9. Bella Durmiente

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DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.

DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.

Hogar de Pony, Illinois

01 de enero de 1920

La señorita Pony y la hermana María no paraban de mirarse entre ellas a cada momento, ambas eran un reflejo similar de la completa preocupación que sentían en esos instantes de angustiante espera, donde los segundos pasaban, y seguían mucho más intranquilas que antes, conteniendo lo mejor que podían todo el nudo de emociones que se oprimía en sus corazones.

Tanto ellas como Jimmy se encontraban esperando a que el Dr. Martin saliera de la habitación de Candy con nuevas noticias de su estado. Todos habían pasado la noche más larga de sus vidas, llenas de zozobra luego de lo que había sucedido en las últimas horas...

Justo después que vieran desaparecer el automóvil de Candy hacia la casa del Sr. Cartwright con ella y Jimmy dentro, las dos mujeres entraron de nuevo al Hogar y decidieron quedarse esperando en la sala hasta que su hija volviera.

Se dispusieron a hacer simples tareas como remendar ropas para los niños nuevos o tejer frazadas para las noches de frío que seguro se avecinaban. No obstante, a pesar que trataron de concentrarse en esas sencillas labores, no se les había podido quitar esa sensación de inquietud que las embargaba desde que vieron a Candy y Jimmy alejarse en el carro. Sus corazones de madres tenían un mal presentimiento, que lamentablemente, se hacía aún más grande con cada minuto que pasaba.

Los desesperados toques de la puerta las alertaron de una eventualidad, sin embargo, aún mayor fue su alarma en cuanto abrieron y vieron a Jimmy enteramente cubierto de nieve. Las buenas mujeres contuvieron el aliento casi al mismo tiempo al verlo temblando y llevando en sus brazos a una inconsciente Candy.

Se pusieron a un lado de la puerta y sin perder más tiempo, Jimmy continuó cargando a la joven en sus brazos directo hacia su habitación. En cuanto la dejó sobre su cama, finalmente pudo dejarse caer sobre el pequeño sillón de junto, completamente agotado. Con la respiración entrecortada, el joven sólo se quedó mirando a Candy sin decir ni una sola palabra.

—¡Dios Santo, Jimmy! ¿Qué pasó? — exclamó llena de angustia, la normalmente calmada Hermana María.

—Ahora no, hermana. ¡Después aclararemos todo! — habló la señorita Pony tratando de sonar firme, aun cuando su voz temblaba. —Lleve a Jimmy a un cuarto de visitas y dele ropa para que cambie esas prendas mojadas que tiene. ¡No vaya ser que le dé una neumonía!

Después de tomar un gran respiro para tratar de reunir toda la tranquilidad que podía, terminó por añadir:

—Luego vaya a la cocina y sírvale una taza de chocolate bien caliente. Yo cambiaré a Candy mientras tanto.

Sin perder más tiempo, la hermana María llevó a un renuente Jimmy a un cuarto de visitas para darle ropas secas. El muchacho no hizo más que recibirlas con la mirada vacía, otra vez negándose a emitir al menos una palabra.

Poniéndose la ropa, sólo podía revivir en su memoria una y otra vez lo acontecido en el accidente. Lo último que llegó a escuchar de Candy sobre que todo estaba muy frío, era lo estaba sintiendo él mismo, percibía como un frío estremecimiento de miedo recorría todo su cuerpo, haciendo que su respiración se acelerara y un profundo pesar se instaurara en su pecho. No dejaba de rogarle al Cielo que la jefa estuviera bien, no podría perdonarse si ella terminaba mal en todo esto. Apenas terminó, la hermana llegó a ofrecerle la taza de chocolate caliente que él tomó casi sin ganas.

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