(11) 𝐀𝐆𝐑Í𝐎━━━

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《𝘊𝘐𝘛𝘠 𝘈𝘙𝘊》

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《𝘊𝘐𝘛𝘠 𝘈𝘙𝘊》

El establecimiento era cálido y acogedor, con una decoración que combinaba madera oscura y suaves tonos de crema

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El establecimiento era cálido y acogedor, con una decoración que combinaba madera oscura y suaves tonos de crema. Las luces tenues iluminaban las mesas, creando un ambiente íntimo, mientras el suave murmullo de las conversaciones llenaba el aire. El aroma del café recién hecho se entrelazaba con el de los pasteles horneados, haciendo que el lugar se sintiera aún más hogareño. Miraba mis manos para entretenerme un poco, sintiendo la suavidad de mi piel y el ligero temblor de mis dedos.

—Y bien, Yami-chan, ¿tienes algo que decirme? —dijo la voz grave del hombre que tenía al frente mientras sorbía su café.

—Bueno... No te conozco de nada, pero... —respondí, sintiéndome algo dudosa y moviendo mis manos sobre mi regazo.

Levanté mi mirada para mirarlo. Él era un hombre de cabello blanco y desordenado que resaltaba con el contraste de su chaqueta oscura. Sus ojos, ocultos tras unas gafas oscuras, tenían un brillo intrigante, como si escondieran un mundo de secretos. A pesar de su apariencia relajada, había una seguridad en su postura que era innegablemente atractiva.

—Me llamo Gojo Satoru. Así no seré un completo desconocido para ti —dijo, dejando la taza a un lado y formando una imagen casi infantil de él, con una sonrisa despreocupada.

—Etto... ¿Usted es del clan Gojo? —dije, mirándolo a los ojos, o mejor dicho, a sus gafas.

Antes de que pudiera decir algo, posé mis manos sobre la mesa, juntando mis dedos y entrelazándolos nerviosamente.

—Por favor, protégeme, Gojo-sama —dije, mirándolo con una expresión suplicante.

Sus ojos detrás de las gafas se abrieron un poco, sorprendidos por la sinceridad de mis palabras. Por un momento, el ambiente cálido del establecimiento se tornó más denso, como si mis súplicas hubieran creado un lazo invisible entre nosotros. La intensidad de la situación hizo que mi corazón latiera con fuerza, esperando su respuesta.

Él me miró, agachando un poco la cabeza, dejando a la vista unos hermosos ojos zafiro, mientras una sonrisa juguetona se asomaba en su rostro.

—Claro, como el más poderoso, es mi deber —dijo, moviendo su pelo con un aire de alarde.

—Pero quería preguntarte si tú fuiste causante de...

—No —le interrumpí, sabiendo de qué hablaba o, mejor dicho, de quién. El recuerdo del hombre del clan Zen'in me inundó, y no quería revivir ese momento.

Él se inclinó un poco más hacia mí, con una expresión curiosa.

—Entiendo. Pero me gustaría saber qué sucedió exactamente —dijo, sus ojos fijos en mí, esperando que hablara.

Respiré hondo, recordando aquel oscuro episodio.

—Ese hombre entró a nuestra casa con intenciones de hacer daño. Mi tío, Ryu, intentó protegerme. Yo me quedé en mi habitación, temiendo lo peor. Cuando finalmente salí, lo encontré. El hombre había asesinado a mi tío, con una katana atravesada en su cabeza. Era un espectáculo horrendo. Corrí todo lo que pude, pero él me alcanzó. Solo cuando estaba a punto de matarme, tomó una de mis navajas, y... se acabó desmembrado.

Él frunció el ceño, comprendiendo la gravedad de mis palabras.

—Y por eso necesito tu ayuda, Gojo-sama. Quiero asegurarme de que nada así vuelva a sucederme.—Dije mirandolo con determinación en mis ojos.

—Bueno, te voy a proponer algo, así que piénsalo bien —dijo mirándome con seriedad.

—La escuela de hechicería ha decidido tener tu custodia y serás alumna de la escuela de hechicería. Además, irás a una escuela regular —añadió con entusiasmo.

—Eso no es proponer —le respondí, mirándolo con diversión en mis ojos—. Es la mejor noticia que me han podido dar.

Su risa resonó en el cálido ambiente del establecimiento, y sentí una oleada de alivio y emoción al escuchar esas palabras. La posibilidad de tener un futuro, de poder aprender y vivir de manera normal, era un rayo de esperanza que necesitaba desesperadamente.

—Entonces, ¿es un sí? —preguntó, sonriendo ampliamente mientras tomaba un sorbo de su café.

—¡Por supuesto! —exclamé, incapaz de contener mi alegría—. ¡Quiero ser parte de eso!

—Perfecto. Pero recuerda, no será fácil. Tendrás que entrenar y aprender mucho. Aún así, estoy seguro de que serás capaz de enfrentar cualquier desafío que se presente —dijo, su expresión volviéndose más seria.




Salí del establecimiento sintiendo la brisa fría de enero, y por un momento, pensé que quizás mi cumpleaños no lo pasaría tan mal.

—¿Y dónde estás viviendo? —preguntó, mirándome con atención.

—En el Hotel Estrella del Amanecer —respondí mientras jugueteaba con el regalo que tenía entre mis bolsillos de mi chaqueta, el pequeño obsequio que Renji me había dado.

—Te acompañaré, así sabré dónde buscarte. —dijo, con una expresión decidida—. En dos días quiero que estés preparada, ¿okey?

Asentí, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. La idea de tener un nuevo comienzo, de poder entrenar y aprender en la escuela de hechicería, era abrumadora, pero al mismo tiempo, me llenaba de esperanza.

—Entendido —contesté, sintiendo cómo una sonrisa se dibujaba en mis labios—. Estoy lista para lo que venga.

Mientras caminábamos juntos, el viento soplaba suavemente, trayendo consigo la promesa de un futuro diferente. A medida que avanzábamos, sentía que el peso de mi pasado comenzaba a desvanecerse, reemplazado por la posibilidad de nuevas experiencias y amistades.

Llegamos a la entrada del hotel y me giré para hacer una pequeña reverencia.

—Adiós, Gojo-sama —dije, incorporándome con una sonrisa.

Él sostenía su teléfono, y de repente me hizo una foto. Lo miré un poco extrañada, sin saber qué pensar. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, se acercó a mí rápidamente y presionó el botón, haciendo que el flash me sorprendiera y cerrara los ojos.

—Adiós, pequeña Yami —dijo mientras comenzaba a alejarse, jugueteando con su teléfono móvil, con una sonrisa en el rostro.

Mientras lo observaba alejarse, sentí una extraña mezcla de emoción y curiosidad. Nunca pensé que mi vida podría cambiar tan drásticamente en un solo día.



Me senté en mi cama, suspirando mientras me quitaba la ropa, una prenda a la vez. Saqué el regalo de Renji, que había olvidado revisar en la recepción; seguramente su turno había terminado. Al desenvolver el paquete, mis ojos brillaron al revelar un teléfono móvil plegable, decorado de manera encantadora.

El dispositivo era de un hermoso color rosa, cubierto con pegatinas de Hello Kitty que le daban un toque divertido y dulce. La funda también era rosada, con un acabado suave que se sentía agradable al tacto. Era un regalo perfecto, y la idea de poder comunicarme con Renji me llenaba de alegría.

Dentro de la caja, encontré una hoja de papel doblada que contenía un mensaje que me hizo sonreír:

♥ 𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐧ú𝐦𝐞𝐫𝐨. ¡𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐞𝐚ñ𝐨𝐬, 𝐫𝐨𝐣𝐢𝐭𝐚! 𝟎𝟎𝟎-𝟐𝟒𝟑-𝟐𝟑𝟒. ♥

Marqué el número de teléfono rápidamente y lo posé en mi oreja, esperando a que respondiera. El sonido del tono de llamada resonaba en mi cabeza; cada timbre aumentaba mi nerviosismo y emoción. Finalmente, después de unos momentos, una voz familiar y cálida contestó.

—¿Hola? —dijo Renji, con su tono despreocupado que siempre me hacía sentir a gusto.

—¡Hola, Renji! Soy yo, Yami —respondí, intentando que mi voz sonara tranquila a pesar de la emoción que burbujeaba dentro de mí.

—¡Yami! ¡Qué bueno que llamaste! —dijo él, y pude imaginar la sonrisa en su rostro. —¿Te gustó el regalo?

—¡Me encantó! Es perfecto, gracias —exclamé, sintiendo una oleada de gratitud.

—Me alegra escuchar eso. ¿Cómo ha ido tu día hasta ahora? —preguntó, mostrando un genuino interés.

—Ha sido... interesante. Conocí a alguien, y bueno, me propusieron algo que cambiará mi vida —dije, sin poder contener una risa nerviosa.

—¿De verdad? Cuéntame más, estoy ansioso por saber —respondió, con un tono que me hizo sentir como si realmente le importara.

—Oh, y por cierto, ¿cuánto te costó el teléfono? Quiero devolverte el dinero —dije, recordando que era justo y necesario.

Renji se rió suavemente. —No te preocupes por eso. Es un regalo, así que no tienes que devolverme nada. Solo quiero que lo disfrutes.

—Pero, Renji, realmente quiero saber cuánto fue. No puedo aceptar un regalo así sin al menos ofrecerte algo a cambio —insistí, sintiéndome un poco incómoda.

—Está bien, si insistes. Fue solo un poco menos de lo que piensas. Pero realmente, lo importante es que lo uses y que te haga feliz —dijo, suavizando mi preocupación.

Y así, mientras la noche avanzaba, compartí con él la historia de mi encuentro con Gojo-Sama y cómo todo parecía estar tomando un rumbo nuevo en mi vida. Su apoyo y sus palabras alentadoras me llenaron de confianza, y su risa resonaba a través del teléfono, haciéndome sentir que no estaba sola,  me hacía sentir, querida.

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⏰ Última actualización: 15 hours ago ⏰

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