Capitulo 28: Desilusiones

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El sol brillaba intensamente en el cielo cuando Ryan y yo decidimos pasar el día en la playa. Había estado esperando este momento, una escapada de la rutina y un respiro de las tensiones que habíamos enfrentado últimamente. Con la arena dorada y las olas rompiendo suavemente en la orilla, el ambiente era perfecto.


Al llegar, la brisa marina acarició mi piel y un susurro de tranquilidad invadió mi alma.


—Este es el lugar perfecto para olvidarnos de todo— le dije a Ryan, sonriendo mientras extendía mi toalla sobre la arena.


—Sí, lo necesitábamos— respondió él, pasando su mano por su cabello despeinado. Aunque parecía relajado, noté una sombra de preocupación en su mirada. Sabía que estaba lidiando con problemas familiares y económicos, pero en ese momento, decidí dejar eso de lado y disfrutar del día.


Pasamos horas nadando en el mar, jugando con las olas y compartiendo risas. Hicimos castillos de arena y, en un momento de locura, decidimos hacer una competencia para ver quién podía construir el más alto. Los minutos se convirtieron en horas y, antes de darnos cuenta, el sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranja y rosa.


—Este es un día perfecto— dije mientras contemplaba el atardecer. Ryan asintió, pero su mirada seguía perdida en el horizonte.


Después de disfrutar del espectáculo de colores, regresamos a casa con la promesa de ver un partido de fútbol esa noche.


—¿Qué tal si preparo algo rico para cenar? Te haré unos tapers para que puedas comer durante la semana— le propuse, tratando de ayudarlo en lo que pudiera.

—Eso suena genial, Jade. Pero no te preocupes, no es necesario— respondió, aunque sabía que le gustaría.


—Lo haré de todos modos. Quiero que estés bien alimentado— insistí. Quería hacer algo por él, algo que le recordara que estaba ahí, a su lado.


Pasé la tarde cocinando, llenando varios recipientes con sus platos favoritos. Al final, me sentí satisfecha, incluso emocionada de llevarle la comida. Pero, a medida que subía a su casa, el dolor en mis hombros comenzó a hacerse más intenso.


—Esto es lo que hago por amor— pensé mientras subía las escaleras, cada paso se sentía más pesado. Al llegar a la puerta de su casa, toqué con fuerza, esperando que me abriera.


Pasaron los minutos y nadie salió. Volví a golpear, esta vez con más insistencia, pero seguía sin respuesta. Miré mi teléfono, y vi que no había recibido mensajes de él. Decidí llamarle, pero mi corazón se hundió cuando la llamada se fue directamente al buzón de voz.


—¿Qué estará pasando?— murmuré para mí misma, preocupada. Decidí enviarle un mensaje, pero al instante me di cuenta de que no había llegado.

La ansiedad comenzó a apoderarse de mí. Sin poder aguantar más, decidí hablar con uno de sus amigos, Max.


—¿Sabes dónde está Ryan? He estado intentando contactarlo y no responde— le escribí.Max tardó un poco en contestar, y cuando finalmente lo hizo, me confirmó lo que temía.

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