Capítulo 17
Jugar al héroe
El sonido de una lluvia suave repiqueteaba contra el ventanal del pequeño apartamento.
Lara abrió los ojos con pereza. El amanecer apenas despuntaba. Se incorporó con un suspiro, pasando una mano por su largo cabello rubio, y se levantó de la cama.
El apartamento no era grande; un escritorio de madera desgastada estaba arrimado a una esquina, con algunos libros apilados y una lámpara con la pantalla rota. Las puertas del ventanal, que daban a un pequeño balcón, estaban medio abiertas, permitiendo que entrara el aire fresco de la mañana.
Lara se estiró, dejando escapar un bostezo, y abrió las puertas para salir al balcón. El aire húmedo la golpeó, despejando el sueño restante de su mente.
Desde el pequeño espacio elevado, observó el panorama: las calles desiertas, los edificios a medio derrumbar y los escombros que parecían parte del paisaje cotidiano. Todo lucía gris y sin vida. Ya había transcurrido poco más de tres semanas desde que los muertos se habían alzado.
Los primeros días ni siquiera había logrado dormir. El caos en las calles, el mundo en decadencia, los gritos, los disparos, las amenazas latentes en cada rincón de la ciudad. El tiempo continuaba su curso, pero la pesadilla parecía no vislumbrar un final cercano.
Sin embargo, aquí estaba, respirando un día más.
Se apartó del balcón y, con algo de esfuerzo, se vistió con una chaqueta blanca y pantalones resistentes, preparándose para lo que fuera que trajera el día. Salió del apartamento y cerró la puerta tras de sí. El pasillo del edificio estaba casi vacío, salvo por un par de vecinos que se movían de un lado a otro con sus quehaceres.
—¡Buenos días, Lara! —La saludó Marisa, una mujer de unos treinta años que vivía al final del pasillo. Llevaba un cubo lleno de agua y un paño viejo. Sus ojos lucían cansados, pero intentaba sonreír.
—Buenos días, Marisa. ¿Cómo va todo? —preguntó Lara, acercándose un poco mientras echaba un vistazo al cubo.
—Bueno, lo de siempre. Revisando las filtraciones en las ventanas del comedor. A este paso vamos a necesitar más paños para mantener el agua fuera —respondió Marisa con un encogimiento de hombros.
—Voy a ver si encuentro algunos más cuando salga —prometió Lara—. Estoy segura de que algo quedará por ahí.
Marisa le sonrió con agradecimiento y siguió su camino. Lara continuó avanzando por el pasillo, viendo a Tomás, que intentaba reparar una linterna con expresión frustrada.
—¿Necesitas ayuda con eso? —preguntó Lara.
—Ah, Lara. No te preocupes. Solo está dándome más problemas de los que debería. Pero gracias —respondió Tomás con una sonrisa forzada.
Lara le devolvió la sonrisa antes de girar hacia la sala común, donde un calendario colgaba de la pared. Las hojas estaban gastadas y algunas fechas habían sido tachadas con bolígrafo rojo. Lara se acercó y repasó las anotaciones, hasta que encontró la que le correspondía para ese día: Exploración.
Suspiró y se preparó mentalmente para la tarea. Salió del piso y comenzó a bajar las escaleras del edificio. Mientras descendía, se encontró con una chica joven y muy bonita, que subía los escalones con una mochila al hombro.
—¡Hey, Lara! ¡Justo a tiempo! —dijo la muchacha con una sonrisa amplia. Su cabello castaño corto, con reflejos amarillos en las puntas, estaba recogido de manera desordenada.
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Zeta: El señor de los Zombis (Reboot)
Ciencia Ficción¡Atención! Esta historia es un reboot total del universo de Z el señor de los zombis. «El mundo, como lo conocíamos, no volverá... Ilusos sean aquellos que busquen retornar... Porque una nueva ley, el señor de los zombis, regirá». Luego de casi u...