La doncella Secreta del Conde (Novela)

La llegada de la estrella a la familia del conde IV

Paula se quedó congelada en el centro del pasillo, con el cuerpo rígido por la tensión.

Lucas apareció junto a ella, con una suave sonrisa en los labios. Extendió la mano y la rodeó por la cintura, en una invitación silenciosa. La sorpresa se reflejó en sus rasgos cuando la atrajo hacia sí. Las preguntas no formuladas nublaron sus ojos.

"Levanta la cabeza."

"¿Sí?"

Lucas rió suavemente mientras Paula asintió.

"Relájate. Sigue mi ejemplo".

"Sí."

Pronto, una nueva pieza clásica llenó el aire.

Su cuerpo se tensó aún más ante la orden susurrada de relajarse. Sus pies, vacilantes al principio, comenzaron a moverse en respuesta a su orden. Poco a poco, se fue moviendo con cautela y ella se fue acercando poco a poco.

Él imitaba su ritmo, sus pasos un poco más lentos, pero Paula lo seguía con entusiasmo. Después de unos pocos movimientos, la dificultad inicial del baile desapareció. El ritmo de la música latía a través de ella, una ola que subía y bajaba. Impresionado por su capacidad para seguir el ritmo, Lucas asintió con aprobación. Una sonrisa confiada floreció en el rostro de ella mientras imitaba sus movimientos.

Entonces, una mancha traicionera en el suelo le provocó una sacudida en la pierna.

"¡Ups!"

De repente, un paso en falso hizo que su pie golpeara directamente el de él.

"¡Lo siento!"

"Está bien."

Rápidamente apartó el zapato. Lucas sonrió, aunque una leve mueca delató el dolor. Ajustó sutilmente su posición. Mientras ella se estabilizaba, otro enredo de extremidades resultó en una patada involuntaria en la pantorrilla.

"¡Ay!"

Lucas no pudo reprimir un gemido de dolor.

"..."

Paula cerró los ojos con fuerza. Quizá no supiera mucho, pero sabía que lo había pisado correctamente. El recuerdo de su pie hundiéndose en algo innegablemente carnoso era vívido.

Después de un momento de vacilación, Lucas recuperó rápidamente la compostura.

"Lo siento. No estoy acostumbrada a esto..."

"Está, está bien."

Pero su rostro no se veía bien. Al verlo frotar suavemente la pantorrilla que había sido pateada, parecía realmente doloroso. La vergüenza inundó a Paula. Su mirada no se encontró con la de él. Inclinó la cabeza, sus pasos se convirtieron en réplicas vacilantes de su torpeza. Cada pisotón accidental en su pie, hacía que su cabeza se inclinara un poco más hacia abajo. La música clásica, que alguna vez fue relajante, ahora se prolongaba, agravando aún más la situación. En ese momento, no pudo evitar resentirse por la serena música clásica.

"Paula, lo estás haciendo muy bien."

"...Solo espero que termine pronto."

Ante esto, le susurró al oído.

"¿Terminamos con esto entonces?"

Se le escapó un rápido asentimiento, seguido por una suave risa de Lucas.

Justo entonces...

"¡Ay!"

Él le dio un repentino giro hacia atrás en la cintura y, al mismo tiempo, le pasó una mano por debajo de la pierna para levantarla. El miedo a caerse la hizo correr para agarrarse a sus hombros, y el mundo se inclinó aún más. Afortunadamente, no se cayó. Lucas la sujetó con un brazo y con el otro sostuvo en alto la pierna que tenía levantada.