- ¡Por favor!
- No puedo.
- ¿Por qué? – Julián se mordió los labios mientras apartaba la vista. Saori lo miraba fijamente y al borde de las lágrimas. El tiempo que había pasado en aquel laberinto habían sido días, en los cuales corría y se refugiaba en cada rincón que podía. Por las noches, el mino tauro parecía no seguirla, y ella aprovechaba a intentar escapar, pero aquel laberinto se reconstruía una y otra vez aunque ella intentara cortar las paredes de maleza con su espada. Sin embargo, Julián había pasado por allí, estuvo tentado a ni siquiera detenerse, pero los gritos de la joven lo hicieron dudar hasta que decidió entrar a aquel laberinto y no tardo en encontrar al monstruo. Una vez muerto, el laberinto desapareció lentamente ante sus ojos.
- No creo conveniente que nos vean juntos. Zeus no dijo nada de alianzas, pero tampoco creo que las apruebe.
- ¿Zeus? – pregunto ella evidentemente molesta mientras aventaba la suelo el casco y la espada. – Mírame a los ojos Julián y dime que es realmente por Zeus y no por otra cosa. Dímelo.
- ¿Qué rayos quieres de mi Saori? – grito furioso.
- Quiero tu ayuda. Necesito que alguien me enseñe a manejar el poder.
- No digas tonterías – se burló – eso es algo que nadie puede enseñarte. Tienes que descubrirlo sola. – dio media vuelta para marcharse. No podía seguir en ese lugar por más tiempo o cometería un error. Se conocía así mismo. Lo sabía.
- Julián. – y la voz de ella finalmente se quebró. Había querido parecer fuerte, pero aquello lo superaba en todos los sentidos. – no te vayas. Si lo haces, no voy a poder.
- Tu siempre has podido Saori. Siempre. – y comenzó a andar.
- La otra noche – le grito ella. – cuando te vi en la playa. Realmente me dio gusto verte. – y Julián se detuvo no seco. – me sentía tan sola que, realmente anhelaba algo de compañía.
- La mía o la de cualquier otro. – le dijo mirándola con cierto desprecio. – la de Seiya tal vez. O la de Abel. Nunca ha faltado quien cumpla cada uno de tus caprichos. Quien pele tus batallas.
- Se han terminado – dijo enjugándose las lágrimas. – ahora solo soy yo, aquí y ahora. Julián, sé que nos hemos hecho muchas cosas malas en el pasado pero ¿me odias tanto como para dejarme morir?
Julián hubiese querido realmente decirle que no quería estar cerca de ella porque la odiaba, porque le resultaba indiferente su vida, si vivía o moría a manos de alguna prueba de aquella lucha él no iba a sentirlo; deseaba e intento articular palabras similares a lo que pensaba. Pero la realidad era otra. La quería. Julián Solo amaba a Saori Kido; y ni el mismo espíritu de Poseidón aleteando dentro de sí, podía evitarlo o cambiarlo.
- Basta Saori. No digas esas cosas. No vas a morir.
- ¿Me ayudaras? Por favor. – Saori pensaba que el motivo por el que Julián no deseaba ayudarle, era porque no había perdonado que lo encerrara no los antiguos tiempos en el ánfora de Athena, o que hubiese intervenido en su plan para inundar el mundo. Se sentía sumamente apenada pidiéndole ayuda, ¿pero quién mejor que él, otra reencarnación, para poder ayudarle a descubrir cómo manejar los poderes de la diosa que llevaba dentro?
- Lo único que puedo ofrecerte, es permitir que estemos juntos en esto. Que nos hagamos compañía lo que dure estas pruebas. Pero no esperes que me convierta en tu maestro. ¿De acuerdo?
No era lo que ella había pensado obtener como respuesta, pero era mejor que ir sola por la isla y sin saber que hacer o a donde ir. Almenas con él, podría observar de cerca los poderes de un dios e intentar imitarlos.
- De acuerdo. – dijo firmemente. Recogió sus cosas y hecho a andar al lado de él.
Eris, frunció el ceño al ver la imagen de ellos dos juntos. Algo dentro de ella estaba perturbado, pero intento tranquilizarse. Dos reencarnaciones no era nada contra los poderes de un auténtico dios liberado. Además, tenía a Zeus de su lado.
Se puso en pie y camino hasta el trono donde se hallaba el gran dios. Sentado allí y con la cabeza baja, parecía estar en un profundo sueño. Eris tomo una flor purpura que tenía en su cabello y la paso cerca de la nariz del dios que respiro lo que parecía ser una clase de polen que poco a poco desintegraba pétalo por pétalo la flor, al punto de desvanecerla por completo. Sus ojos ni siquiera se abrieron, volvió solo a quedar en ese estado vegetativo en le cual había caído desde hacia días.
En ese instante, Afrodita era liberada del hechizo de Narciso al ser este último atravesado por la espada de Ares que lo había sorprendido por la espalda.
- ¡Demonios Afrodita! ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
- No lo sé. – respondió ella confundida.
- Ustedes las mujeres siempre tan complicadas y vanidosas. Esa misma vanidad las matara algún día. Lo sé. – y comenzó a caminar.
- ¿A dónde vas?
- Tengo que continuar mi camino; Hades nos lleva ya mucha ventaja.
- ¿Puedo acompañarte?
- Has lo que quieras. – respondió rodando los ojos. Afrodita se sintió ofendida ante la poca cortesía de Ares, pero necesitaba a alguien que hiciera los trabajos difíciles por ella, o no avanzaría, y deseaba ser ella la ganadora. Ares, era el hombre perfecto, impulsivo y tenaz, no se dejaría vencer fácilmente. Llegaría lejos en aquella batalla y ella junto con él. Ya después se encargaría de aniquilarlo.
- Siempre he hecho lo que he querido, guapo. – y con una sonrisa coqueta y un contoneo de caderas paso a su lado mientras despedía un agradable perfume que le hizo recordar viejos tiempo al aguerrido dios.
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[] NOTA:
Este es mi 5to. capitulo. Nunca lo creí posible.
Gracias a todos los que me han leído, hasta ahora. Espero lleguemos juntos hasta el final de este fic.
Adoro cada uno de sus comentarios. Quedo a sus ordenes.
Besos y bombones para mis 5 lectores.
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Caballeros del Zodiaco: La venganza en discordia.
RandomRencores del pasado, mentiras piadosas, batallas por el poder, dioses queriendo lo impocible, amores ocultos y una isla mitologica como campo de batalla. A todo esto tendran que enfrentarse Poseidon, Athena y Hades, si quieren ganar. [] Caballeros d...