El Misterio de la Doncella del Conde VIII

81 6 1
                                    

Todo el cuerpo de Paula tembló cuando el sonido chirriante cortó el aire de la noche.

Apenas tuvo tiempo de gritar cuando sus piernas se rindieron y cayó hacia atrás. El repentino impacto contra el suelo la dejó sin aliento y la sumió momentáneamente en la oscuridad.

Cuando sus ojos se abrieron de nuevo, su corazón latía aceleradamente, tan fuerte que parecía resonar en sus oídos. El dolor latía en cada parte de su cuerpo, pero se obligó a sentarse, tratando de entender lo que acababa de suceder. Un orbe de luz cegadora parpadeó frente a ella, obligándola a protegerse la cara con la mano. Entrecerrando los ojos para protegerse del brillo, apenas pudo distinguir la silueta de una figura que se acercaba a través del resplandor.

A medida que la figura se acercaba, Paula se quedó sin aliento y abrió mucho los ojos al reconocerla.

—¿Por qué estás aquí...? —La voz de Ethan estaba llena de incredulidad.

A Paula se le encogió el pecho y su mente se puso a trabajar a toda velocidad. Ethan, de entre todas las personas. No esperaba verlo allí. Miró más allá de él y notó la fuente de la luz cegadora: un auto estacionado a unos pocos metros de distancia, con las luces delanteras encendidas. Detrás de Ethan había un hombre al que no reconoció, observándola con expresión perpleja.

Sus ojos iban de un lado a otro, buscando su bolso. Encontró el asa y la agarró con fuerza, poniéndose de pie.

Necesitaba escapar. No podía quedarse allí.

Pero justo cuando ella se giraba para irse, la mano de Ethan se disparó y la agarró del brazo.

"¿Estás bien?"

Su voz estaba cargada de preocupación, pero Paula se estremeció ante el toque y liberó su brazo de un tirón.

—¡Suéltame! —le espetó, dando varios pasos hacia atrás. Vio que la sorpresa se reflejaba en el rostro de Ethan, que se quedó paralizado y su expresión se endureció.

Al darse cuenta de lo dura que había sonado, a Paula se le aceleró el pulso. No estaba pensando con claridad.

Ella necesitaba seguir moviéndose.

—Lo siento —murmuró rápidamente, con voz temblorosa—. Tengo que irme. Solo... sigue tu camino.

—¿A dónde vas? —insistió Ethan, frunciendo el ceño mientras daba un paso más cerca.

A Paula se le cortó la respiración y, por instinto, retrocedió de nuevo, apretando con más fuerza el asa del bolso. Estaba preparada para defenderse si era necesario.

"Mi señora."

—¡No te acerques más! —gritó con voz temblorosa de miedo.

Ethan se detuvo y escrutó su rostro con la mirada. Ella podía ver confusión mezclada con creciente preocupación en su mirada. Él no entendía lo que estaba sucediendo y ella no tenía tiempo para explicarlo. Tenía que seguir adelante.

—Por favor... aléjate —la voz de Paula se quebró mientras daba otro paso tembloroso hacia atrás.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tienes tanto miedo? —preguntó Ethan, con voz más suave pero con un matiz de urgencia. Sus ojos permanecieron fijos en los de ella.

Paula tragó saliva con fuerza y ​​sus pensamientos se aceleraron. No tenía tiempo para preguntas. Cada segundo que pasaba allí se sentía como un riesgo, un posible retraso que podría costarle todo.

—¿Por qué estás aquí a esta hora? —preguntó ella con dureza, desesperada por desviar sus preguntas.

"¿No deberías estar yendo a algún lado?"

La doncella Secreta del Conde (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora