xviii. honeypie

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13 de junio, 2007
Vengador de la Reina Ana, Mar de los Monstruos


Lara no veía a ninguno de sus amigos, porque no quería, pero estar en silencio sin hacer nada no era lo suyo. Cuando estaba en silencio es porque estaba entretenida haciendo otra cosa, y este no era el caso.

Si Jason había contactado con ella, a lo mejor ella podría contactar con él. Hacía tres días había hablado con él, no debía de ser muy difícil, ¿verdad?

Jason, ¿Jason?

No pasó nada durante unos segundos, pero de pronto es como si algo se hubiera sintonizado con algo porque escuchaba a Jason alto y claro.

¿Lara?

Sí, soy yo.

Dioses, que chulo es esto.

Creía que iba a verte, como la otra vez.

Supongo que no, que esta vez no.

¿Conseguiste lo que querías de los Ghouls?

Sí, lo hice.

Me alegro, yo estoy intentando no tirarme del barco por los cantos de sirena.

¿Te has tapado los oídos?

Sí.

Entonces no hay problema. ¿Porqué estás cerca de sirenas?

Una misión de mierda a la que no quería ir.

Ya veo, yo tampoco quería ir a ésta.

Brindemos por las desgracias, y que los dioses son unos desgraciados.

Brindemos por ello.

De pronto vio como Percy la gritaba algo, pero no entendía nada de lo que salía por la boca, y se tiraba al agua. Lara lo miró horrorizada, luego miró donde estaba Annabeth y vio cuerdas cortadas. Lara pegó un chillido al verlo.

Corrió hacia la barandilla del barco, solo  viendo el agua romper y la isla demasiado cerca. El pecho había empezado a dolerle y la visión a hacerse borrosa, la respiración entre cortada y la sensación de no poder respirar con tranquilidad.

Y por si no fuera ya lo suficiente el mareo que había tenido cuando se acercó al borde le recordó al que había sentido la primera vez que había visto a Jason, pero antes de que pudiera decirle que no ya no estaba allí.

Cuando abrió los ojos se encontraba en una playa, nunca había estado en esa playa. Jason estaba allí, su pelo rubio brillaba con el sol, una sonrisa un poco extraña, pero bonita. Tenía varios cortes y sangre en la camiseta y cara, y la boca tenía sangre, suspiró al verle. El dolor en el pecho desaparecía cuanto más le daba el sol y más respiraba el aire limpio.

Dark horse, pjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora