Yami abrió sus ojos rojos, parpadeando mientras se incorporaba lentamente. Se dio cuenta de que ya no vestía su ropa de entrenamiento, sino un camisón nuevo. El camisón era de un color suave, decorado con la imagen de un gato de dibujos animados que Yami no reconocía, pero que tenía un lazo rojo en la oreja y una expresión curiosamente simple. Aunque no sabía quién era ese gato, la prenda era cómoda y tenía un aire infantil que la sorprendió.
Miró hacia abajo y notó que también llevaba ropa interior nueva. Las bragas eran blancas con un estampado de pequeñas cerezas rojas, y los bordes estaban decorados con encajes delicados. A juego, llevaba un sujetador tipo top, también blanco con cerezas y encajes. Aunque era un conjunto modesto, adecuado para alguien de su edad, el hecho de que alguien más la hubiera cambiado mientras dormía la inquietó.
Yami frunció el ceño, algo confusa. La única persona con la que vivía era su tío Ryu. ¿Él la había cambiado mientras dormía? La idea la incomodó, pero no tenía tiempo para darle vueltas.
Con una sensación de renovación, se levantó de la cama y caminó con pasos decididos hacia el salón. Allí, encontró a su tío Ryu en la cocina, concentrado en amasar lo que parecía ser una masa para cocinar. La visión de él trabajando con tanta energía en algo tan cotidiano casi la hizo olvidar su inquietud.
