𝑑𝑖𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒.

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-Tienes sábanas nuevas, hay más almohadas en el armario de ahí- Dije señalando- y la ropa... Buscaré algo que te entre.- No sé en qué me metí, pero definitivamente se sentía bien.
Billie no era normal, ella no era una profesora normal. Talvez sea por su corta edad, pero aún justificandolo de esa forma, me atrevo a decir que ella es diferente.
Probablemente sea mí pobre corazón enamorado el que ve las cosas de esta manera, pero joder, cada vez que la veo fijamente a los ojos, un sentimiento inefable recorre mí cuerpo en forma de escalofrío. Es una de esas personas a las que no podes describir con una sola palabra, nisiquiera sería suficiente usar mil millones y una.
¿Estaba haciendo lo correcto?... ¿Por qué no sería correcto?...

-Lo que sea va a estar bien, gracias pequeña.

Salí de la habitación de invitados en la que Billie se quedaría para buscar alguna prenda que ella pueda usar de pijama. Tenía remeras grandes y holgadas, otras no tanto, unas muy coloridas y otras completamente negras. Indecisa agarré las primeras cinco que ví, junto a sus respectivos shorts o algunos que tenía por ahí.

-Bien... Fíjate estas, tienes para elegir... Si no te va cómoda ninguna dime.

-Grac- interrumpí.

-Obviamente puedes tomar una ducha, en el baño principal hay toallas creo, fíjate antes de entrar. Ah, también puedes agarrar lo que quieras de la cocina, no hay mucho en la alacena pero, hay té de todo tipo.

-Gracias Blossom, en verdad.

-Cualquier cosa que necesites toca mí puerta.

-Eso haré.

-Buenas noches, Billie.- Me acerqué a ella para saludarla pero me quedé en seco, ¿estaría bien despedirme con un beso en la mejilla? ¿Por qué no? Son sólo modales... Antes de reacción ella se acercó a mí y me dió un abrazo.

-Buenas noches, pequeña.

Fui a mí habitación con una sonrisa en mí rostro, estaba jodida.

(...)

Me despierto por un fuerte ruido proveniente de la cocina, inmediatamente me levanté y corrí hacia allí. Me olvidé por completo de mí vestimenta, odio dormir con mucha ropa, siento que me asfixia. Por esa razón sólo traía puesto una gran remera holgada y mis bragas. Enciendo la luz de la sala y parpadeo hasta acostumbrarme a esta. Billie estaba parada al lado de la barra, su cara adormilada y preocupada daban ternura. Mí vista se dirigió al vaso roto del suelo y pequeñas gotas de sangre que habían derramadas.

-Mierda, ¿estás bien? ¿Qué pasó?.

-Lo siento... Yo en verdad lo lamento... Vine a... Buscar un vaso de agua y, lo arruiné.

-No te preocupes, no pasa nada. Déjame ver tú mano.

-No, está bien, estoy bien... Perdón por el vaso, voy a pagartelo.

-Billie, por el amor de Dios, olvida el vaso. Dame tú mano, estás sangrando.- Billie se acercó a mí rodeando los vidrios del suelo. Tomé su mano y ví una herida importante, pero no lo suficientemente grave como para ir al hospital.- Vamos a curar eso.

-Lo lavare con agua, sólo es un corte.

-Claro que no, debes desinfectar al menos... Vamos a mí habitación, tengo lo necesario.- Billie me siguió hasta la habitación, saqué del fondo de mí armario una caja mediana con todo lo necesario para curar una herida.

-Veo que estás preparada para todo...

-Supongo, estoy acostumbrada a curar heridas.- Sonreí triste. Antes de que Billie vuelva a hablar, hablé yo.- Dame tú mano, voy a poner algo de alcohol...- Agarré su mano y la dejé sobre mí regazo para agarrar algodón y ponerle alcohol. Volví a su mano y limpié con cuidado, la sangre seguía presente.

𝑝𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑜𝑟𝑎 𝑂'𝑐𝑜𝑛𝑒𝑙𝑙 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora