Capítulo 19.

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El cantar de las aves, las pequeñas gotas que caían de los tejados tras la fuerte lluvia de esa tarde y el hermoso arcoiris en el cielo fueron el inicio de la historia entre dos niños que estaban a punto de conocerse.

Una tarde de agosto el pequeño Christopher corría para llegar a casa, era la tercera vez en la semana que se quedaba después de clases para ensayar con su pequeña banda de amigos, pronto sería el festival de bienvenida y querían dar un gran espectáculo.

Al cruzar la calle notó algo inusual en su vecindario, había un camión de mudanza estacionado en la casa de enfrente, pero lo que llamó su atención fueron un par de ojitos brillantes que no dejaron de verlo apenas hizo contacto visual con ellos.

Christopher se ruborizó un poco e inmediatamente volteó, fingiendo que no había notado a la pequeña que lo siguió mirando hasta que ingresó a su casa. La niña rió y jalando del vestido de su madre preguntó si podía ayudarle en algo.

— ¡Oh, estás en casa! — exclamó la madre de Chris desde la cocina. Aunque el pequeño tenía 11 años, ya no quería que fueran por él al colegio, siempre había tenido ese deseo de ser independiente y descubrir el mundo por sí solo.

— Mamá, ¿quiénes son ellos? — preguntó asomándose por la ventana. Quiso acercarse a la niña para socializar, pero sintió vergüenza, algo que no era propio de su personalidad al momento de hablarle a los demás. Siguió mirándola junto a su familia mientras aún metían los últimos muebles.

— Llegaron hace un rato, vinieron a presentarse y los invité a cenar. — narró mientras colocaba los platos en el comedor. — Parecen una familia agradable y creo que la chica es de tu edad, ¿no es genial? 

— Supongo que sí... — respondió cerrando la cortina.

Durante la cena las dos familias congeniaron tan bien que su plática se extendió por un rato, pero Christopher se mostró tímido ante la presencia de ella. Cuando terminaron de cenar, la chica levantó su plato y el de sus padres para llevarlos al fregadero. 

Christopher se levantó y tomó los platos para ser él quién los llevara a la cocina, ella sonrió e insistió en ayudarlo llevando los de la familia de él.

— Tienen un hijo muy atento, los felicitamos. — dijo el padre de la pequeña.

— Muchas gracias, su hija también parece estar muy bien educada. — respondió el cumplido la señora Bahng.

Con los adultos en el comedor, los pequeños no querían regresar porque se aburrían en su conversación. 

— Oye, ¿quieres jugar conmigo? — preguntó Chris, ella asintió y ambos subieron a la habitación del chico. 

Christopher le mostró su habitación, le dió sus juguetes y los videojuegos que tenía, no sabía con exactitud lo que pudiera atraerle a las chicas, pero sus intenciones eran buenas. La pequeña observó detenidamente la habitación y la recorrió con curiosidad hasta que miró algo en la esquina entre el armario y la cama.

— ¿Es tuya? — preguntó acercándose al objeto que resultó ser una guitarra acústica. — ¿Sabes tocarla?

— Claro. — respondió Christopher y la pequeña le dió la guitarra indicándole que demostrara su afirmación. 

Cuando llegó el momento de irse a casa, Christopher sintió algo distinto en su interior mientras veía el rostro de la pequeña que lo miraba atenta y fascinada con la melodía que emitía su guitarra.

— ¡Vámonos a casa, Tn! — llamaron los padres de la chica.

Fue en ese momento que Christopher escuchó por primera vez el nombre de la persona que cambiaría su mundo.

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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