida. Cuando se dio cuenta de que Alastor estaba siendo obediente, se sintió aliviado y orgulloso de que su pequeño esposo estuviera dispuesto a confiar en él.

-¿Está buena? -preguntó Vox, manteniendo su tono suave y cariñoso.

Alastor asintió con la cabeza mientras seguía comiendo, aún con las mejillas un poco sonrojadas. Aunque seguía avergonzado por el beso, había algo en la forma en que Vox lo trataba que le daba una sensación de seguridad y calidez.

-Sí, sabe bien... -murmuró Alastor, sin atreverse a levantar la mirada.

Vox se sintió aliviado al escuchar la respuesta y decidió recompensarlo por ser tan valiente.

-Cuando termines toda la sopa, podremos compartir el postre -dijo Vox, dándole un guiño.

Los ojos de Alastor se iluminaron con esa promesa, y comenzó a comer con un poco más de entusiasmo. Vox observó la escena con una sonrisa suave, sintiéndose agradecido por esos momentos simples pero significativos. Sabía que la situación entre ellos no era fácil, especialmente con Alastor en su estado actual, pero esos pequeños momentos de conexión y confianza le recordaban por qué seguía adelante.

Alastor chiquito - StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora