1. Prólogo

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DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.

DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.

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Es curioso cómo se desarrollan muchas historias de amor. Todas inician en un momento dado, a veces de manera inesperada, y puede que algunas terminen acabando de igual modo. Sin embargo, a la larga aprendemos que las grandes historias de amor, aquellas donde el amor es sincero y verdadero, son las que nunca terminan. Estas son las que empiezan en un momento, tan sólo un instante capaz de cambiar la propia existencia. No importa cuán fugaz sea, ese instante puede llegar a convertirse en una eternidad.

A veces un solo cruce de miradas puede detener el tiempo, un suave sonrojo puede cautivar en su significado o una dulce sonrisa puede acelerar los latidos del corazón para quedarse indeleblemente grabadas en nuestra mente.

Así sucede cuando dos almas se quedan entrelazadas desde la primera vez que se ven, se pierden la una en la otra, y aun cuando las circunstancias parecen estar en su contra, siempre hallan una manera de volverse a encontrar.

Todos conocen el inicio de esta historia, la cual comienza en un Año Nuevo, en un barco en altamar, donde sólo las estrellas y la Luna fueron testigos de cómo las almas de un par de adolescentes se reconocieron, cómo un encuentro de miradas inició un viaje sin retorno que fue capaz de cambiar la vida de cada uno de ellos...

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RMS Mauretania, en algún lugar en medio del Océano Atlántico

31 de diciembre de 1912 (a minutos de iniciar Año Nuevo)

Soplaba un viento muy fuerte esa noche, capaz de elevar el mar como grandes montañas de ira en forma de agua salada, que aterrizaba turbulenta e implacable en la armadura del barco, y despedía de esa agitada manera los pocos minutos que faltaban para llegar a la medianoche.

Al mismo tiempo, una espesa y fría bruma había invadido la cubierta de primera clase del trasatlántico, dejando tras de sí un ambiente aún más helado que el que se sentía hacia sólo horas. No era algo poco usual, considerando la época del año y el lugar, pero era un gran contraste con la euforia que se vivía en el salón principal por la celebración de Año Nuevo. Era peculiar como en el interior se podía sentir tanta emoción de los presentes, y como en el exterior, el ambiente parecía asemejarse tanto al propio estado de ánimo de cierto joven castaño que estaba apoyado en la baranda, mirando perdidamente hacia el horizonte.

Sí, Terrence G. Grandchester era el único que se encontraba en cubierta, solo y sin ningún tipo de expectativa o ilusión ante la idea de iniciar otro año. ¿Qué motivos tendría para querer estar en esa tonta fiesta que se celebraba en el gran salón? Ciertamente, ninguna razón que valiera la pena, no había nada que celebrar para él. ¡Le daba igual esa fiesta!

¿Cómo podría él estar de humor para soportar las risas, las conversaciones y la algarabía de los demás? ¿Cómo podría él fingir alegría cuando lo que sentía en ese momento era todo lo contrario a estar feliz?

Se sentía tan... tan herido... tan decepcionado de todo.

¿Compañía? ¿Para qué quería compañía ahora? El constante sonido del mar en movimiento y sus pensamientos eran su única compañía, ya no le quedaba nada más.

DESEOS DE AÑO NUEVODonde viven las historias. Descúbrelo ahora