𐙚 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐗 𐙚

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Era una mañana fría, y Max caminaba hacia la granja de Sergio con las manos en los bolsillos y el rostro cubierto con una bufanda

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Era una mañana fría, y Max caminaba hacia la granja de Sergio con las manos en los bolsillos y el rostro cubierto con una bufanda.

Había accedido a ayudarlo con algunas tareas que habían quedado pendientes tras la última nevada.

Aunque no lo admitía abiertamente, disfrutaba estos momentos de trabajo junto a él.

Al llegar, encontró a Sergio en el establo, colocando heno para los animales. El olor a tierra y a paja llenaba el aire, y aunque aún era temprano, Sergio ya estaba completamente inmerso en su labor.

Max se quedó observándolo por un instante antes de acercarse, notando la tranquilidad con la que Sergio trabajaba, casi como si perteneciera a ese lugar.

—¿Listo para ensuciarte las manos, soldado? —bromeó Sergio con una sonrisa amistosa.

—He visto cosas peores —replicó Max con una media sonrisa, acercándose para ayudar.

Ambos trabajaron en silencio, pero era un silencio cómodo, lleno de la paz que solo se encuentra en las tareas simples.

Max se daba cuenta de que esos momentos le permitían olvidarse de lo que había vivido, y sin siquiera entender cómo, Sergio se estaba convirtiendo en alguien importante en su vida.

Después de un rato, Sergio se detuvo y le pasó una botella de agua.

—¿Sabes? No creí que te acostumbrarías tan rápido a la vida en este lugar —comentó, observándolo con una expresión que revelaba su aprecio sincero—. Pensé que ibas a odiar estar atrapado en un pueblo tan pequeño.

Max aceptó la botella y se encogió de hombros.

—Al principio tampoco pensé que me quedaría tanto tiempo. Pero… no sé, hay algo aquí que necesitaba —dijo, mirándolo directamente, su mirada cargada de una sinceridad que sorprendió a ambos—. Creo que encontré cosas que no sabía que estaba buscando.

Sergio le devolvió la mirada, sus ojos reflejando la misma intensidad. Por un momento, el aire se volvió denso, y Max sintió la urgencia de acercarse, impulsado por una sensación que aún no lograba entender, pero que cada día se hacía más fuerte.

Sin pensarlo demasiado, Max dio un paso hacia él, y Sergio no se apartó. Era como si en esa proximidad hubiera una especie de verdad que ambos estaban dispuestos a descubrir.

Max levantó una mano, tocando suavemente el rostro de Sergio, observando cada detalle con una mezcla de ternura e incertidumbre.

Pero justo cuando estaba a punto de acortar la distancia entre ellos, un ruido los interrumpió. Ambos se giraron y vieron a Lewis, de pie en la entrada del establo, observándolos en completo silencio, pero con una expresión que revelaba una mezcla de celos e irá contenida.

Sin previo aviso, Lewis avanzó hacia Max y, sin mediar palabra, le lanzó un puñetazo directo al rostro. Max tambaleó hacía atrás, llevándose una mano a la mejilla mientras lo miraba con una mezcla de sorpresa e irá.

Más allá del bosque | Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora