La doncella Secreta del Conde (Novela)

La Soledad de la Doncella IV

Él respondió casualmente: "He escrito mucho".

"¿Haces este tipo de trabajo a menudo?"

"Sólo ocasionalmente, cuando me lo presentaron".

"Sorprendente."

"La gente dice mucho eso de mí".

El sonido de su bolígrafo se movía de forma constante, creando un rasguño suave y rítmico que sugería experiencia.

Paula notó su facilidad con el bolígrafo y, cuando su mirada se detuvo, él la miró.

"¿Qué?"

—Supongo que tú también sabes leer.

"Por supuesto."

"¿Por qué no intentar buscar otro trabajo que no implique trabajo manual?"

"¿Quién va a contratar a alguien como yo para eso? Prefieren contratar a alguien con más prestigio y educación. La gente piensa que un texto queda mejor si lo escribe alguien 'inteligente'".

Sus palabras estaban teñidas de arrepentimiento, aunque hablaba con ligereza. Paula percibió que estaba acostumbrado a que lo desestimaran, y su tranquila aceptación insinuaba las capas de prejuicio que probablemente había soportado.

El estatus social siempre había conllevado una dura discriminación, y para alguien con un origen incierto como el suyo, la barrera era aún mayor.

Una vida considerada desechable. Paula lo sabía muy bien y esa idea la dejó sin palabras.

Ella guardó silencio y él tampoco parecía tener nada más que decir. El ruido de los bolígrafos volvió a inundar la habitación, pero ahora el silencio se sentía más pesado, más incómodo.

Finalmente, lo rompió: "Entonces, ¿qué es lo que te gusta tanto de Alicia?"

"Alicia... ¿así se llama?"

"¿Ni siquiera sabías su nombre y me pediste que te la presentara?"

"Bueno, todavía no he hablado con ella..."

Su tartamudeo la hizo suspirar, su intento de entablar una conversación seria parecía inútil. Su reacción solo hizo que levantara la voz. —No podría saber su nombre, ¿de acuerdo?

—Claro, claro. ¿Y por qué te gusta?

Ante su pregunta, él se calmó y, sonrojándose, respondió tímidamente: "Es hermosa".

Fue directo, pero Paula no pudo culparlo del todo por ello.

A pesar de ser pariente de ella, Paula tuvo que admitir que Alicia era, por fuera, bastante llamativa, hermosa incluso. Se había pasado la vida perfeccionando su apariencia y eso se notaba. Alicia era muy consciente de su atractivo y a menudo lo utilizaba a su favor, disfrutando de la atención y la admiración de quienes la rodeaban.

Pero Alicia no tenía ningún interés en él, ni siquiera un poco. Su inevitable desilusión amorosa parecía casi trágica.

—Entonces, ¿sólo te gusta porque es bonita?

"No es solo bonita, es deslumbrante. En el momento en que la vi, me enamoré de ella. Estaba ahí parada, pero lucía increíble. Es exactamente mi tipo ideal. Y cuando nuestras miradas se cruzaron, sonrió... fue perfecto".

Al ver su sonrisa encantada, Paula sintió una oleada de exasperación. Él siguió hablando y hablando, pero todo se reducía a su apariencia. Estaba enamorado. Paula se rascó el cuello y sacudió la cabeza.

"Ni siquiera has hablado con ella."

—Aun así... ¿nunca te has sentido así? ¿Solo con ver a alguien se te acelera el corazón?