Zeus miraba desde su trono labrado en mármol el estanque de agua en el que se reflejaba cada rincón de la isla, servía a especie de mapa para localizar a cada dios y su avance en la carrera.
Su hermano Hades llevaba por mucho la delantera, habían transcurrido apenas veinticuatro horas y ya estaba marcando una gran diferencia sobre los demás. Sonrió satisfecho mientras los veía moverse a lo largo y ancho de la isla.
- Bienvenidos, hermanos. – había dicho con elocuencia y una sonrisa extraña, cuando a su llegada se presentó ante todos los dioses.
- Un gusto saludarlo, gran Zeus. – dijeron todos a coro, excepto Hades y Poseidón, que sentían un evidente rechazo hacia su hermano.
- ¿Hacia cuanto que no nos reuníamos los doce? – y miro a todos aquellos que conformaban en el pasado el panteón principal griego, luego a los demás – Y qué decir de ustedes. Me alegra que sigan presentes, cerca de nosotros.
- Comienza a hablar hermano, perdemos la paciencia. – Hades pareció retarlo con la mirada, y en el fondo disgusto a Zeus tal acción, pero disimulo tan bien con una sonrisa que incluso todos sintieron miedo.
- Tienes razón, no quiero hacerles perder su tiempo.
- Comienza ya Zeus. – dijo impaciente Deméter.
- No prolongues más esto. – dijo Abel mientras se sentaba cómodamente en un trono continuo. Zeus había hecho emerger del suelo un gigantesco templo griego de mármol blanco, oculto a la vista humana, pilares y estatuas y un exquisito aroma a incienso y rosas tildaban la estancia.
- Claro, sé que están impacientes. Pero, si han esperado siglos por esto, ¿Qué más da unas cuantas horas más? – en todos ellos notaba la impaciencia, excepto en su hija Athena, que miraba con timidez a cada uno de ellos intentando comprender. – ¿Pasa algo Athena? – y la mirada de todos se clavó en ella.
- No. – dijo tímidamente. Abel le había dicho que no preguntase absolutamente nada, que si tenía dudas se las hiciese a él, jamás a Zeus o al alguien más.
- Bien, entonces pongamos las reglas de juego. – inmediatamente lanzo un rayo al centro del salón, del cual se erigió un estanque de agua tan cristalina que podía verse incluso las entrañas de la tierra ante la fascinación de todos. Inmediatamente con un movimiento de manos del dios, el agua comenzó a moverse y a aparecer la imagen de la isla. – están aquí solo por una razón, y es conocer el secreto de los poderes supremos del universo, secreto que se me fue confiado solo a mí. Sin embargo, estoy dispuesto a compartirlo con aquel que se a digno; para ello, se enfrentaran en una carrera por la isla, se enfrentarán a diversos obstáculos que irán apareciendo en el camino y también entre ustedes. Ganará el privilegio quien encuentre el cofre que guarda el secreto.
- ¿Y que pasara cuando eso ocurra? – pregunto Afrodita mientras sonreía emocionada.
- Compartirán el trono junto a mí. – el murmullo apareció entre los presentes, sobre todo no los más jóvenes como Apolo, Afrodita, Eolo, Dionisio y Hermes.
- ¿Y con los que no lo logren? – la voz de Poseidón se alzó por encima de aquel ruido haciéndolo cesar de inmediato.
- No pasara nada hermanito, conservaras tu trono marino, si es lo que te preocupa.
- Una cosa más Zeus. Por si no lo has notado, Athena y yo somos las únicas reencarnaciones aquí, ¿no resultara esto una desventaja?
- Si lo creen así, libérense entonces. – Poseidón frunció el ceño, su hermano había sido cruelmente sarcástico. Todos saben que un dios no puede abandonar el cuerpo de su reencarnación después de que ha pasado mucho tiempo dentro de él, sin que el cuerpo humano muera durante el proceso. En ese caso, Poseidón había compartido con Julián demasiadas cosas, le parecía injusto sacrificarlo de esa forma. Zeus podría hacerlo, liberarlos a ambos, pero no lo haría. - ¿alguna pregunta más?
Los dioses callaron.
- Perfecto. Entonces que dé inicio. – y lanzando un rayo la cielo que volvió a cegarlo todo, envió o cada dios a diferentes partes de la isla, separados uno de otros.
- Mi señor. – dijo Eris haciendo una profunda inclinación sacado a Zeus de sus pensamientos y haciéndolo regresar a la realidad. - ¿Cómo marcha todo?
- Han comenzado a moverse.
- Perfecto. Tal como lo hemos planeado desde la antigüedad, señor. – y no pudo evitar sonreír satisfecha.
Mientras tanto, Saori se ocultaba llena de miedo del gigantesco minotauro que la perseguía por aquel laberinto de follaje cuyas paredes ella cortaba con la espada de su armadura, y sin embargo volvían a crecer una y otra vez impidiéndole el camino.
En otro lado de la isla Poseidón se enfrentaba a una completa pesadilla, Medusa revivida lo perseguía sin cansancio intentando vengar la afrenta que le había hecho en el pasado.
Hades también tenía sus problemas al enfrentarse a una guardia entera de Arpías que, al pertenecer al nivel de preolímpicos, eran inmunes a los poderes de cualquier dios.
Afrodita ni hablar, había caído en el encantamiento de Narciso, pues la había hecho mirarse en un estanque encantado por él y la diosa, al verse reflejada, no podía apartar sus ojos de su reflejo, mientras que el tiempo transcurría y transcurría.
Ares en cambio estaba empecinado en una batalla a muerte con Halirrotio, pues este había regresado a vengarse de la muerte pasada en la que le había hecho caer.
Así, cada dios se enfrentaba a sus peores pesadillas, mientras Eris y Zeus miraban complacidos las escenas y planeaban los siguientes movimientos.
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Caballeros del Zodiaco: La venganza en discordia.
RandomRencores del pasado, mentiras piadosas, batallas por el poder, dioses queriendo lo impocible, amores ocultos y una isla mitologica como campo de batalla. A todo esto tendran que enfrentarse Poseidon, Athena y Hades, si quieren ganar. [] Caballeros d...