Inicios de la primavera, extraño que ese día comenzara a briznar tan temprano, pero ni aquello ahuyentó la felicidad del momento. Solo eran ustedes dos y es lo único que importaba.
No había lugar para la tristeza, debían aprovechar el tiempo que les restaba antes de despedirse. Acordaron reunirse en la entrada del colegio para no levantarle sospechas a sus padres; sin embargo, el plan consistía no entrar a clases por lo menos ese día. Tomó tu mano, sonrieron al verse para confirmar su decisión y salieron corriendo sin algún rumbo en particular.
El sentimiento era confuso, querías llorar y en su lugar no dejaste de sonreír.
Cuando llegaron a la fuente del parque dónde solían encontrarse, la brizna se convirtió en lluvia, no les importó estar sin ropa adicional al uniforme escolar ni tener un paraguas a la mano, comenzaron a jugar y saltar sobre los pequeños charcos de agua.
Más tarde, la lluvia cesó dejando un hermoso arcoiris del cual ahora se encontraban sentados, admirándolo. Tal vez eran muy jóvenes o realmente lo sentían así, pero llamaron "primer amor" a los recuerdos que construyeron juntos.
— Hagamos una promesa. — te levantaste motivada, no estabas dispuesta a dejarlo ir tan fácil.
— Te escucho. — sonrió.
— Pase lo que pase, tendremos un lugar especial en el corazón del otro. — en realidad, querías decirle que tenía prohibido enamorarse de otra chica que no fueras tú, pero solo estarías negándole un derecho. No sabías si volverían a verse y él haría su vida, no podías ser egoísta, el amor no es así. — Conocerás a chicas bonitas y está bien, pero no me olvides tan pronto.
— Tn, eres mi primer amor. No te olvidaré jamás.
Aquellas palabras hicieron regocijar tu corazón, sin pensar lo abrazaste y no pudiste contener las lágrimas por más tiempo, te aferraste a él con todas tus fuerzas con la esperanza de que cambiara de opinión. Deseabas que se quedara, no querías soltarlo ni despedirte.
— Te quiero, Chris...
Al día siguiente se marchó.
Christopher era alguien importante para ti, no te diste por vencida al primer correo que no respondió, seguiste escribiéndole y enviando fotografías de tus logros por los siguientes tres años, confíabas en él, te respondería.
Nunca respondió.
El día de tu graduación decidiste olvidarlo, no podías seguir esperando su respuesta. Ya era momento de resignarse.
A medida que pasaba el tiempo, ciertos temas te resultaban molestos y era lógico, sentías que te habían roto el corazón y no tolerabas ver ni escuchar algo relacionado al romance. De alguna forma te convertiste en una mujer amargada, cada día te convencías que el amor que decía tenerte era cosa de niños.
. . .
En una ocasión, mientras regresabas del trabajo, realizaste algunas compras en la tienda de conveniencia y al momento de pagar algo acaparó tu atención, la chica que te atendió tenía el televisor encendido y en él se transmitía el discurso de un chico que te resultó familiar.
Un extraño calor recorrió tu cuerpo, tus manos comenzaron a sudar y de repente pequeñas lágrimas amenazaban con salir de tus orbes. La voz era más gruesa, se veía completamente diferente, pero reconociste su sonrisa y las dudas desaparecieron. Era él, Christopher.
— ¡Oh!, ¿también es fan de Stray Kids? — preguntó la chica al ver tu reacción.
— ¿Perdón? — la miraste volviendo a la realidad, verlo te hizo viajar a través del tiempo para revivir aquellos momentos que compartieron juntos. No podías creerlo, él se había convertido en una celebridad y ahora comprendías el porqué dejó de escribirte por correo.
— Debutaron hace poco, pero tienen potencial y un gran futuro. — contó la chica orgullosa a la vez que embolsaba tus víveres.
De ahí en adelante, su nombre y el del grupo al que pertenecía, los escuchaste con más frecuencia.
Al principio, no terminabas de acostumbrarte a que otras personas hablaran de él, llegaste a sentir celos de las chicas que eran fan específicamente de Christopher y tampoco te animabas a pensar en él como idol. Fue un proceso díficil que aceptaste con el transcurso de los años.
. . .
— ¡Tn, estoy en casa! — llamó tu hermana menor. Desde hace dos años vivían juntas debido al fallecimiento de tu madre. — No es posible... agh, todo es un desastre. — dijo para sí misma al ver el desorden en la cocina.
Hace unas semanas te despidieron del trabajo y por alguna razón te sentías vacía, comenzaste a beber cada vez que tenías la oportunidad. Arleth, tu hermana menor, comenzaba a fastidiarse de la rutina.
Nuevamente te encontró en la sala, con la música a todo volumen, un poco ebria y cantándole a un póster de Christopher que compraste recientemente. Verlo te daba meláncolía y aunque jurabas ya no sentir nada por él, siempre terminas llorando con las canciones de desamor.
— Esto es el colmo... — susurró Arleth. De inmediato apagó la música, encendió las luces y te quitó el pequeño póster de las manos.
— ¡¿Qué haces?! Devuélveme a Chris... — pediste casi a punto de llorar. Intentaste levantarte pero la falta de equilibrio hizo que cayeras al suelo.
— Tn, mírate... das vergüenza. Han pasado trece años y sigues llorando por el mismo chico.
Tampoco lo entendías, cuando te hiciste la idea de lo inalcanzable que se volvió, prometiste olvidarlo y seguir con tu vida. Tuviste citas, pero ninguno te convenció de iniciar una relación. En el fondo, seguías esperándolo.
— Por favor, Tn, cierra ese capítulo en tu vida.
— No puedo... lo he intentado. — respondiste cabizbaja.
Pensándolo bien, el sentimiento de vacío se debía a que no habías dejado de querer a Christopher, para ti, quedó inconclusa su relación y por ello no te atrevías a pensar en otros hombres de manera romántica.
Necesitabas oír de sus propios labios que su relación terminó en el momento que se fue de Australia, solo así darías vuelta a la página.
. . .
Una vez que encontraste el motivo de tu estado actual, te concentraste en sanar. Procurabas no beber, seguiste asistiendo a entrevistas de trabajo; además, en casa mantenías el orden y la limpieza, no podías darle más dolores de cabeza a tu hermana menor.
Todo comenzaba a verse mejor.
— ¡Tn, Tn! — exclamó Arleth. Llegó temprano a casa, corrió directamente a abrazarte mientras gritaba emocionada.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? — preguntaste. Pocas veces te abrazaba, así que debía ser algo muy bueno.
— Para ti. — respondió extendiéndote un sobre. — ¡Felicidades! Ahora ya no tienes pretextos. — extrañada abriste el sobre, de él sacaste un boleto de avión y el lugar de destino te dejó sin palabras.
— ¿Corea... del Sur?
— Olvida el trabajo por un rato, has trabajado muy duro desde antes de graduarte. Búscalo, si él no viene a ti... ve hacia él.— Arleth te había visto sufrir mucho y entendió que no querías sacarlo de tu corazón, verte triste la atormentaba y por ello ahorró para conseguirte un viaje.
— No, Arleth... no puedo dejarte sola. Mi deber es quedarme contigo, no quie-
— Por favor, tengo 23 años, estaré bien. — dijo interrumpiéndote. — Estos son los datos del hotel, el vuelo sale mañana por la tarde.
Aún no podías creerlo, por tu cuenta no te hubieras atrevido a tal cosa, tenías miedo y no era para menos, lo que estabas a punto de hacer podía no resultar. Después de todo, no sería fácil acercarse ni encontrar el momento adecuado para hablar con Bangchan.
ESTÁS LEYENDO
── ‹ ˖͢⚝·᛫᭻ Soulmate ☇ ₍ Bangchan & T/n ˶ࣳۜۘۜꪶ♡͙۪۫ ..
أدب الهواة"Si voy a buscarte... ¿estarías esperándome?".