Bajo la superficie.

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La noche había caído en la ciudad como una cortina de misterio y secretos. Las luces de los edificios titilaban en el horizonte, reflejándose en los autos que pasaban veloces por las avenidas, como si la ciudad intentara esconder sus sombras bajo un falso resplandor.

Alessia Grant ajustó su chaqueta de cuero y respiró hondo antes de entrar a la escena del crimen. Un equipo de policías ya estaba en la bodega abandonada, iluminada por luces de emergencia y rodeada por las cintas amarillas que delimitaban el área. Alessia, una detective en la unidad de crímenes especiales, no era de las que fácilmente se dejaba impresionar, pero algo en el ambiente se sentía diferente, como si ese lugar escondiera algo más que armas robadas.

-¿Qué tenemos aquí? -preguntó mientras se acercaba a su compañero, un agente alto y robusto llamado Miller.

-Es grande, Alessia -contestó él en voz baja, con un tono sombrío-. Alguien entró y se llevó un cargamento completo de armas de alta tecnología. Esas cosas no se venden en cualquier tienda.

Alessia frunció el ceño. La mercancía desaparecida no era cualquier tipo de armamento; era equipo militar de última generación. Sabía que solo alguien con poder e influencia podía conseguirlo... o robarlo.

-¿Algún testigo? -preguntó mientras inspeccionaba la zona, buscando cualquier detalle que pudiera haber pasado desapercibido.

-Nadie vio nada, como siempre. Pero encontramos esto... -dijo Miller, entregándole una tarjeta negra con las iniciales "J.K." grabadas en un dorado elegante.

Alessia sintió un escalofrío mientras sostenía la tarjeta. No había nada más en ella, ningún número de contacto ni nombre completo, solo esas dos letras que parecían gritarle al alma.

-¿Sabes a quién pertenece? -preguntó, aunque su instinto le decía que estaba frente a una pista peligrosa.

-No oficialmente, pero hay rumores... -Miller bajó la voz, inclinándose hacia ella-. Dicen que hay un tipo llamado Jeon Jungkook, un fantasma en el bajo mundo. Es dueño de clubes, negocios y, según algunos, maneja una red de tráfico que se extiende por todo el país. Pero nunca hemos podido encontrar suficiente para atraparlo. Este tipo es escurridizo, pero también letal.

El nombre resonó en la mente de Alessia. Jeon Jungkook. Era como una leyenda en el mundo criminal, alguien de quien muchos hablaban pero pocos habían visto. Tomó nota mental de investigar más tarde sobre él y se guardó la tarjeta en el bolsillo interior de su chaqueta.

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Esa misma noche, después de dejar la escena del crimen, Alessia sentía que la tensión en su mente no disminuía. Decidió dirigirse al bar "Whisper", un lugar famoso entre la élite de la ciudad y los personajes más enigmáticos. No era un sitio habitual para ella, pero algo en su instinto la llevó allí, como si una fuerza desconocida la guiara hacia la respuesta de sus preguntas.

El bar era oscuro, iluminado con luces tenues que le daban un aire de exclusividad y misterio. Alessia se acomodó en la barra y pidió un whisky. Mientras esperaba su bebida, sacó su libreta y comenzó a revisar sus notas del caso. Estaba tan concentrada que no notó la mirada fija de un hombre en la esquina del bar.

Él la observaba con atención, como si tratara de descifrar cada detalle de su expresión, cada línea de su rostro. Vestía de negro, con un estilo que combinaba elegancia y peligro. Su mirada era intensa, y el aura que lo rodeaba era tan cautivadora como intimidante. Era Jungkook, aunque Alessia no lo sabía.

Después de un rato, él decidió acercarse. Caminó hacia la barra con una confianza que dejaba claro que estaba acostumbrado a salirse con la suya. Se apoyó en la barra junto a ella y pidió una bebida, llamando la atención de Alessia con su voz profunda y suave.

Bajo la mirada del peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora