Agustín está decidido a conquistar a Gala, su compañera de universidad, pero hay un problema: no tiene idea de cómo hacerlo. Por eso le pide ayuda a su amiga karime, para que escriba unas cartas en su nombre.
Lo que comienza como un favor inocente s...
Karime se encontraba en su cuarto, sentada frente a su escritorio, con una hoja en blanco y un bolígrafo entre sus dedos. Había pasado varios días desde su almuerzo con Gala y Brigitte, y aunque cada vez se sentía más cómoda en su cercanía, hoy se enfrentaba al verdadero propósito de todo: escribir la primera carta para que Agustín pudiera conquistar a Gala.
Había intentado empezar en varias ocasiones, pero cada vez que lo hacía, sentía que algo faltaba. Recordaba lo que Gala había dicho sobre no querer ser un trofeo, y en el fondo sabía que las palabras frívolas que normalmente podría usar con facilidad no funcionaban con ella. Gala no era como otras personas, y para ella, el amor no era algo que pudiera tomarse a la ligera.
Karime suspiró, frustrada. Tenía que escribir algo sincero, algo que sonara auténtico. Pero ¿cómo transmitir los sentimientos de Agustín, cuando ella misma estaba comenzando a sentir amistad por Gala? Sabía que no podía dejarse llevar. Gala solo era un medio, un paso hacia su objetivo, se repetía mentalmente.
Respiró hondo, cerró los ojos y, después de una pausa, comenzó a escribir. Imaginó lo que le gustaría decirle si estuviera en el lugar de Agustín y de alguna manera intentó entrelazar la imagen que tenía de él con lo que Gala podría querer leer. Las palabras fluyeron lentamente al principio, pero luego empezó a encontrar el ritmo:
Querida Gala:
No sé si alguna vez notarás esto, pero necesitaba decírtelo, aunque sea en un papel. Desde que llegaste, mi vida ha sido un caos de emociones. Siempre he tenido claro lo que quiero, pero contigo... todo es diferente. Eres como una llama que no puedo acercarme sin quemarme, y aún así, algo en mí quiere arriesgarse.
No puedo prometerte que soy perfecto, porque sé que no lo soy, pero quiero intentarlo. Quiero ser alguien que esté a la altura de lo que buscas, de lo que necesitas, aunque eso signifique cambiar. Sé que eres alguien que lucha por lo que cree y que nunca cede a presiones. Es algo que admiro profundamente de ti. No pretendo que caigas en mis brazos, solo que me des una oportunidad de demostrarte que puedo ser más de lo que ves.
Tu indiferencia me hizo querer conocerte realmente. Y ahora, no sé si lo que siento es una simple atracción o algo que nunca había experimentado antes. Quizá no soy bueno con las palabras, pero espero que puedas ver algo de verdad en lo que digo. Tal vez, de alguna forma, puedas darme una oportunidad.
Con amor Agus
Karime se detuvo y leyó la carta. Mientras las palabras se fijaban en el papel, sintió un nudo en el estómago. La carta sonaba honesta, incluso ella podía creer que Agustín sentía aquello por Gala, aunque en el fondo sabía que sus propias emociones se habían filtrado, se intentó convencer que ninguna de esas palabras venía de ella.
Intentó convencerse de que Gala nunca sabría quién estaba realmente detrás de esas líneas, que para ella solo sería Agustín quien se estaba abriendo. Sin embargo, la verdad era que cada palabra era una pequeña revelación de lo que Karime empezaba a sentir. Aunque aún se negaba a admitirlo, esa carta era un puente entre ellos dos.
Al día siguiente, durante un descanso, entregó la carta a Agustín, quien la leyó rápidamente, sonriendo con satisfacción.
—Perfecto, Karime. Esto funcionará —dijo, dándole una palmada en el hombro antes de irse.
Karime lo observó alejarse, sintiéndose dividida. Una parte de ella deseaba que Gala entendiera el mensaje, que viera la vulnerabilidad que esas palabras mostraban. Pero también sabía que, si eso sucedía, los sentimientos que esas palabras probocavan no serían para ella, sino para Agustín. Era una idea que no había anticipado y que la llenaba de una inexplicable tristeza.
Esa noche, Karime se fue a dormir con el corazón inquieto, consciente de que, con cada carta, se adentraría en un terreno del que no sabía si saldría ilesa.
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