𝑵𝒂𝒅𝒂, 𝒕𝒐𝒅𝒐. 𝑻𝒐𝒅𝒐, 𝒏𝒂𝒅𝒂.

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Estaba dando vueltas en mí habitación, yendo y viniendo de una esquina a otra. Realmente había perdido la cuenta de cuántas veces ví la hora en mí celular.

...

19:14

...

19:15

...

19:16

Maldita sea, el tiempo pasa más lento que cuando espero el recreo.

Fui a verme al espejo del baño, estuve viendo mí imágen detalladamente, pensando en cómo me veria ella desde su perspectiva.

¿Estoy linda?

Sí, seguro...

¿Lo suficiente?

Sí,___. Maldita sea.

No, claro que no, imbécil. Estás horrible.

Lo que quedaba del tiempo me la pasé sobrepensando, fui a la habitación y me cambié de ropa, un short deportivo blanco y una remera de tiras negra bastaba para sentirme cómoda.

Mí cabello estaba sujetado, pero mi cara se veía horrorosamente redonda así que lo solté, dejándolo caer a mis costados y cubriendo mis estúpidamente grandes orejas.

Limpié mí rimel el cual se había corrido por llorar, me puse más labial y me bañé en perfume.

Mis ojos y labios estaban algo hinchados, me odiaba aún más.

Vuelvo a mirar la hora después de tanto escándalo, 19:54.

Billie solía ser puntual, lo sé porque nunca llegó tarde a clases y las veces que vino a casa siempre cumplió con su palabra al decir "en 10 minutos llego".

Respiré profundamente y me puse a pensar qué haría o diría, ¿qué iba a pasar exactamente?. Ella aseguró con su mirada que no iba a dejar pasar lo sucedido.

Un escalofrío recorrió mí cuerpo al escuchar el timbre sonar. Mí respiración empezó a entrecortarse, si seguía a este ritmo iba a darme un ataque de ansiedad.

Fui hasta la puerta de entrada, tomé aire y abrí...

-¿Por qué tardaste tanto?.- Dijo Billie seria, pero su mirada cambió repentinamente de un segundo para otro.- ¿Estabas llorando?.

-No, sólo, tengo alergia.- ¿Cómo mierda...? Bueno, olvidé que ya me había visto en este estado anteriormente.

-No mientas.- Dijo y se adentró en la casa, me quitó de enfrente de la puerta y la cerró con llave.

-No mient-

-No te creo, y en verdad me duele que mientas, así que no digas estupideces.- Dejó unas bolsas sobre la mesa, las cuales no había visto.

Su expresión era seria en todo momento, pero se veía la preocupación en sus ojos.

-¿Estás enojada...?

-Sí Blossom, lo estoy.

-Lo siento, me comporté como una idiota.- Dije todo lo contrario a lo que había planeado.

Pensé que iba a insultarla hasta que se harte de mí y me golpee contra la pared. Pero no, de mí boca salió un "Lo siento" lo suficientemente sincero como para perder la poca dignidad que tenía.

Una sonrisa se plasmó en su rostro.

-Ah, genial, eso quería escuchar, pequeña.- Sonreí, pero duró poco.- No te perdono.

Quedé estática, ¿qué clase de juego es este?.

-O sea... ¿No me perdonas?.

-No.- Dijo y se dió la vuelta para agarrar las cosas de la bolsa y acomodarlas en la mesada.

𝑝𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑜𝑟𝑎 𝑂'𝑐𝑜𝑛𝑒𝑙𝑙 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora