Gala estaba en su habitación, mordiéndose el labio mientras sostenía el teléfono. No había logrado concentrarse en toda la tarde, y su mente seguía atrapada en la revelación de Agustín. La idea de que Karime, su amiga, hubiera estado detrás de las cartas sin decirle nada la confundía y le dolía. No podía decidir si sentía enojo, tristeza o decepción, así que, finalmente, buscó la única voz que siempre le había dado claridad.
—¿Krista? —susurró cuando su hermana respondió—. ¿Podemos hablar?
Unos minutos después, Krista estaba en la habitación de Gala, sentada en la cama mientras escuchaba atentamente. Gala le explicó toda la situación: cómo había recibido las cartas de Agustín, cómo se había acercado a Karime, y cómo había creído en esa amistad sincera que ahora parecía teñida de secretos. Cuando terminó, se quedó en silencio, mirando a Krista con ojos llenos de incertidumbre.
—¿Qué debo hacer, Kris? —preguntó finalmente—. Siento que me falló, pero también… también siento que estoy siendo injusta. Me importaba mucho nuestra amistad.
Krista le dio una palmadita en el hombro y se tomó unos segundos para responder.
—Entiendo que estés dolida, y es lógico que te sientas traicionada —comenzó, mirándola con calma—, pero a veces las personas tienen razones más complejas para hacer lo que hacen. Tal vez Karime tenía inseguridades o miedo de no ser aceptada. No tienes que perdonarla inmediatamente, pero sí pienso que hablar con ella sería mejor que simplemente cortar todo.
Gala asintió, pero antes de que pudiera decir algo más, Krista añadió:
—Y otra cosa, hermanita. Si de verdad quieres poner fin a algo, que sea con Agustín. Él no tiene derecho a decidir sobre tus relaciones ni a hacerte sentir confundida. Si Karime de verdad te importa, dale la oportunidad de explicarse.
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Mientras tanto, Agustín estaba en el estacionamiento, claramente molesto. Desde que Gala se había alejado de él con esa frialdad, su orgullo estaba herido, y sabía que solo había una persona responsable: Karime. No tardó en encontrarla, caminando hacia la salida con la mirada perdida en sus propios pensamientos.
—¡Karime! —exclamó, haciendo que ella se detuviera y lo mirara sorprendida.
—¿Agustín? —respondió, intentando disimular el nerviosismo en su voz.
Él avanzó hasta ponerse frente a ella, con el rostro endurecido.
—¿Estás feliz? Gracias a ti, Gala quiere alejarse de mí —espetó, su tono lleno de resentimiento—. ¿No se suponía que estabas ayudándome? Ahora todo lo arruinaste.
Karime sintió una punzada de culpa, pero respiró hondo y trató de mantener la calma.
—Agustín, te dije que ya no quería continuar. No estaba bien engañarla… ni a mí misma.
—¿Engañarte a ti misma? ¡Por favor! —exclamó, rodando los ojos—. Todo este tiempo has estado jugando a ser la amiga perfecta, y mírate. No eres más que una hipócrita.
Antes de que Karime pudiera responder, alguien apareció a su lado: Miguel. Él había oído parte de la discusión, y sin pensarlo dos veces, intervino.
—Ya basta, Agustín. Si alguien fue hipócrita aquí, ese fuiste tú —dijo Miguel con firmeza, mirando a Agustín directamente a los ojos—. Karime solo intentó ayudarte, y ahora le reclamas por tus propios errores.
Agustín frunció el ceño, molesto por la intromisión de Miguel.
—¿Y tú qué sabes? Esto no es asunto tuyo —replicó, pero Miguel se mantuvo firme.
—Sí lo es, porque Karime es mi amiga. Y no voy a dejar que la culpes cuando sabes perfectamente que esta situación se descontroló por tus propios actos.
Agustín lo miró, sintiéndose acorralado, pero no respondió. Sin más, dio media vuelta y se alejó, dejándolos solos.
Karime miró a Miguel, tratando de contener las lágrimas.
—Gracias, Miguel. No sabía que te importarías tanto —dijo, con una sonrisa débil.
Miguel le dio una palmada en el hombro y le dedicó una sonrisa cálida.
—Siempre. Y mira, sé que esto te duele, pero no todo está perdido. Si Gala te importa, tal vez debas hablar con ella y explicarle todo. No va a ser fácil, pero a veces, las amistades más fuertes son las que pasan por momentos complicados.
Karime asintió, sintiendo una chispa de esperanza. Las palabras de Miguel le devolvieron algo de claridad, y sintió que tal vez, solo tal vez, podría enmendar la situación.
—¿Y qué hago si no quiere escucharme? —preguntó en voz baja.
Miguel sonrió y encogió los hombros.
—Dale tiempo, pero no te rindas. Sabes que Gala también tiene su lado testarudo, y que con el tiempo, verá que fuiste honesta.
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Esa noche, Krista y Miguel hablaron de la situación mientras tomaban un café. Ambos estaban preocupados por su hermana/amiga, y no podían evitar ver el potencial en esa relación, aunque las chicas aún no fueran conscientes de lo que sentían realmente.
—¿Te das cuenta de que Gala y Karime podrían ser algo más? —dijo Krista, sonriendo con picardía.
Miguel asintió, divertido.
—Lo he notado. Gala tiene una forma especial de iluminarse cuando habla de Karime. No es solo una amistad; hay algo más, pero aún no lo ven.
Krista rio y se cruzó de brazos.
—Tenemos que hacer algo. No puede ser que las dos se alejen justo ahora que empezaban a ser tan cercanas. A veces solo hace falta un pequeño empujón.
Miguel asintió, su expresión se llenó de entusiasmo.
—¿Entonces nos convertimos en cupidos? Sería divertido ver cómo reaccionan.
—Exacto. Solo unos pequeños gestos aquí y allá, nada demasiado obvio —dijo Krista, pensando en sus próximos movimientos.
Ambos rieron, emocionados con la idea. No sabían exactamente cómo lo harían, pero tenían claro que harían todo lo posible por ayudar a que Gala y Karime arreglaran sus problemas y se dieran cuenta de lo que realmente sentían.
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Nuevo capítulo faltan pocos para terminar
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Cartas para Tres
FanfictionAgustín está decidido a conquistar a Gala, su compañera de universidad, pero hay un problema: no tiene idea de cómo hacerlo. Por eso le pide ayuda a su amiga karime, para que escriba unas cartas en su nombre. Lo que comienza como un favor inocente s...