La luz del atardecer se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, proyectando sombras danzantes en las paredes. Estaba sentada en el borde de la cama, sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros. La relación con Ryan había cambiado, y no estaba segura de cómo volver a encauzar todo. La tensión había aumentado, sobre todo después de que él se pusiera celoso de John, mi amigo de la infancia.
La conversación que había tenido con Ryan días atrás aún resonaba en mi mente.
—No me gusta que pases tanto tiempo con él —dijo, frunciendo el ceño, como si John fuera el verdadero problema.
—Es solo un amigo, Ryan. No hay nada entre nosotros —le respondí, intentando mantener la calma, pero el tono de mi voz traicionó mi frustración.
—Lo sé, pero los hombres son así. No quiero que te lastimen —me dijo, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de celos y preocupación.
Y así, lo que había comenzado como una simple charla se transformó en una discusión que terminó con una decisión: necesitábamos un tiempo separados, un espacio para reflexionar. Ese día, después de esa conversación, decidí salir a ver a mis amigas, Cathy y Kristen. Necesitaba distraerme, encontrar un respiro en medio de esta tormenta emocional. Nos reunimos en el café de siempre, donde el aroma del café recién hecho y el bullicio de las conversaciones me recordaban que aún había un mundo allá afuera.
—¿Y cómo va todo con Ryan? —preguntó Cathy, mientras removía su bebida. Tenía una forma de abordar los temas difíciles con un tono de broma que, en ocasiones, me irritaba.
—No estoy segura. Hemos tenido algunas tensiones últimamente —respondí, mirando por la ventana. Fuera, las hojas caían, anunciando la llegada del otoño, y yo me sentía tan perdida como esos árboles desnudos.
Kristen, que había estado escuchando con atención, se inclinó hacia adelante.
—Jade, debes tener cuidado. Los hombres son complicados. No sé por qué te aferras a alguien que no parece estar a tu altura —dijo, con un tono serio que hizo que una punzada de incomodidad me atravesara.
—¿Por qué dices eso? Ryan es un buen chico —protesté, aunque en el fondo comenzaba a cuestionarme.
—¿Un buen chico? No lo parece si está celoso de tu amigo. Eso no es una señal de madurez —replicó Cathy.
La conversación se tornó oscura, y cada palabra de mis amigas parecía ser un clavo más en el ataúd de mi relación. Al salir de allí, sentí una mezcla de frustración y tristeza. Caminé hacia casa, sintiendo que cada paso era más pesado que el anterior. La charla había dejado una huella amarga en mi corazón.
Los días pasaron en un susurro de monotonía. Pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en mi habitación, rodeada de cuatro paredes que parecían tragarse mis pensamientos. Las lágrimas brotaban sin previo aviso, arrastrando mis esperanzas hacia un abismo de duda. Una tarde, mientras miraba el techo, mi mente divagó hacia Ryan. ¿Realmente no me quería? Las palabras de mis amigas resonaban en mi mente, ahogándome en un mar de inseguridades. Sin embargo, en el fondo sabía que mis sentimientos hacia él eran reales. ¿Pero los suyos? Esa era la pregunta que me atormentaba.
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Destino
Romance¿Quien dice que una persona que te encuentras un día casual no puede ser el amor de tu vida? O ¿Quien dice que tu vida no esté ya escrita? Al fin y al cabo por muchas personas que entren y salgan de nuestras vidas siempre terminaremos con quien es...