OBSESSION | Kookmin |

C A P I T U L O - D O S

Su pulso no incrementó y su rostro se mantuvo inexpresivo en esos tres minutos que duró el vídeo.

Normalmente no le gustaba mirar esa clase de evidencias, él siempre había evitado involucrarse más de lo permitido, pero era su deber aceptar tomar el caso de aquella mujer conocida, sentada frente a él. Pero no iba a mentirse así mismo, había aceptado el caso de Louisa Smith por la misma razón que tenía su despacho al final del pasillo en el último piso de ese edificio elegante. Louisa puso una maleta llena de billetes sobre la mesa, y en el bufete Jeon, todos aceptaban tomar casos si había una buena paga de por medio.

— Seré honesto, señora Smith, esto no es evidencia suficiente para incriminar a su novio — Jungkook le dice, analizando nuevamente el vídeo frente a él, esta vez bajó todo el volumen para no volver a escuchar esos gemidos rotos de la mujer. Lo ponía incómodo.

— Es violación — Louisa responde, su mirada pasa por el semblante serio de Jungkook antes de acercarse considerablemente hacia él. — Necesito que ese imbécil vaya a prisión, señor Jeon.

— solo Jeon — Jungkook corrige. Se levanta para no tener que verla a la cara. — mi padre es el señor Jeon y está de vacaciones, no lo invoques.

Louisa sonrió por el chiste sin gracia impresa en las palabras de Jungkook. No iba a negarlo, el hijo de Jeon era, sin duda, muy guapo y elegante, igual al padre.

Todos los Jeon se parecían entre si. Cabello negro al igual que los ojos, semblante serio e indescriptible. Louisa no había conocido a ninguno que tuviera una sonrisa ligera en los labios y sea genuinamente amable.

— Jeon, ¿A tu padre le gustan las joyas?

— mi madre disfruta de ellas, pero si su intención es darme joyas a cambio de enviar a su novio a prisión, déjame decirle que estás yendo por el lado equivocado.

— ¿Entonces qué demonios quieres?— se hartó la mujer, haciendo que Jungkook mire satisfecho a la ciudad bajo sus pies.

Enormes edificios igual de grandes que la empresa donde estaba se alzaba frente a él, pocos árboles y el enorme parque a un par de kilómetros. El bonito día amenazaba con romper llover, era uno de esos días en los que amanecía con el sol radiante pero que con las horas, salían las nubes y había tormenta. Debía irse antes de la tormenta o estaría en problemas.

Miró a la señora Smith a través del cristal y se preguntó si esa mujer tenía un apice de decencia.

Había tratado con personas peores, después de todo su trabajo era mantener a los millonarios rebeldes fuera de prisión o las jugosas multas. Pero en ese instante, la señora Smith se llevaba el primer lugar.

La mujer entró a su despacho una hora antes, su elegante presencia hizo a Jungkook tratarla con respeto, más que todo porque su padre hablaba de los Smith y su buena relación de amistad todos esos años. Pero conforme hablaban, Jungkook supo que estaba en un caso bastante absurdo y que lamentablemente no podía evitar, tanto por el dinero que recibiría la empresa, como la amistad de años entre las familias.

El caso era difícil no solo porque la señora Smith quería meter a prisión a su amante veinte años menor que ella, sino también porque quería mantener todo en secreto para que su esposo no la descubra.

A Jungkook le hervía la sangre de solo ver ese tipo de casos, su lado más posesivo y territorial salía a flote al tener que lidiar con ello, y sus recuerdos le jugaban una mala pasada llevándolo a su niñez.

Formuló rápidamente lo que quería a cambio de ayudar a la señora Smith.

— Va a dejar por escrito que el bufete Jeon acogió su caso por lazos de amistad, y no va a comentar nada de esto a nadie. Si rompe el contrato deberá pagar la indemnización con bienes— Jungkook le dice, mirándola fijamente por la ventana y sin perderse como la expresión de la mujer se volvía oscura, y antes que demande, Jungkook levantó un dedo haciéndola tragar sus palabras.— Escuché que uno de sus edificios turísticos están en apogeo. A mi madre le gustará ese regalo para navidad.