ii. house of memories

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7 de junio, 2006
Campamento Mestizo, Long Island

Si Lara era sincera tenía muchas ganas de poder jugar a este capturar la bandera. Annabeth había elegido a su cabaña en su equipo, y por supuesto eso significaba que probablemente ganarían.

El único momento en el que podía pasear a thymoménos—airada—,el tridente que le había regalado su padre. O eso supuso, había sido una tobillera de oro que le había dado su madre, y que cuando llegó al campamento le enseñaron a usar.

Luke había sido el que la había enseñado, y desde que había aprendido un poco había mejorado, incluso había podido desarmar a su hermano mayor un par de veces. Pero como no era con una espada como lo había echo no había contando como una hazaña, como había echo Percy días atrás.

Se había acercado cada vez más a Percy desde que había llegado, el chico parecía apreciar su compañía, y ella estaba feliz de dársela. Se la pasaba muy bien con él. Pero seguía jugando partidas de poker con sus hermanos y demás campistas y seguía encantada de conseguir cosas de los demás—robándolas claramente—para conseguir lo que quería sin mancharse las manos.

—¡Equipo azul, adelante! —gritó Annabeth.

Lara caminaba hombro con hombro con Annabeth, hasta que Percy se las pegó al otro costado de la rubia.

—¡Eh! —Ella siguió marchando—. Bueno, ¿y cuál es el plan? —pregunté—. ¿Tienes algún artilugio mágico que puedas prestarme?

—Ojo con la lanza de Clarisse —dijo—. Te aseguro que no te conviene que esa cosa te toque. Por lo demás, no te preocupes. Conseguiremos el estandarte de Ares. ¿Te ha dado Luke tu trabajo?

—Patrulla de frontera, sea lo que sea.

—Es fácil. Quédate junto al arroyo y mantén a los rojos apartados. Déjame el resto a mí. Atenea siempre tiene un plan.

Lara le dio una sonrisa antes de seguir el paso de Annabeth, le caía bien el chico, eso tenía que admitirlo. Annabeth la había mandado con Luke para ir a por la bandera.

Si había algo que había aprendido con el paso del tiempo es que ser la hija de Hermes la había proporcionado ciertas ayudas. Y una de ellas, la que más la gustaba para poder tener la razón y restregar en la cara la victoria, era su rapidez. Todos sabían que Hermes era el dios más rápido, y todos sabían que los hijos de Hermes habían adquirido esa capacidad, solo que las carreras que hacían todos los meses entre todos habían mostrado que ella era la más rápida.

En esos momentos llevaba a airada en el brazo, como una especie de brazalete en vez de tobillera, pero es que era más fácil de llevarla y utilizarla en el brazo que teniendo que agacharse por ella.

Dark horse, pjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora