Capítulo#19: Te veo, esta vez en serio.

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Dos semanas después...
                    ----Atenea----

Quince días son más que suficientes para hacerme ganar unos cuantos kilos por encima de mi peso normal.

En diez de esos días mi cuerpo se acostumbró a la suave cama de hospital, al tiempo que asimilé la sangre del imbécil que tengo por padre y me recuperé de mis heridas, las cuales dejaron unas cicatrices horribles.

El hecho de aún estar procesando que ya no hay lazos de sangre que me unan a Paul me hace sonreír como idiota. Cuando desperté en el hospital, su rostro fue lo primero que vi y ni siquiera me dió el tiempo suficiente para procesar todos los dolores que me hacían soltar uno que otro gruñido al moverme, antes de soltarme que no somos hermanos.

Le grité, tal vez demasiado.

De hecho aún me encuentro en shock.

Me arreglo las vendas que me envuelven el abdomen y trato de no respirar demasiado profundo, porque siento que los puntos de mi espalda se soltaran si lo hago.

Alguien llama a la puerta. Suspiro.

—Si eres Paul, dejé claro que no quería hablar contigo —comienzo a decir sin dejar mi tarea —Si eres Maya o Aracne, ya les dije que estoy bien. Si eres Anthony, mejor da media vuelta porque tengo una lámpara de noche a mano y no voy a dudar en usarla.

—Soy yo —la voz apagada de Alana me hace levantar la cabeza.

—Entra.

Su cuerpo luce más delgado y su rostro refleja un cansancio emocional que me asusta. Frunzo el ceño.

—¿Qué ocurre? —pregunto, sin embargo me rodea para ayudarme ella misma con la venda.

—Solo quería asegurarme de que en serio no te perdimos por mi culpa —sus manos se detienen —Lo siento, Atenea, si hubiera sabido sobre el sistema de emergencia habría avisado antes.

Termina con la venda, así que me coloco la playera nuevamente. Me giro en su dirección.

—Venga, que no es para tanto —sonrio —Es culpa nuestra por no enseñarte todo lo relacionado con la organización.

Baja la mirada y cruza las manos al frente.

—¿Estás entrenando con Mia cada día? —cambio de tema —No te veo los músculos que deberías tener a estas alturas.

—Ay, por favor, te podría ganar en un juego de fuercitas —levanta la mirada, pero no sonríe.

—Ya, claro —levanto una ceja.

Dirijo la vista a lo que parece ser el comienzo de un moretón debajo de la manga de su camiseta.

—¿Qué es eso? —señalo el lugar haciéndola tensar.

—No es... —ve mi expresión y decide que decirme la verdad es la mejor opción —El chico que ayuda a Mía a entrenarme se molestó porque no pude escalar la cuerda del gimnasio.

El labio inferior le tiembla y a mí la sangre se me vuelve fuego líquido.

—¿Mía estaba presente? —tenso la mandíbula cuando niega. —Ven aquí, pequeña.

La tomo con delicadeza del brazo y la estrecho contra mí. Inmediatamente me rodea con sus brazos, que en realidad, si comienzan a notarse más musculosos.

—Yo me encargo —le acaricio el pelo —Venga, anímate. Ve a preguntarle a Anthony por las hamburguesas que iba a pedir y come cuantas quieras.

Un brillo diminuto le cruza los ojos al mencionar la rotura de su estricta dieta.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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