xxi. lady killers

38 7 8
                                    

✩

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

17 de junio, 2007
Isla de Polifemo, Mar de los Monstruos

Lara intentó nadar lo más rápido posible al barco, pero sus brazos no colaboraban.

—¿Es que no se le acaban nunca las rocas?

—¡Nademos hasta el barco! —dijo Grover. 

—¡Tú, joven cíclope! —rugió Polifemo—. ¡Traidor a tu casta! 

—¡No lo escuches! Vamos. 

—No soy ningún traidor. 

—¡Sirves a los mortales! ¡A ladrones humanos! —gritó Polifemo, y le arrojó la primera roca. 

—No soy traidor —dijo—. Y tú no eres de mi casta. 

—¡Victoria o muerte! 

—¡Percy! —chilló Clarisse—. ¡Vamos!

Ella ya estaba más cerca de Clarisse que de Percy, así que siguió nadando hacia delante, en vez de ir a ayudar a lo que había detrás.

—¡Percy por los dioses vuelve aquí!

La hija de Ares y el sátiro estaban ayudando a Annabeth a subir al barco, la castaña haciendo mucha más fuerza de la que en un primer momento parecía que podría tener. Miró de nuevo hacia atrás, donde quedaban los hijos de Poseidón. Algo así como la culpa se instaló en su pecho.

Grover ya había subido y estaba al lado de Annabeth cuando Clarisse la ayudó a subir. Acto seguido apoyó su cuerpo en la barandilla y se dejó caer para sentarse. Su costado dolía como mil demonios y estaba segura de que iba por el mal camino si seguía haciendo tantos esfuerzos.

Estaba tan centrada en su respiración que no escuchaba en absoluto la voz de Clarisse, y de pronto estaban yendo a pique a una velocidad impresionante. Se había planteado morir de muchas maneras desde el año pasado. Muerta por furias, por una hidra, por una cama que la estiraba, por Circe, por el inframundo, por Cerbero, por los dioses, por Polifemo, las ovejas caníbales y demás, en su lista no había estado ahogarse por culpa de un barco yéndose a pique.

Era como un sumidero gigante arrastrándola hacia el fondo Clarisse apenas podía salir bien parada mientras nadaba, Grover daba patadas con sus pezuñas y Annabeth se aferraba al vellocino como si su vida dependiera de ello. Por su parte Lara intentaba ir hacia arriba. Nadar hacia la superficie, pero con tantas tablas de madera arremolinándose a su alrededor le era complicado sin acabar empalada por una de ellas.

Dark horse, pjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora