Final

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Un ambiente diferente los rodeaba ahora que las cosas habían sido aclaradas. Ya había pasado más de una hora desde esa declaración, pero la sensación de calidez seguía presente y, bueno, también había algo más.

Sus cuerpos se atraían mutuamente. Dentro del ascensor, la tensión en el aire empezaba a aumentar. ¿Por qué sucedía?

Salieron al pasillo hasta que por fin pudieron entrar al departamento para descansar de aquel día tan ajetreado.

Prácticamente cerraron la puerta detrás suyo para empezar a besarse desenfrenadamente dejando las cosas tiradas por cualquier lado, era deseo, si, algo que reconocían muy bien. Pero había algo más, había amor.

Ranma no podía dejar de sonreír después de romper cada beso, era como el cielo mismo. Algo bueno y que deseaba tenerlo para toda la vida. Era feliz.

Arriesgar aquella rutina vacía sin sentido por una persona que llenaba y curaba cada espacio que dejo los problemas y las personas ajenas, valía la pena. Era todo lo que quería en su pequeño mundo.

Entraron al cuarto entre tropezones y jaloneos de la ropa, con leves jadeos escuchándose por la excitación creciente.

La temperatura de sus cuerpos aumentó entre caricias y roces que buscaban provocar al otro hasta que, por fin, se dejaron caer en la cama con las piernas entrelazadas entre sí y sus besos sonando como chasquidos a cada rato que se separaban.

—Uhm. ¿No crees que esto sería perjudicial para tu pierna? —Ryoga trató de ser la voz de la razón, pero sus manos seguían acariciando el trasero ajeno, acercando sus pelvis a cada apretón que daba. Ranma lograba sentir con claridad aquel bulto que estaba empezando a formarse dentro de los pantalones del chico.

—No me importa. —Se dió la vuelta, quedando encima de él. —Te quiero a ti. —dijo mientras se levantaba el hoddie y la blusa de una sola, dejando a la vista sus suaves y redondos senos. Realmente no llevaba nada debajo.

Hibiki sonrió.

—Que descarada. —murmuró con la burla en su tono de voz y sin esperar respuesta, se acercó al pecho de la chica, lamiendo y succionando con habilidad los pezones de la joven quien soltó un gemido de gusto.

La chica se movía de arriba a abajo tentadoramente a la vez que pasaba sus manos con agilidad por debajo de la camiseta del chico, tocando su abdomen y fornida espalda con deseo. Podía sentir la dureza dentro de los pantalones del contrario y sin dudar, se bajó de la cama quedando de pie y con la intención de ir más allá.

Con su mano derecha, fue bajando la cremallera del pantalón y, Ryoga, al notar sus intenciones, la ayudó a que le retirara todas las prendas inferiores. Sentándose en el filo de la cama con esa actitud dominante que era tan característica suya.

Saotome podía jurar que llegaría al orgasmo con tan solo observarlo de esa manera. Joder, era imposible no perderse en cada detalle de su cuerpo. Tenía su mandíbula apretada y sus ojos tenían una expresión sombría que ocultaba el deseo que llenaba su alma.

Sin pensarlo mucho. Ranma bajó su mano hasta el miembro erecto que se mostraba ante ella y empezó a masajearlo con lentitud, bajo los suspiros de Hibiki, quien empezó a acariciar su cabeza.

La chica lamió sus labios con toda la excitación recorriendo su cuerpo y sin esperar demasiado, pasó su lengua por el glande, dejando un rastro de saliva, antes de abrir su boca y meter todo lo que pudo de su pene. 

No recordaba cuándo fue la última vez que le dió una mamada, pero la sensación era igual de placentera que las veces anteriores. Amaba tenerlo en su boca, con él ejerciendo fuerza en su cabello para guiar el ritmo.

Feather - Ranma y RyogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora