¡¿𝑃𝑟𝑒𝑚𝑖𝑜 𝑜 𝑐𝑎𝑠𝑡𝑖𝑔𝑜?!

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Sus labios parecían aferrarse cada vez más a mí. Joder, esto esta tan mal.

Pero me encanta.

Se arrodilló en el sillón y dejé caer mis brazos hacía atrás, sosteniéndome con las manos. Empujó mí cuerpo e inmediatamente me apoyé sobre mis antebrazos.

Su cuerpo se veía grande comparado al mío, pero no, encajabamos a la perfección.

Se montó sobre mí y jadee al doblar mí mano sin querer.

-¿Estás bien?.

-Sí, pero Billie... Esto no está bien.

-Lo que hiciste no está bien, Blossom.- Dijo mientras se levantaba y quedaba parada frente a mí.- Siéntate.

No me rehuse a su petición. Me senté en el sofá y Billie se interpuso entre mis piernas. Tomó mí mentón y acarició mis labios.

Esto no debía estar pasando, estaba mal, maldita sea.

Pero lo deseas.

Como a nada.

¿Por qué estaría mal?

Porque...

Excusas.

Acarició mí mejilla con su rostro lleno de lujuria, sus ojos oscuros y llenos de deseo. Mordió su labio mientras sus dedos índice y medio se colocaban entre mis dos labios.

-Abre.- Mis pezones se pusieron erectos, haciéndose notar a través de la remera.

Abrí mí boca sin pensarlo, sus dedos se adentraron, acariciando mí lengua al pasar.

Mí mirada se clavó en la suya, pero sus ojos estaban clavados en mí boca, viendo detalladamente, como si memorizara lo que ve.

Sus dedos se adentran más y más, casi haciéndome dar ahorcadas, pero lo evito lo más que puedo.

-Buena chica.- Finalmente saca sus dedos y humedece mis labios con la saliva que quedó impregnada.

Lleva su mano por detrás de mí cabello y sus dedos se enrredan en este. Jala un poco para atrás para que el contacto visual permanezca.

-Dije que aceptaba tus disculpas pero, mereces un castigo por lo que hiciste.- Joder, joder, joder.

¿Castigo?

¡¿Premio o castigo?!

Esto era la puta gloria. Sería más premio que castigo, y si a esto le llaman castigo...

Jodeme, O'connell.

-¿No te bastó con que me hagan saltar el recreo?.

-Esa mierda no resuelve nada. Además, las dos sabemos que lo quieres tanto como yo.- Ella lo quería, no podía estar más feliz y mojada en este momento.

La profesora me quería.

La jodida O'connell, alias; "La profesora ardiente de ojos oceánicos", me deseaba.

Y yo no podía negarme a este fetiche de colegiala, el cual me hacía acordar a los putos videos asquerosos de las páginas pornx , en los que las estudiantes eran azotadas con largas y pesadas reglas.

Joder, que asco.

Pero de ella lo quería todo.

Podía meterme en papel de niña de preescolar y que me enseñe a usar las tijeras.

-Jodeme, O'Connell.

De un tirón me levantó del sillón, me arrime a ella y me besó como si fuera la última vez que follaria con alguien.

𝑝𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑜𝑟𝑎 𝑂'𝑐𝑜𝑛𝑒𝑙𝑙 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora