III. Vecinos

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Nota: Esta historia fue escrita hace un par de años, por lo tanto las relaciones entre los personajes (recuerden que aquí siempre hablamos de pixeles) pueden no reflejar la de los streamers en la actualidad, decidí dejarlo así por la fidelidad a la historia tal como se escribió.

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La casa no estaba en malas condiciones, pero si necesitaba una que otra reparación, se puso manos a la obra, pensando también en que debía conseguir un empleo, que quizás no lo necesitaba de inmediato, pero aunque sus ahorros le permitieran vivir de forma decente (y hubiera puesto algo en inversiones seguras por consejo de alguien confiable) eso no significaba que fuera a tirarse todo el día a ver el techo.

Hablar por teléfono con su amigo del cuerpo policiaco solo lo hacía deprimirse cuando le decía que tenía que irse porque tenían una redada, investigación, juicio, lo que fuera.

Se dio cuenta de que no todos los materiales que necesitaba los tenían disponibles en la ferretería, pero todo mundo estaba siendo excesivamente amable con él, así que el encargado se ofreció a llevarle todo una vez llegase el pedido que realizó a la ciudad.

—Esta casa es una joya— Reborn se sintió mal de que el dueño de la ferretería y su esposa estuvieran parados en su entrada con cajas llenas de las cosas que pidió, se apresuró a ayudarles.

—No hay cuidado guapo, estamos acostumbrados a hacer entregas— le sonrió ella, quien enseguida le pidió tutearla y decirle Ari —entre vecinos hay que ayudarnos— aseguró, bajando una de las cajas, sacudiéndose las manos.

— ¿Viven por aquí? — preguntó Reborn, extrañado de no haber visto antes su camioneta por los alrededores.

—No, pero una vez te mudas a este pueblo, todos somos vecinos— le sonrió el hombre de lentes.

—Si necesitas algo puedes llamar a la ferretería, a la estética o a nuestra casa— comentó la mujer de forma alegre —los tres números están en el directorio—

—Búscanos en la G, Guarnizo, no hay otros en el pueblo— continuó él, acomodándose los lentes, pasándole la última caja.

—No como que se repitan mucho los nombres y apellidos del directorio— rio ella.

El hombre les agradeció, ofreciéndoles al menos un vaso de agua, pero el matrimonio debía seguir entregando encargos.

— ¡Qué guapa!— al ir de salida Ari vio la foto de Julia.

—Era mi esposa—

—Lo siento mucho— ella parecía apenada de haber preguntado por la forma en la que Reborn pronunció el "era".

—No te preocupes— respondió el hombre de forma seca.

— ¿Qué tal los vecinos? — interrumpió Juan, queriendo cortar el momento incómodo.

—Los sigo esperando— intentó bromear Reborn, viendo al resto de las casas del bloque.

—Menos mal pareces un hombre valiente...— rio nervioso Guarnizo, mirando de reojo a la casa de al lado.

— ¿Qué...?—

—En marcha Juan Guarnizo, que prometiste que iríamos a cenar a ese lugar bonito en la carretera— la mujer lo empujó hacia la camioneta con ambas manos, despidiéndose a las carreras del hombre, haciendo sonar el motor, que parecía atronador en el silencio de aquella calle.

Esa noche Reborn bajó al Centro a comprar algo para cenar, llevándoselo a casa, una vez estuvo situado frente a una silla vacía se preguntó si sería demasiado tonto desearle en voz alta un feliz aniversario a Julia, era ya el tercero que pasaba sin ella y le aterraba estar olvidando su voz.

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