C A P Í T U L O - D I E C I N U E V E

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—¿ Estas bien? — Jimin le preguntó a su hermana. — Apenas y miraste a papá y últimamente estás más callada y estresada.

— Es el embarazo — Jess le mira, dibuja una pequeña sonrisa en sus labios y encoge sus hombros. — tres meses y medio y ya me hace pasar penurias. Debe ser varón.

Jimin se ríe. Toma su celular de la bandeja y lo guarda en su bolsillo. La policía los guía hacia la salida pero la mirada de Jimin capta a alguien conocido.

— ¡Aaron!— levanta la mano. Más allá, el agente Jenkins gira por sobre su hombro y lo saluda de vuelta.

— Jimin, no me siento bien, otro día hablas con él — Jess le pide, pero Jimin le hace un pequeño puchero y ella no puede negarse.

Conoció al agente Aaron Jenkins hace varios años, pero en ese tiempo el hombre no trabajaba para el FBI, era un soldado del ejército.

A Jimin le gustaba llamar al agente en las navidades y cumpleaños y ahora por suerte, volvió a coincidir con él.

— Ese día en el hospital no pudimos hablar mucho — le explica Jimin a su hermana mientras se acercaban. —¿Puedes creer que ahora trabaja para el FBI? ¡Es genial!

— A mi me sigue cayendo mal — Jess responde.— aún no olvido que por su culpa debimos de irnos de Texas.

— ¡Fue mi culpa!— El cabello platino arremete enseguida. Y una parte de él se estremece al recordar cuando tenía cinco años y fue brutalmente atacado.

Si no hubiera sido por el entonces soldado, Aaron Jenkins, Jimin hubiera terminado muerto.

El agente recibió a Jimin con un abrazo. El cabello platino se lanzó hacia él y envolvió sus brazos alrededor del hombre, y Aaron se mantuvo firme al recibirlo.

— Jess, ¿Como estás?— preguntó el agente.

— Su presencia atrae el mal augurio— ella le responde. — ¿Desde cuándo está en la ciudad?

— No mucho, casi dos meses. — responde el agente. — Jimin, me estas dejando sin respiración — el hombre intenta separar al cabello platino pero no puede hacer mucho, el menor sigue aferrado a él como un koala.

Cuando Aaron lo salvó de esa pandilla de bravucones, Jimin quedó muy malherido. Estuvo un mes en el hospital y cuando salió de allí, lo único que supo fue que un soldado lo había salvado.

El soldado Jenkins se convirtió en su héroe, y a pesar de que habían pasado muchísimos años, Jimin seguía teniendo un cariño férreo hacia el ahora agente. Después del atentado vio a Aaron un par de veces, pero el hombre le dio su número y mantuvieron el contacto en los días especiales. Para Jimin fue suficiente.

— No lo he visto en siglos, déjeme ser meloso — responde el menor, y Jenkins sonríe sin romper el abrazo.

— Lamento interrumpir pero el agente Jenkins está en horario laboral — habla la mujer que estuvo todo el tiempo con ellos.

En su pecho decía «Morgan».

Jimin rompió el abrazo para mirarla. Era casi de su tamaño, robusta, morena y cabello corto. Su mirada parecía ser mortal, al cabello platino le dio escalofríos.

— Jefa, él es Jimin y su hermana, Jessi — habla el agente Jenkins.— hace doce años salvé la vida de este jovencito y se ha vuelto un mimado desde entonces. Me llama cada navidad — el agente sonríe con cariño hacia el menor. — pero no me estoy quejando. Es como un hijo para mí.

— Un gusto muchachos — ella responde, sin hacer el esfuerzo por estrechar sus manos .— En otro momento se ponen al día, ahora debemos irnos.

— ¿Estas en una misión, Aaron?— Jimin le pregunta con ojos brillantes y curiosos.

OBSESSION | Kookmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora