El sol se ocultaba tras el borde del mar que se teñía de naranja y rojizo, como si cada rayo que lo tocase fuese alguna especie de pintura que se diluía en una extensa acuarela. Movió sus dedos de entre la arena cálida de la playa y Saori dejo escapar un profundo suspiro, intentando buscar un inútil alivio a aquello que la acongojaba. Su estancia en Corfú se había prolongado más tiempo del que había pensado. Si no fuese que tenía a Tatsumi al frente de la fundación y sus bienes para salvaguardarlos, se hubiera visto obligada a abandonar aquel retiro espiritual que tanto necesitaba. Habían pasado siete meses completos desde la última batalla; sus caballeros de bronce habían viajado a distintos puntos de la tierra para continuar de forma dedicada y completa sus entrenamientos en un eterno afán de volverse cada vez más fuertes. Mientras que ella, había decidido tomarse un tiempo de retiro. A lo largo de toda su vida, había estado siempre protegida por sus amigos, sus caballeros, pero ahora, a sus dieciocho y con una vida aparentemente diferente a la anterior, ¿era correcto continuar en aquella postura apacible? Cuando la primera estrella en el cielo apareció, supo que era momento de regresar al hotel.
- ¿Disfruto su paseo por la playa señorita Kido? - el gerente del hotel le sonrió mientras la veía subir las escaleras de la entrada principal.
- Bastante interesante señor.
- Esta isla se caracteriza por maravillosas vistas... y grandes misterio.
- ¿Cómo cuáles? - pregunto ella inexpresiva, más por cortesía que por curiosidad.
- No podría decirle señorita - respondió con incertidumbre - cada uno tiene una experiencia diferente, un misterio único que está esperándolo. Incluso usted, estoy seguro que algo grande esta por ocurrirle. - - Espero que sea lo que he venido a buscar. - respondió en voz baja mientras se alejaba camino a su habitación. Creyó que le baño la relajaría pero aun así no dejaba de pensar en lo mismo. ¿Quién podría enseñarle a desarrollar sus poderes? Como la reencarnación de Atenas, ella tenía grandes poderes que a lo largo de aquel tiempo no había podido desarrollar; peor era tiempo de que lo hiciera, no podía seguir dependiendo de los caballeros que la protegieran, tenía pues, que comenzar a pelear sus propias batallas, fuese con dioses mitológicos o simplezas mortales. Tan ensimismada en sus pensamientos se hallaba que no se dio cuenta en qué momento se quedó dormida. El sonido de una dulce melodía de flauta llego a sus oídos haciéndola despertar como si se tratase de un sueño. Se restregó los ojos, eran las dos de la madrugada. Salió al balcón de su habitación, era un privilegio estar en la suite más lujosa del hotel, la del último piso y con la mejor vista así que en cuanto salió, diviso el horizonte nocturno tan apacible que sintió escalofríos. En la playa lejana, se hallaba una silueta que parecía ser la causante de aquella música.Mientras bajaba presurosa a la playa, su corazón parecía latir tan rápido que creyó que se le saldría del cuerpo.
<< ¿Es posible que tenga tan buena suerte? >> - pensaba mientras esbozaba una media sonrisa.
Al llegar, reconoció de inmediato a aquel joven.
- Sorrento. - murmuro. La música se interrumpió abruptamente.
- Señorita Kido.
- ¿Qué haces aquí? - la pregunta la hizo intentando disimular, pero sabía realmente que hacia Sorrento allí. Él pareció darse cuenta de su pésima actuación. Sonrió con cierta ironía.
- ¿Dónde más podría estar el guardián de Poseidón si no junto a él? - ambos miraron en dirección a una roca no muy lejana; allí sentado, se hallaba Julián Solo. Ni siquiera pensó en lo que estaba haciendo, cuando reacciono, la música de Sorrento se había reanudado y ella tenía el agua del mar hasta las rodillas. Miro hacia atrás, la playa ya estaba un poco lejos, miro la espalda de Julián, ni siquiera se había movido; avanzo hacia él a pasos lentos e inseguros, sintiendo como la arena se desmoronaba haciéndola tambalear.
- Julián... - le llamo suavemente. El joven giro la cabeza y miro sobre su hombro antes devolverse casi por completo y mirarla.
- Saori... - y en ese momento el mar pareció despertar provocando una gran ola que cayó encima de ambos. Aquel torrencial llevaba tanta fuerza que ella penas y podía reponerse, si no fuese que Julián le ayudo a salir a la superficie y acercarse a tierra. Mientras ella se recuperaba, o al menos eso intentaba vio como Julián se deshacía del incoado y ahora empapado saco y de la corbata azul marino.
- ¿Estás bien? - le pregunto distante, actitud que sorprendió un poco a la chica.
- Sí.
- Me alegra. - y sus ojos parecieron traspasarla, la música de Sorrento había parado desde no sabía qué momento, y ahora solo se hallaba caminando la deriva y en círculos a una distancia moderada esperando a su señor.
- Julián, yo... - pero no hubo tiempo.
- Un gustó verte Saori. Adiós.
- ¿Adiós? - y él regreso un paso para volverla a mirar con tanta frialdad que no sabía cómo reaccionar.
- Si Saori. Adiós.
Julián se alejó seguido de Sorrento, perdiéndose en aquella obscuridad.<< Parece ser que no solo Corfú alberga tantos misterios como dicen... Poseidón también los tiene. >> - pensó, y no supo exactamente si lo decía por la reencarnación de aquel dios mitológico, o por el mar que por instantes se calmaba para regresar a un estado natural de caos.
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Caballeros del Zodiaco: La venganza en discordia.
RandomRencores del pasado, mentiras piadosas, batallas por el poder, dioses queriendo lo impocible, amores ocultos y una isla mitologica como campo de batalla. A todo esto tendran que enfrentarse Poseidon, Athena y Hades, si quieren ganar. [] Caballeros d...