OLIVER
La mañana se hizo notar en el comedor de Oliver, se desperezó y estiró todos los músculos de su cuerpo, no lo sintió cómo tal, más bien sus cortas patas se estiraron al tiempo que arqueaba su columna vertebral y su pelaje se erizaba. Abrió su boca y sintió su lengua rasposa.
Notó que sus garras se hincaban en la tela del sofá, enganchando un par de sus uñas, se asustó y abrió sus ojos para mirar aquello que le impedía moverse, quiso gritar al ver que sus manos ya no lo eran y que en su lugar tenía patas y zarpas, soltó un maullido que se asemejaba a un gruñido.
Saltó de forma grácil del sofá al suelo, no significó un gran esfuerzo para él, llegó hasta la entrada dónde tenía un espejo junto al perchero y se vio por primera vez reflejado y no supo reaccionar, << ¿un gato se puede desmayar?>>, se preguntó.
Siguió mirándose al espejo, él era un gato y no uno cualquiera, era un siamés de ojos azul claro. Instintivamente empezó a lamer su pata, sintió su lengua rasposa en el pelaje y como este se le enganchaba, se hacía una bola y se la tragaba de forma automática.
Al sentir como pasaba por su garganta quiso toser para expulsarla, lo sintió como algo asqueroso y sin poder parar ese instinto animal volvió a lamerse y esta vez pasó su pata por su cabeza. Su yo humano intentaba racionalizar todos los movimientos que su yo animal hacía, sin llegar a conseguirlo.
Durante la mañana se dedicó a no contrariarse y ver que podía hacer el felino, aún no era capaz de racionalizar lo que le estaba ocurriendo. Su cuerpo era ágil y curioso, aunque él ya sabía lo que había en cada rincón de su apartamento dejó que su yo gatuno husmeara por su casa.
Se subió a todas las alturas posibles, su cuerpo no imprimía fuerza alguna, más bien lo hacía de forma elegante y sin esfuerzo, Oliver se sorprendió de lo poco o nada de implicación que las órdenes del cerebro tenían en su yo animal, este simplemente actuaba de forma curiosa.
<<Primero fui al dormitorio, después el comedor, en el estudio jugueteé con el tapón del bolígrafo y caminé por encima del teclado, la pantalla se accionó al contacto con mis patas, esta seguía tal y como la dejé, en blanco. al caminar presionaba las letras del teclado y estas se reflejaban en la pantalla de forma rápida y sin sentido, mi yo felino ni se inmutó.
Seguí el recorrido hasta llegar a la cocina, olisqueé levantando mi nariz, la percepción de mi olfato era extraordinaria y podía percibir muchos aromas, pero claro siendo un gato, ninguno de ellos me atraía.
Noté el estómago vacío. De un salto subí al mármol de la cocina, allí solo estaban dos de las tres latas de cerveza que dejé la noche anterior, acerqué mi hocico y el olor me pareció de lo más desagradable, seguí caminando hasta llegar al vaso de agua que dejé junto a la botella, estaba semi lleno. Metí mi cabeza y saqué la lengua y bebí hasta saciar mi sed, me asombré de no haber mojado ni tan siquiera los bigotes y eso que he metido toda la cabeza en el interior del vaso.
Me siento sin yo querer, es difícil ver como mi cabeza baja hasta lo que es mi panza, la lamo y con mis dientes mordisqueo mi pelaje. Por lo visto da igual dónde y cuándo sea, toca asearse. De nuevo tengo la sensación de mi lengua rasposa haciendo de peine por mi barriga. Trago el pelo y sin poder parar lo que hago sigo acicalándome, manda mi yo gato, yo simplemente soy un mero espectador de algo a lo que no me paro a pensar ya que sería demasiado aterrador como para racionalizarlo todo en ese instante.
Al acabar salto de nuevo al suelo de la cocina y mis pasos se dirigen hacia mi habitación, de nuevo otro salto me lleva a la cama, es increíble con qué facilidad ejecuto algo tan simple como saltar a cualquier altura, me siento ágil, ligero y no necesito imprimir fuerza alguna en lo que hago.
Camino lentamente sobre la colcha, olisqueo buscando el lugar ideal, me paro y comienzo a mover mis patas delanteras, primero una, luego la otra, es como si estuviera amasando algo, doy dos vueltas sobre aquel lugar y me enrosco.
La habitación se hace pequeña en un par de parpadeos, para quedar completamente en negro.
<< ¡Vale!>>, me digo. Creo que ha llegado el momento, o me duermo o comienzo a ponerme nervioso y a preguntarme todo aquello que sé que no tengo una respuesta lógica y eso me aterra, al final no he tenido que escoger, mi yo gatuno decide dormir y yo no me opongo>>.

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Lady & Marrón
Chick-Lit¿Conseguirán Oliver y Natalia romper la maldición que pesa sobre ellos? Una noche dos desconocidos que viven en el mismo rellano están viendo Lady Halcón, al acabar la emisión de la película ambos formulan la misma frase. Para Oliver es primordial...