Ellas mueren y los dioses lloran.

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[] 2 capítulos para dar Fin.

Athena vio como sus dos compañeros se deshacían poco a poco en fuerzas. Y por un momento sintió que el mundo caminaba en lento.

Doce titanes liberados y enfrentándose a ellos tres. Era una locura y sin embargo le apostaban al instinto de supervivencia.

- ¡Cúbreme! - le grito Hades a Poseidon, y entre los dos atacaban a dos de ellos, mientras que el resto estaba entretenido con las multiplicaciones de Athena. Era un poder bastante útil, pero demasiado agotador. Se inclinó tomando su cabeza entre las manos.

- ¿Estás bien? - le pregunto Poseidón a su lado.

- No. Ya no puedo. - confeso.

- Comprendo... ¡Hades! ¡retirada! - el dios del inframundo lo miro sorprendido.

- ¡No!

- No vamos a poder con ellos - y lanzo una ola contra los que venían hacia ellos. - Saori ya no puede mantener el ritmo.

- Ya estamos aquí. No podemos irnos.

- ¡Ya no podemos Hades! No sigamos engañándonos... las flores nos han matado ya. Solo tenemos que esperar. - Hades miro el brazo de su hermano. Tenía razón, moriría en cualquier momento. La herida se había abierto más, al grado de llegarle al codo, y cubrirle todo el brazo en sangre que caía en gruesas hileras al suelo. Y qué decir de él mismo. Hacia un momento, durante la batalla, había recibido un golpe fuerte que lo había hecho toser fuertemente y vomitar sangre. Se repugnaba a sí mismo, pareciese que era un simple mortal.

- ¡Cuidado! - y Saori se puso frente a ellos con el escudo para evitar el golpe enfurecido de un titán que había llegado hasta ellos. Los otros once se acercaban corriendo para cimentar el ataque.

- Marcharnos significaría que hemos perdido... - murmuro Hades - yo le he prometido que la liberaría... - Poseidón que ayudaba a Athena a sostener le escudo, miro a su hermano. Lo entendía perfectamente. La impotencia de no proteger lo que amas.

- Moriremos de todas formas... - murmuro Athena. - ¿qué más da morir aquí o en otro sitio?

- No. Tienen razón. No podremos. Vámonos. - y conjurando sus últimas fuerzas, iba a lanzar el último ataque, cuando el suelo tembló completamente. Los titanes se miraron extrañados mientras una luz purpura se elevaba lentamente al cielo. La isla entera comenzó a transformarse, la naturaleza parecía marchitarse por instantes y luego renacer.

- Esa es el alma de... - dijo Athena.

- No... no... - murmuro Hades lentamente - ¡No! ¡pero qué hiciste Pandora! - y callo de rodillas destrozado de dolor. - ¡eres una tonta! - grito desesperado.

- Reacciona. Levántate... - le dijo su hermano intentando hacerlo salir de ese trance. - Hades... Hades... - Saori los miro. Ambos estaban heridos y cansados en todos los sentidos. Ellos no iban a morir. No si ella lo impedía. Hizo una jaula alrededor de ellos, hecha con su proprio cosmos, idéntica a la que había hecho antes para proteger a Hades de Can Cerberos.

- Saori... ¿Qué estás haciendo? - pregunto Julián alarmado.

- Las flores se han marchitado, y ustedes necesitan tiempo para recuperarse por completo. Les voy a dar tiempo. - se colocó el casco nuevamente y ya iba a enfrentarse con los titanes que se mofaban de ellos cuando Julián logro tomarla del brazo.

- No lo hagas. - le dijo. - por favor.

- Estaré bien. - y con fuerza se soltó del agarre de él y hecho a correr en dirección al santuario blanco.

A medida que avanzaba los titanes la atacaban con fuerza. Los arboles caían a su paso obstaculizándole los movimientos.

- Tengo que llegar. Tengo que llegar - se decía una y otra vez. Avanzaba y atacaba, avanzaba y atacaba. Era una mala estrategia, pero todo mejoraría cuando estuviera cerca del santuario; solo esperaba que Hades y Poseidon hicieran el resto.

Mientras tanto. Julián intentaba liberarse de esa jaula. Pero apenas y comenzaba a tener fuerzas. La herida había dejado de sangrar, pero continuaba desapareciendo muy lento.

- Era una tonta. - murmuro hades como si no prestara atención a lo que ocurría.

- Lo hizo para ayudarnos.

- No tenía que meterse en esto.

- Se sentía culpable.

- Maldita Eris... juro que la enviare a tártaro...

- ¡Eso es! - grito de alegría Poseidón. - Hades... ¿puedes crear un portal a tártaro?

- Necesito mucho poder. Aun no estoy recuperado, pero puedo intentarlo.

- Yo te ayudo... hazlo en el mar...

Y ahí estaba finalmente. Hermosamente lúgubre como hacia treinta días atrás. Al fretne el santuario, tras ella los doce titanes. Estaba rodeada.

- Has sido muy valiente al llegar hasta aquí.

- Eris...

- Que lastima que solo haya sido para morir. Atravesar toda la playa solo para caer ante los titanes.

- Las flores se marchitaron...

- Lo sé. - respondió molesta - esa inútil... pero qué más da. Lo hecho esta. Aun estas muy agonizante como para enfrentarme.

- ¿Enserio lo crees?

- A ella... - y a esa simple orden los titanes se abalanzaron contra Saori. Llevaban tantos años encerrados y tenían un gran resentimiento contra los dioses que eran manipulables por ese único sentimiento. Eris, sonreía. - una menos. Faltan dos.

- Entonces empecemos. - y Eris sintió el filo del tridente marino en su espalda.

- Así que ya están aquí... bien. Terminemos con esto. - y empezó a luchar contra Poseidon. - ¿dónde está la caja?

- No la tenemos...

- Mientes...

Saori logro herir a varios titanes, no de gravedad, pero si lo suficiente para encender la ira de todos.

- ¡Ahora! - grito. Y Poseidón extendió los brazos formando un remolino bajo el mar que se azotaba bajo el risco donde estaban. El remolino poco a poco se volvió más y más grande hasta dejar ver el centro de la tierra.

- ¡Imposible! ¡detente! - grito Eris mientras avanzaba hacia Poseidón para herirlo con una espada.

- Despídete de tus titanes Eris. - escucho la voz de Saori. Y en ese momento, Hades lanzo un ataque que hizo retroceder a los titanes al grado de hacerlos tambalear en el filo del abismo.

- No lo permitiré. - Saori detuvo a Eris, quien iba dispuesta a impedirlo. Pero en el momento en que Hades inyectaba más poder al ataque y los titanes caían a la puerta del tártaro, Eris la arrastraba consigo también al abismo.

- ¡Athena! - grito Hades y Poseidon, reaccionando abrió los ojos solo para ver como la joven desaparecía, cayendo al mar.

¡Saori! - grito con todas sus fuerzas. Pero era tarde. El remolido se había sellado, y con él, la puerta del tártaro.

Caballeros del Zodiaco: La venganza en discordia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora