Javiera.
–Hola tía —salude a la mamá del Jere.
–Hola mi niña —me abrazó.
–¿Llego la Javi? —se escuchó la voz del Lázaro.
–Si —respondí yo.
–Y ni uno me saluda a mi —se quejo el Jere.
–Hola mi hijo lindo —su mamá lo abrazo.
–Ya queri más a la Javi que a mi —la abrazo también.
–Hola Javi —el Lázaro vino a saludarne—. Hola hermanito.
–¿Quieren tomar helado? A la once comemos completos —dijo la mamá del Jere.
–Bueno, ¿hay que ir a comprar? —preguntó el Jere.
–Si hijo, ahora te paso plata.
–No mami, yo pago —le dijo el Jere.
–Yo igual voy —dijo feliz el Lázaro.
–Ya vamos —dijo el Jere.
El Lázaro camino delante de nosotros mientras yo y el Jere lo veíamos.
–¿Por qué tan lejos? —el Jere me agarro de la mano y me abrazó.
–¿Y que tiene?
–¿Y si te roban? —yo me reí.
Entramos al negocio y con el Jere fuimos a ver los helados.
–¿Cuál llevamos?
–Ese es rico —señale el de chocolate blanco y frambuesa—. O ese —señale el otro.
–Cachipun.
Nos tiramos a cachipun y gane yo, así que sacamos el de chocolate blanco y frambuesa.
–¿Aprovechamos de llevar las cosas para los completos altiro?
–Yo creo que mejor si, así no venimos después.
–Ya.
Fuimos a buscar pan, tomate, palta y salchichas.
–Jere ¿cómprame esto? —el Lázaro llegó con una coca-cola y un chocolate.
–Ya, vamos a pagar —el Lázaro sonrió feliz—. ¿Tu quieres algo? —me miro.
–No.
–¿Segura?
–Sip.
–Bueno.
Fuimos a pagar y el Jere compró un prestigio el cual lo abrió en el camino a la casa.