𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨.

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“Los ojos no saben guardar secretos”

El sonido de su teléfono sonando hizo que Sae abandonara su sueño

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El sonido de su teléfono sonando hizo que Sae abandonara su sueño. Fastidiado, se sentó en el colchón y comenzó a buscar su celular; movió las sábanas, desesperado por el molesto tono de llamada que resonaba en la habitación como un eco insistente. Al final, lo encontró debajo de la cama ¿Cuándo lo había dejado allí? Sin más, lo tomó y soltó un bufido al ver que se trataba de su mánager.

—Bueno.—Dijo luego de contestar el teléfono, tratando de ocultar su irritación.

—¡¿Por qué demonios tardas tanto en contestar?!.—Aquel grito hizo doler su tímpano. Sae solo suspiró; apenas había despertado y ya estaban dañando su humor.

—Eso no te incumbe,Yoichi.—Frunció el ceño. ¿Cuándo le había dado el derecho al mocoso de hablarle así?.

—¡Te desapareciste casi un día entero, claro que me incumbe!.—Podía jurar que al otro lado de la línea el azabache estaba batiendo sus manos, enojado—Fui incluso a tu casa y ni siquiera Rin sabía dónde estabas.

—¿Fuiste a mi departamento?.—Musitó para sí mismo y observó el lugar en donde estaba.

Oh, Sae había olvidado que pasó la tarde y parte de la noche en el departamento de Shidou.

—Sí.—Respondió; al parecer, Isagi logró escucharlo—Rin está preocupado.

Claro que no creía eso; Rin era quien más disfrutaba la soledad en casa, o mejor dicho, que él no estuviera presente.

—Como sea, al menos fuiste a ver a mi hermano, te diste ese gusto.—El otro calló por un momento; Sae pudo deducir que se había avergonzado.

—No digas eso... fui porque me preocupaba por ti.—La voz ajena tartamudeaba, y Sae podía imaginar la expresión de su rostro.—Además, que no contestaras sugería demasiadas cosas.

—Pues en mi historial no tengo ninguna llamada tuya; para mí que cuando me marcaste ni siquiera esperaste el correo de voz, colgaste y saliste corriendo a mi departamento.—Mencionó tranquilo mientras observaba su teléfono, que aún mostraba la pantalla iluminada—Qué vaga excusa para ver a mi hermano.

—¡No me cambies el tema!.—De nuevo su oído dolió. ¿Por qué Yoichi era tan... gritón?.

—Está bien, no hablaré más de tu enamoramiento con Rin.—Pudo oír un chasquido de lengua al otro lado.—Mejor dime, ¿para qué me necesitabas?.

—Tienes una sesión mañana al mediodía.—Anunció sin rodeos; era claro que él era el más feliz en dejar de lado el tema anterior.

Sae solo suspiró; rogaba para que no fuera nada con poca ropa. Mostrar todas las marcas en su piel sería un problema, no porque aparecieran en las fotos, eso se arreglaría con maquillaje, el lío era la vergüenza por la que pasaría y, obviamente, rumores. La idea de tener que lidiar con miradas curiosas y comentarios malintencionados le desagradaba.

Más que deseo ||Ryusae||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora