Capítulo 5

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La famosa cena de socios se realiza una vez al año en distintos lugares; en cada ocasión, le corresponde a alguien diferente elegir el sitio. Mis padres han asistido desde que tengo memoria. En cambio, yo solo he ido una vez, cuando era apenas una bebé, y mamá dice que estuve dormida todo el rato.

He asistido a varias reuniones de socios, así que supuse que esta vez sería algo parecido: solo llegar, sentarme y entretenerme con algo. A fin de cuentas, mi presencia nunca fue realmente relevante; sin embargo, veo que esta vez sí será diferente. El lugar es amplio, con luces cálidas, y las paredes parecen de cristal por los grandes ventanales. Puedo visualizar a algunos fotógrafos en el lugar. Las personas visten de manera elegante; la mayoría de los hombres llevan smoking, y las mujeres, vestidos de diseñador. Apenas ponemos un pie dentro, siento las miradas de la multitud sobre mí. Trato de ignorarlas mientras avanzo, pero es imposible. Mis padres comienzan a saludar y me presentan a cada persona, así que yo tengo que imitar su acto y dedicar sonrisas que, estoy segura, salen más como muecas.

—¿Esta es la pequeña Sarah? —pregunta una mujer pelirroja que parece haberse inyectado todo el botox posible, dedicándome una mirada nada agradable.

—Así es, la pequeña Sarah —responde mi padre detrás de mí con una gran sonrisa.

La mujer toma un mechón de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja para, después, darme un apretón en la mejilla.

—Soy Rosalie Méndez; conozco a tus padres desde antes de tu nacimiento. Hemos colaborado en varias ocasiones, y espero volver a hacerlo pronto —dirige su mirada a mis padres con una sonrisa fingida.

—Nosotros también, Rosalie —responde mi madre.

—Creo que le vendrían bien algunos ajustes a tu empresa —Rosalie vuelve a mirarme sin quitar esa sonrisa que no me agrada para nada.

Nos retiramos de ahí y sigo saludando a personas a las que ni siquiera presto atención, hasta que logro escaparme de la multitud con la excusa de ir al baño. Al encontrarlo, me asomo para ver que no haya nadie y entro.

¡Dios santo! ¡Sí que son millonarios los propietarios de este lugar! Es tan amplio que bien podría ser mi habitación. Todo es blanco y gris, con algunos detalles en el suelo y paredes. Hay flores de decoración, focos y cristales por todos lados, y enormes espejos en las paredes. Todo parece realmente costoso y elegante, desde los muebles hasta el jabón, que incluso huele increíble. No me sorprendería si el agua saliera con diminutos diamantes.

Una vibración en mi bolso me saca del trance; saco el móvil y veo dos llamadas perdidas de Helen y mensajes de Ryan.

Ryy

¿Estás en la cena?

Sarii, ¡Responde!

¡Sarah! ¿Dónde estás?

Te estamos buscando
con Helen, pero es
imposible encontrarte
entre toda esta gente.
Si ves esto, ¡¡llámanos!!

Estoy en el sanitario. Es
el lugar más tranquilo
que he encontrado.

No sé si Ryan verá el mensaje ahora, así que decido llamar a Helen.

—Estamos yendo para allá —responde Helen al contestar.

—¿Al sanitario?

—Le has dicho a Ry que estás ahí, ¿no?

—Sí.

—Entonces ya vamos; necesitamos alejarnos de esta multitud. No soporto a un montón de botox pelirrojo.

Un tatuaje sin tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora