C A P I T U L O - D I E Z

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Si de experiencias románticas se trataba, Park Jimin era un total ignorante. Pasó tres años en un orfanato donde le arrebataron el deseo de enamorarse y vivir una vida normal como cualquier adolescente. Tenía un trauma, según el psicólogo que lo trató tiempo después, pero a Jimin no le gustaba ser llamado paciente y por eso se dio de alta el mismo.

Sus padres se enteraron que dejó la terapia varios meses después y no pudieron seducirlo para volver.

Jimin siempre fue expresivo, pero desde que regresó del orfanato su comportamiento tuvo un cambio radical. Si antes era un chico gay que prefería pasar desapercibido, ahora era todo lo contrario. Vestía prendas de colores, collares y anillos, y usaba bálsamo labial color rosa, aveces se pintaba los ojos, cuando tenía el suficiente ánimo y tiempo.

Según Google, su fuente infinita de información gratis -y un servicio poco confiable - su cambio abrupto de personalidad se debió al trauma generado en el orfanato.

El niño de diez años que prefería no llamar la atención se vió acorralado, golpeado y abusado por adolescentes mayores. Eso produjo que su mente asociara el pasar desapercibido como peligroso. 

Ahora, al ser extravagante en su vestimenta, con esos colores llamativos y pasteles que se asociaban tan bien a su ropa, podía ser ignorado por abusadores al ser confundido por alguien fuerte que no se dejaría dañar.

Y había funcionado muy bien. Hasta ahora, que por alguna razón tenía la atención de alguien visiblemente dominante y con la apariencia de ser calculador y frío.

Jimin no entendía porque el señor Jeon lo trataba de esa manera. No había pasado más de un día, pero Jimin sabía que alguien como él no era de las personas que abrían la puerta de restaurantes y ponía una mano en la espalda.

Quiso ignorar la manera en que el señor Jeon eligió su desayuno, sin siquiera preguntarle si le gustaba lo que estaba pidiendo, y sorpresivamente, a Jimin no le importaba, porque los wafles siempre fueron sus preferidos.

Se preguntó cómo es que el señor Jeon sabía eso, o quizá fue una elección al azar.

— Me gustan los wafles — Jimin le dijo, recargó su mejilla en una de sus manos y miró al señor Jeon, una pequeña sonrisa se formó en los labios del cabello platino.

— Lo sé — el señor Jeon respondió. Su mirada está pendiente del celular al responder algunos mensajes.

— ¿Y como lo sabe?— inquirió el menor.

— Eso no es importante, mocoso.

— ¿Es un acosador?— Jimin siguió preguntando, haciendo que el señor Jeon levante la mirada. — Si estoy en peligro me gustaría saberlo.

— Ayer para el almuerzo pediste de  postre wafles, mocoso. Y en la noche utilizaste la tarjeta para comprar wafles en la tienda cerca de tu casa— el mayor inclina su cuerpo hacia adelante, y Jimin se ve orbitando hacia al frente para escuchar lo que tenga que decir, como un secreto — Y hoy en la cafetería de tu hermana, había una fotografía en la pared, era una foto familiar y tu playera decía amo los wafles. No hay que ser adivino, mocoso.

Jimin frunció el entrecejo haciendo un puchero con los labios, un poco abrumado por la forma en que el señor Jeon sonrió ante él al relevar esos detalles.

— ¿Y su comida favorita cual es?— Jimin le preguntó — No quiero estar en desventaja. Dígame, si pudiera comer una sola cosa por el resto de su vida, ¿que sería?

El señor Jeon lo miró por varios segundos, su mirada pareció recorrer el rostro de Jimin, haciendo que sus mejillas se tiñan de rojas. Le ponía nervioso, y el cabello platino se veía casi obligado a bajar la mirada por la intensidad de los ojos negros del mayor.

OBSESSION | Kookmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora