53. Nuevo aires en Getxo

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Juanjo llegó a su departamento sintiéndose extrañamente aliviado después de haber dejado a Martin. Las emociones que rondaban en su mente eran un torbellino, y, aunque trató de concentrarse en el viaje de regreso a casa, los pensamientos seguían girando alrededor de la confusión y el miedo que le provocaba la situación. Sabía que sentía algo fuerte por Martin, pero esa misma intensidad lo asustaba; el miedo a salir lastimado, a que Martin solo estuviera jugando, lo tenía a la defensiva.

Al abrir la puerta, Juanjo escuchó las risas inconfundibles de Bea y Álvaro. "¡Sorpresa!" exclamaron ambos al verlo. Bea corrió a abrazarlo, y Álvaro le dio un golpe amistoso en el hombro, sonriendo de oreja a oreja. Juanjo, desconcertado pero encantado por la visita de sus amigos, se sintió invadido por una mezcla de alivio y alegría. Llevaban tiempo sin verse fuera de la escuela, y esta visita sorpresa era justo lo que necesitaba para despejar su mente.

—¡Qué sorpresa verlos aquí! ¿Desde cuándo planeaban venir? —preguntó Juanjo mientras caminaban al salón y se dejaban caer en el sofá.

—Desde el miércoles de la semana pasada, ¡y no sabes lo difícil que fue guardarlo en secreto! —dijo Bea, riendo. —Pensamos en darte unos días de respiro, que sé que los necesitas.

—Exacto. Queríamos darte la oportunidad de desconectar un poco de la rutina —agregó Álvaro, cruzando los brazos y observando a su amigo con una sonrisa cómplice.

Juanjo suspiró, sintiéndose agradecido de tener amigos tan cercanos. Después de lo lo que había sucedido con a Martin, esta escapada se sentía como una bocanada de aire fresco.

—Bueno, entonces están en Getxo hasta el lunes. —sonrió Juanjo, comenzando a hacer planes mentalmente. —Les mostraré todo el lugar y podemos salir a pasear por la costa, ¡les va a encantar!

Los días siguientes fueron una aventura. Juanjo llevó a Bea y Álvaro por los rincones que consideraba más especiales de Getxo. Pasearon por las playas, recorrieron el puente colgante, y caminaron entre los pintorescos barrios de la ciudad. Juanjo sentía que podía relajarse y ser él mismo con sus amigos de toda la vida, aunque en el fondo, su mente seguía dándole vueltas a los mensajes que recibía de Martin. El primer mensaje fue breve: "¿Cómo llegaste a casa? ¿Todo bien?" Juanjo lo leyó y, aunque le dieron ganas de responderle al instante, decidió esperar. Estaba disfrutando de la compañía de Bea y Álvaro, y una parte de él no quería distraerse.

Conforme pasaron los días, Martin envió más mensajes. "¿Todo bien?" "¿Puedo llamarte luego?" "Te extraño, Juanjo." Aunque le gustaba la atención de Martin, las dudas y el temor que sentía no se disipaban. Juanjo leía los mensajes y dudaba, sintiendo que responder significaría abrir su corazón más de lo que estaba listo.

—¿Qué pasa, Juanjo? —preguntó Bea una noche mientras los tres compartían una cena casera en el departamento. —Te noto pensativo. ¿Tiene que ver con... Martin?

Juanjo exhaló profundamente. Sabía que era momento de hablar sobre lo que sentía. Álvaro y Bea eran las únicas personas en quienes confiaba lo suficiente como para compartir sus temores.

—Sí, tiene que ver con Martin. —admitió, mirando al suelo, antes de levantar la vista hacia sus amigos. —No sé qué pensar. Lo que siento por él es... intenso, y eso me asusta. Temo que, en el fondo, él solo esté jugando conmigo, que se aburra de mí o que simplemente no tome en serio lo que estamos construyendo.

Bea frunció el ceño y lo miró con empatía.

—¿De verdad crees que Martin sería capaz de hacerte daño? Desde lo que nos has contado, no parece el tipo de persona que jugaría con tus sentimientos —le dijo Bea, poniéndole una mano en el hombro. —Mira, entiendo que tengas miedo, pero él parece realmente interesado en ti. Quizá solo necesitas confiar un poco más y dejar que las cosas fluyan.

—Eso es fácil de decir, Bea, pero mi corazón no opina igual —respondió Juanjo, con una risa amarga. —Cada vez que pienso en él, una parte de mí siente que todo esto podría terminar mal, que yo soy el que va a salir herido.

—Amigo, es normal tener miedo cuando te importa alguien —agregó Álvaro, después de reflexionar un poco. —Pero no puedes vivir siempre esperando lo peor. Quizás, esta vez, arriesgarse valga la pena.

Juanjo asintió, sintiéndose reconfortado. La conversación le había dado un poco de claridad, aunque sus temores seguían presentes. Esa noche, revisó los mensajes de Martin una vez más. Su último mensaje decía simplemente: "Espero que estés bien." Había algo en la simplicidad del mensaje que le hizo sentir un calor en el pecho, pero aún no se sentía listo para responder.

El lunes por la mañana, mientras Bea y Álvaro preparaban sus maletas para regresar, Juanjo los acompañó hasta la estación de tren. Los tres se abrazaron fuerte antes de despedirse, y Bea le dio un último consejo.

—No te presiones, Juanjo. Da un paso a la vez y confía en ti mismo. Martin parece realmente interesado en ti, y tú mereces ser feliz. Si te das una oportunidad, tal vez descubras que no todo tiene que ser complicado.

Una vez que sus amigos partieron, Juanjo se fue a patinar un rato, sintiendo una mezcla de tristeza y nostalgia. Los días en Getxo le habían servido para despejarse, pero ahora sabía que tenía que enfrentar lo que estaba pasando con Martin. Decidió que, después de todo, quizás era momento de hablar con él.

Mientras revisaba el teléfono, se dio cuenta de que Martin había dejado un mensaje de voz esa misma mañana. El tono de su voz reflejaba preocupación y, al mismo tiempo, un leve rastro de decepción.

—Juanjo, sé que has estado ocupado, y no quiero molestarte, pero solo quería saber si todo está bien... Me he sentido un poco confundido estos días y... bueno, llámame cuando puedas.

Juanjo escuchó el mensaje una y otra vez, dándose cuenta de que había estado evitándolo por temor a sus propios sentimientos, pero que su distancia también estaba lastimando a Martin. Ese no era su objetivo en absoluto; al contrario, quería ser sincero con él y empezar algo real, algo que ambos pudieran construir juntos.

Respiró hondo y marcó el número de Martin. La llamada se conectó después de un par de tonos, y la voz de Martin, ligeramente emocionada y aliviada, respondió del otro lado.

—Hola, Martin. —dijo Juanjo con una sonrisa que, aunque invisible, se reflejaba en su voz. —Siento no haber respondido antes, pero quiero contarte lo que he estado pensando.

Martin guardó silencio, esperando lo que Juanjo tenía que decir.

—Lo que siento por ti es importante para mí —continuó Juanjo, sin poder evitar que el nerviosismo se apoderara de él. —Solo que, a veces, me asusta. No estoy acostumbrado a sentir esto, y creo que... tal vez te he evitado un poco por miedo.

—Juanjo, yo también tengo miedo, pero no quiero que te alejes de mí por eso. —Martin respondió suavemente, con una honestidad que derritió la última barrera en el corazón de Juanjo.

Durante el resto de la conversación, ambos se sinceraron y acordaron avanzar juntos, a su propio ritmo. La visita de Bea y Álvaro había sido el respiro que Juanjo necesitaba para ordenar sus sentimientos, y ahora, con más claridad, se sentía preparado para dar el siguiente paso junto a Martin.

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