Capitulo 26: Mascaras y Verdades

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La noche de carnavales había llegado, y la emoción en el aire era palpable. La casa de nuestros amigos, Max y Luisa, estaba adornada con luces de colores y serpentinas brillantes. La música sonaba a todo volumen, y los aromas de la comida casera se mezclaban con el aire fresco de la noche. Ryan y yo habíamos decidido disfrazarnos de la dama y el vagabundo, un homenaje a esa película que ambos adorábamos desde pequeños. Yo había pasado la tarde creando un par de orejas de perro con una antigua tela que había encontrado en mi armario, y el resultado había sido adorable.Con las orejas puestas, me miré al espejo una última vez, y una sonrisa se dibujó en mi rostro. "Estoy lista para la fiesta", pensé mientras salía de casa, emocionada por la noche que nos esperaba.

Al llegar a la casa de Ryan, noté que algo no estaba bien. La puerta estaba entreabierta, y dentro, se escuchaba la voz de la televisión en el fondo. 

Llamé suavemente.—¿Ryan? —pregunté, mientras entraba.Lo encontré sentado en el sofá, mirando una serie sin mucho interés. 

Su mirada se iluminó al verme, pero su sonrisa no llegó a sus ojos. 

—¡Mira mis orejas! —dije, moviendo la cabeza de un lado a otro. 

—Son geniales, Jade. Pero... —su expresión cambió, y su voz se tornó seria—. No sé si quiero ir a la fiesta.

—¿Qué? —respondí, con incredulidad—. ¡Hemos estado planeando esto toda la semana!

—Lo sé, pero... simplemente no tengo ganas. No me apetece salir esta noche. Y tampoco quiero estar en un grupo donde creo que te pueden gustar, ya sabes... algunos de ellos —dijo, frunciendo el ceño.

La frustración empezó a burbujear dentro de mí. 

—¿En serio, Ryan? ¿Por eso no quieres ir? ¡Es solo una fiesta! Y tampoco me gusta que lo digas así, no puedes estar celoso de mis amigos.

—No estoy celoso, Jade. Solo no quiero pelear, y me parece que le gustas. —¡No les gusto! Son mis amigos, nada más —respondí, la rabia subiendo por mi cuerpo. 

El corazón me latía con fuerza, y de repente, la idea de pasar la noche en casa de Ryan, viendo televisión, se convirtió en un horror absoluto.

—Simplemente, no me siento cómodo. Y si no quieres venir, no tienes que hacerlo —dijo, desalentado. Fue entonces cuando la frustración se convirtió en furia.

 —¡No puedo creer que estés haciendo esto! No me dejas disfrutar de la vida porque tienes celos. ¡Es ridículo! Con esas palabras, di un portazo y salí de su casa. Las lágrimas amenazaban con asomarse, pero las reprimí con rabia. Decidí asistir a la fiesta sin él, a pesar de que mi corazón seguía apesadumbrado por la discusión.Max y Luisa me recibieron con abrazos y sonrisas, y, a medida que avanzaba la noche, la diversión comenzó a llenar el vacío que había dejado Ryan. Mis amigos estaban disfrazados de todo tipo de personajes; había una unicornio brillante, un ninja oscuro y una bruja de escoba. 

La música sonaba fuerte, y los risas eran contagiosas."¡Tómate otra copa, Jade!" gritó Max, alzando su vaso. La energía de la fiesta me envolvió, y mientras la noche avanzaba, me dejé llevar. Una copa tras otra, el alcohol desinhibía mis pensamientos. Las horas pasaron volando, y aunque mi mente estaba llena de la discusión con Ryan, trataba de disfrutar el momento. 

—¿Estás bien, Jade? —preguntó Luisa, notando mi expresión sombría.

—Sí, solo... estoy pensando en Ryan. Pero no quiero hablar de eso —respondí, tratando de sonar más fuerte de lo que realmente me sentía.La música seguía sonando y, en medio de la fiesta, sentí una punzada de soledad. 

Las risas de mis amigos me rodeaban, pero sentía que una parte de mí estaba vacía. Esa noche, después de unas copas más, perdí la noción del tiempo y dejé de pensar en Ryan.Sin embargo, cuando la fiesta terminó, la realidad volvió a golpearme. Mi teléfono no paraba de vibrar con mensajes de mis amigas, pero de Ryan no había ni rastro. El vacío que había dejado su ausencia me pesaba como una losa. La semana siguiente fue un torbellino de emociones. 

Intenté contactarlo, enviarle mensajes, pero siempre había la misma respuesta: era mejor dejarlo así. Finalmente, una noche, me bloqueó. La sensación de traición y dolor se hizo palpable, y, de repente, todo lo que habíamos construido se desmoronó. "¿Por qué, Ryan? ¡No entiendo!" le escribí una última vez, pero el silencio fue su única respuesta. Pasaron días, y me pasé la mayor parte de la semana encerrada en mi habitación, sintiéndome como un barco a la deriva. Mis amigas trataban de animarme, pero cada intento de consuelo era en vano. "Eres mejor que esto, Jade. Él no te merece", decía Cathy, aunque su voz sonaba cada vez más distante.

Yo solo asentía, pero en mi interior la lucha continuaba. La tristeza se mezclaba con la ira, y no sabía cómo lidiar con el dolor de la separación. El hecho de que Ryan no se hubiera esforzado por buscarme me llenaba de inseguridades. Una semana y media después de la ruptura, recibí un mensaje inesperado. "Jade, podemos hablar? Necesito verte". Mi corazón dio un vuelco. 

Era Ryan. Nos encontramos en un café, y la tensión en el aire era palpable. 

—Lo siento mucho —comenzó, mirándome a los ojos. Su expresión era seria y llena de arrepentimiento. 

—He estado reflexionando sobre lo que pasó y quiero arreglar las cosas. La esperanza brotó en mí, pero la duda seguía acechando.

 —¿Por qué me bloqueaste? Me dolió que no me buscaras en ese tiempo —dije, tratando de mantenerme fuerte.

—Lo sé, y estoy muy arrepentido. Me dejé llevar por los celos, pero no quiero que eso nos destruya —dijo, su voz temblando un poco. 

Lo miré a los ojos, buscando sinceridad, y aunque una parte de mí quería volver a abrir mi corazón, había una sombra de desconfianza.

—Podemos intentar, pero necesito tiempo —le respondí. Él asintió, y en ese momento, decidí que lo intentaría. Sin embargo, el alivio fue breve. Una semana después de que comenzamos a hablar nuevamente, escuché rumores de que Ryan había estado con otra persona durante nuestra separación. La noticia llegó a mis oídos como un rayo, y el dolor se transformó en una rabia insaciable.

—No puede ser. No puede ser —murmuré para mí misma, mientras las lágrimas brotaban de mis ojos. No podía creer que, mientras yo estaba destrozada, él había estado buscando consuelo en otra. Aunque él decía que no éramos oficialmente una pareja en ese tiempo, me sentí traicionada. La ira burbujeaba en mí, y cuando finalmente hablé con él, mi voz estaba llena de frustración.

—¿Por qué no me dijiste nada? —grité, incapaz de contener mis emociones—. ¡Me dejaste para estar con otra persona!

—No era así, Jade. No estábamos juntos en ese momento. No fue una infidelidad

 —intentó explicarme, pero sus palabras no eran más que un eco lejano en mi mente.

—Para mí lo fue. Me dejaste para irte con otra persona. Así que sí, es una traición. ¡Siento que no significaba nada para ti! —su voz resonaba en mi mente, y mi pecho se sentía como si hubiera sido golpeado.

—Lo siento, Jade. Nunca quise que te sintieras así. Quiero que volvamos a estar juntos

 —dijo, su mirada llena de desesperación.

—No puedo simplemente olvidarlo, Ryan. Me duele, me duele mucho —repliqué, sintiendo que las lágrimas amenazaban con derramarse.La discusión se intensificó, y aunque él intentó calmarme, no podía dejar de sentir que había perdido algo irremediablemente. 

Cuando la conversación terminó, una sensación de vacío se instaló en mi corazón. A pesar de sus palabras, la confianza se había quebrado, y las sombras de la traición me perseguían. Volví a casa sintiéndome atrapada entre el amor que aún sentía por él y el dolor de su traición. Mientras miraba por la ventana esa noche, me di cuenta de que el amor no siempre era suficiente. Las cicatrices de la desconfianza y la inseguridad tardarían en sanar, y la batalla entre mis sentimientos y la razón apenas comenzaba. ¿Podríamos realmente volver a empezar? Era una pregunta sin respuesta, y el tiempo diría si podríamos construir algo nuevo.

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