5. Deseo de Candy - Parte 02

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DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.

DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.

Hogar de Pony, Illinois

31 de diciembre de 1919

Cuando hubo terminado de leer el cuento, todos los niños que continuaban despiertos ya sentían sus párpados pesados y se dejaban invadir por el sueño. Lo cierto era que la historia sí había resultado ser la mezcla de todo lo que pidieron: acción, magia y romance. Aunque Candy lo había embellecido un poco, al final todos los niños quedaron satisfechos.

Haciendo la última ronda por las camas, para acomodar las mantas de los pequeños, creyó que todos estaban dormidos hasta que llegó a la cama de Lizzy. A pesar que todavía estaba despierta, la pequeña parecía a punto de dormirse. Candy se acercó, le acomodó las mantas, le dio un cálido beso en la frente y luego se paró para irse.

—¿Candy?— la suave voz de Lizzy la llamó, haciendo que Candy volviera rápidamente a su lado.

—¿Qué sucede, Lizzy?— contestó tiernamente.

Aun cuando la niña tenía los ojos cerrados, siguió hablando suavemente.

—Tú ya lo encontraste, ¿verdad?

—¿Encontrar?— Candy contrajo sus cejas, muy confundida. —¿Encontrar qué?

Los pequeños ojos azules de Lizzy se abrieron para mirarla fijamente.

—Pues a tu príncipe azul, como el del cuento. — añadió con una sonrisa soñadora, como si fuera la respuesta más obvia del mundo. —He notado como cada vez que piensas en él tus ojos brillan de manera especial.

Un jadeo de sorpresa escapó de los labios de Candy, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir furiosamente en su pecho. Miró sorprendida a la niña, sin saber exactamente qué responder. Sus hombros se habían tensado, pareciendo tener apretado cada uno de los músculos de su cuerpo. Sinceramente, eso sí que no se lo esperaba.

—Es esa persona que te enseñó a amar las obras de Shakespeare, ¿verdad?— continuó preguntando Lizzy, un tanto adormilada, reprimiendo un bostezo. —Dime como es él, Candy. Por favor, quiero saber cómo es tu príncipe azul.

Es curioso como a veces los niños son capaces de sacar las verdades que los adultos desean mantener más ocultas, aun sin que ellos se den cuenta. Candy estaba en un gran debate consigo misma, luchando contra el impulso de salir corriendo hacia la puerta en ese mismo instante. Sin embargo, después de un rato de lucha, al fin pudo relajar los hombros, suspirando profundamente. En vez de huir como tanto le rogaba su mente, sólo miró con dulzura a la niña y se sentó a su lado.

Sabía que no podría ocultarle esto, pero... ¿cómo empezar?

Aunque trataba de buscar las palabras exactas para describirlo, parecía no poder ser capaz de encontrarlas. Todo esto involucraba revivir memorias... recordar... ¡Por Dios! Ella nunca lo había olvidado.

Una chispa de añoranza llenó sus hermosos ojos verdes, mientras sentía como un profundo peso en su pecho se hacía cada vez más doloroso. Siempre estaba presente en ella, de alguna u otra forma, manteniéndose firmemente clavado en su corazón. Soltando un débil suspiro, finalmente pudo hablar:

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