Abel vio subir al cielo las dos luces brillantes que representaban el alma divina de Eolos y Deméter; sus puños temblaron con impotencia y una lágrima quiso escurrírsele. Aquello era el límite.
Aunque Zeus le había prohibido rotundamente regresar al palacio de mármol blanco que había hecho emerger, no podía quedarse con los brazos cruzados. Se tele transporto hasta el recinto pero se sorprendió al notar que solo había quedado a las afueras.
- ¿Por qué? – pregunto en murmullo. En cuanto dio un paso para avanzar, un escalofrío lo invadió. Algo ocurría. A medida que continuaba el silencio de aquel lugar le parecía cada vez más extraño y lúgubre. – ¡oh gran Zeus! ¿Dónde se encuentra mi señor? – pero no hubo respuesta. Cualquier rincón la que mirara se hallaba vacío.
- ¡Abel! ¿Qué haces aquí?
- Eris! Que sorpresa verte aquí. – respondió mientras miraba a la mujer que tenía tras de sí. – no te he visto participar.
- Renuncie a la batalla. No me interesa conocer el secreto de Zeus. – respondió despectivamente.
- ¿Porque? – la pregunta fue hecha en un tono metódico y analítico, si antes sabía que algo iba mal, ahora sabía que Eris tenía algo que ver en ello.
- Simplemente quiero evitarme la fatiga.
- ¿Has estado aquí todo este tiempo?
- No, acabo de llegar. Buscaba a Zeus pero parece ser que no está.
- Algo extraño, ¿no crees?
- Nada es extraño si se trata del supremo dios – y acompaño sus palabras con una risa juguetona. – te han dejado a cargo de supervisar la travesía por la isla, ¿no es así? Si gustas, puedes darme tu recado y yo se lo diré a Zeus. Esperare aquí hasta que llegue. – Abel dio un último vistazo alrededor y diviso la puerta del salón principal al final del pasillo, aquel en donde se había llevado acabo la reunión de los dioses.
- Prefiero seguir buscando. – y a pasos rápidos se dirigió al salón ignorando las suplicas e insistencias de Eris.
- Abel por favor, no es necesario que pierdas tiempo, si gustas yo te avisare cuando Zeus regrese.... Abel... Abel ¡no! – y fue demasiado tarde, justo cuando ella se abalanzaba para impedir que abriera las puertas, estas se abrieron con un sonido seco y sonoro que se repitió en eco. La respiración de Abel se cortó, dentro se hallaba Zeus inconsciente sentado en su silla, y en el piso estaban Tetis, Sorrento y Atlas.
- ¿Pero que ha pasado aquí? – grito mientras encaraba al diosa que cerraba las puertas tras de sí.
- Hubiera preferido que no te enteraras, no estaba en mis planes inmiscuirte a tí o a ellos. Pero... fueron tan leales a sus dioses que prefirieron venir a husmear el porqué de algunas circunstancias. – dijo lentamente como si le explicara a un niño o a un idiota.
- ¿Qué has hecho? ¿Eris que demonios has hecho? ¿Porque?
- ¿Porque? ¿Tú vienes a pedirme explicaciones? – la diosa exploto. – porque siempre me han rechazado, porque desde tiempos inmemorables yo he tenido que cargar con la culpa de todo, he sido menospreciada, humillada, sometida a acuerdos sin mi consentimiento, jamás me han visto como su igual. ¿Quieres más explicaciones?
- Estas loca Eris. – y corriendo hacia Zeus pretendió despertarlo. – Zeus, señor...despierte.
- Es inútil.
- ¿Los mataste?
- ¿Y alertar a Hades? Si los mataba Hades tendría que juzgarlos, y eso lo pondría en alerta. No soy estúpida. Los he dejado en el limbo, aun no mueren, pero les falta poco. – y sonriéndole burlonamente le mostro su mano en donde se elevaba una flor purpura.
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Caballeros del Zodiaco: La venganza en discordia.
RandomRencores del pasado, mentiras piadosas, batallas por el poder, dioses queriendo lo impocible, amores ocultos y una isla mitologica como campo de batalla. A todo esto tendran que enfrentarse Poseidon, Athena y Hades, si quieren ganar. [] Caballeros d...