Capítulo 11: Enamoradamente Bath..

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Capítulo 11: Enamoradamente Bath..

Me desperté un poco nerviosa. El pensamiento de que iba a estar una semana a solas con Theo me volvía loca, loca de nervios, loca de impaciencia, y loca de.. ¿Amor?. Esa pregunta era uno de los infinitos dilemas que flotaban en mi interior: ¿Qué era lo que yo sentía por Theo? ¿Era realmente amor, o sólo una fantasía? Y, si era amor... ¿..Sentiría él lo mismo?

...Theo, un chico que conocía hace poco tiempo, y, que sin saber bien cómo, rondaba mi cabeza cada segundo de esos días. Un chico que, no sabía por qué, pero me conocía más que nadie. Un chico que no es mi novio, y que tampoco estaba muy segura de querer que lo fuese.

En 3 meses volvería a Argentina, ¿Qué iba a hacer sin él? ¿Cómo iba a separarme de él? o peor, ¿Cómo iba a olvidarme de él? Esas eran preguntas que pese a que rondaban mi cabeza las 24 horas del día, no era capaz de encontrarles respuesta, o, por lo menos, en ese momento no. Theo me gustaba muchísimo, más de lo que nadie me había gustado nunca, y, pese a que me daba miedo, sabía que me estaba enamorando de él, y eso era malo, muy malo. No quería ni pensar en lo que iba a sufrir cuando nos separásemos. Pero.. ¿Era realmente importarme lo que iba a sufrir? ¿Me la jugaba por él? ¿Era capaz de ser feliz por tres meses, y después nada?.

El rugido de mi estómago interrumpió mis pensamientos y me animó a ir a desayunar. El comedor olía delicioso, una mezcla de pan recién tostado, café y panqueques. Tomé un jugo de frambuesa del mesón, un panqueque con dulce de leche y me senté en una mesita que daba al jardín. Me quedé mirando a la gente que estaba afuera, y, sin que me diese cuenta, ya había pasado una hora y media. Theo llegaba en 15 minutos y yo ni siquiera me había vestido.

Corrí a mi cuarto, me puse un vestido blanco que tenía flores azules bordadas en las mangas, un chaleco a juego y unas sandalias de plataforma. Tomé mi bolso, mi cartera y mi cámara, y salí a la calle.

Me senté en un banquito a esperarlo. A los 5 minutos divisé su camioneta roja doblando la esquina.

-"Hola"-le dije con una sonrisa, mientras abría la puerta trasera para dejar mi bolso.

-"Hola pequeña"-me dijo, mientras me daba un beso en la mejilla. Le sonreí y me senté en el asiento del copiloto.

-"¿Lista para nuestra travesía?"- me preguntó, mientras una sonrisa juguetona se asomaba por su rostro.

-"Siempre lista"- le respondí, aunque no estaba segura de qué tan cierto era eso. La verdad, es que no estaba nada lista, de hecho, estaba nerviosísima, iba a conocer a sus padres, y no éramos nada.. ¿Qué les íbamos a decir?. Theo notó mi cara de terror. -"Hey, ¿Qué pasa?"- me preguntó, con la mirada más dulce que podría existir. -"Nada.. es que... yo... estoy un poco nerviosa, eso es todo.."-le contesté, algo dubitativa. Theo me levantó el mentón con su mano, haciendo que nuestras miradas se encontraran. -"No estés nerviosa, te prometo que lo vas a pasar bien, mis padres no son tan malos como crees"- me dijo, haciendo que una risita nerviosa escapara de mis labios. El problema estaba en que eso no era lo único que me preocupaba: sólo en pensar en la idea de estar a solas con Theo, en un hotel, se me ponía la piel de gallina. Pero eso no se lo iba a decir jamás.

Theo arrancó el auto y mi corazón latió aceleradamente: nuestro viaje por fin estaba comenzando.

Estaba distraída viendo el paisaje cuando sentí su mano buscando la mía, me la tomó y sentí cómo sus dedos acariciaban mi palma. Lo miré y vi que me estaba mirando.

-"No me mires"-le dije, un poco enserio, un poco riéndome

-"¿Por qué no? Eres preciosa"-me respondió, haciendo que me sonrojara notoriamente.

Tras sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora