Todo inicia hoy.

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- ¡Vamos Afrodita! – dijo riendo la diosa mientras se dejaba caer en un monto de almohadones tan suaves que la hicieron levemente rebotar. - ¿sigues molesta por la broma de la manzana de oro?

- Deberías haber sido encerrada y maldecida por todos los tiempos Eris. – bufo afrodita mientras peinaba su rubia cabellera al filo del balcón. Aunque Eris se sintió ofendida por aquel comentario, prefirió tomarlo con calma, ya tendría oportunidades para vengarse.

- No sé de qué te quejas. – dijo con indiferencia – al final de cuentas, Paris te eligió a ti.

- Y desencadenamos la guerra de Troya.

- Todo sea en nombre del amor. – y dejo escapar una risita burlona y divertida.

- Al meno,s hacían una linda pareja. – suspiro la diosa del amor mientras se remontaba a aquella época de oro.

- Como sea. Derramando miel no vas a conseguir nada, al contrario, perderás.

- ¿Tan segura estas de tu victoria? – pregunto Afrodita mientras se acercaba a su compañera y la miraba reflexivamente.

- Realmente no me interesa. Quien gane o pierda, me da lo mismo. No participare.

Afrodita guardo silencio, sabía lo traicionera que solía ser Eris, y sin embargo prefería tenerla cerca para saber cada movimiento.

- Hablemos mejor de otros temas. ¿Quiénes habrán llegado ya? – y se sentó junto a Eris quien comía despreocupadamente una racimo de uvas frescas.

- Abel, Poseidón, Athena, Hades, Ares... - frunció el ceño intentando recordar alguno más. – Artemisa creo que ha llegado anoche.

- Bien, y yo he sabido de Aeolos, Dionisio y Deméter y el boquiflojo de Hermes.

- Casi estamos completos.

- Eso parece. Lo cual indica que el inicio está cerca.

- El final querida... el final.

- Puede... - y no pudo evitar lanzar una carcajada.

- ¿Quién crees que sea el más débil? – menciono Eris comenzando a tejer su telaraña de discordia.

- Las reencarnaciones por supuesto. Sus cuerpos mortales les impide desplegar por completo sus poderes.

- ¿Lo crees? Hades lo manejo muy bien con su cuerpo mortal, y Poseidón enfrento a Athena y perdió... quizá no todas las reencarnaciones sean tan débiles como dices, después de todo.

- Tienes razón, también se enfrentaron a ti y perdiste triste y vulgarmente. – le sonrió burlona a su compañera antes de salir de la habitación de hotel que se habían conseguido para esperar.

Eris bufo y hubiera destruido la puerta que se cerró tras la hermosa espalda de afrodita, si no fuera que sus planes iban más allá.

<< Una segunda guerra de Troya... >> - pensó. Y suspiro hondamente.

Mientras tanto, Saori meditaba en un acantilado a las afueras de la zona hotelera, ahí donde no existía ninguna clase de ruido salvo el del viento y su aparente eco.

Intentaba desarrollar por si sola su poder, elevar su cosmos. En una ocasión había escuchado decir a Shaka, que cuando pudiera tirarse de un acantilado, y su cuerpo mortal saliese ileso, su parte divina estaría completamente despierta y viva dentro de ella.

Aquel acantilado era la prueba máxima, llevaba ahí horas, y cuando había intentado siquiera mirar hacia abajo, aquel vacío le aterraba y sentía ganas de llorar. Se sentía tan débil, tan torpe.

- No pensaras suicidarte... ¿verdad? – no fue el tono preocupado lo que llamo su atención, si no la tesitura de la misma, ¿cómo olvidarla?

- Abel. – murmuro y lentamente lo encaro. – ¿qué haces aquí? – y en su pregunta hubo cierta agresividad.

- Lo mismo que todos los demás, esperando el momento de la llegada de Zeus.

- ¿Zeus vendrá?

- ¿Acaso no lo sabes? ¿No es por el duelo de dioses que estas aquí? – el rostro de su hermana, le hizo saber que efectivamente, ignoraba lo que acontecía en aquel momento o en lo posterior.

- ¡Lo que tenga que saber dilo ya! – exclamo desesperada. Abel medito un momento.

- Desde el inicio de los tiempos, Zeus se ha enfrentado la inconformidad del resto de los dioses quienes anhelan compartir el máximo poder; él prometió que quien ganase en una guerra limpia, se le revelaría el origen del poder divino de todos los dioses. Y esa guerra, está por comenzar.

- ¿Ahora?

- Fue predicho por tantos oráculos que me impacta no lo recuerdes.

- ¿Recordarlo? Mejor dicho ignorarlo por completo, no sabía nada de eso. Me opongo a semejante cosa, ¿sabes lo que ocurrirá si eso...?

- Lo sé - la interrumpió con serenidad. – pero incluso tú estabas de acuerdo; el hecho que hayas elegido Corfú para que fuese tu lugar de descanso, ¿no te da una idea?

Saori lo medito un momento, y un ligero atisbo de recuerdo pareció llegarle, aunque de forma muy confusa.

- No participare. – dijo lentamente.

- No es opción esa respuesta.

- No quiero – dijo molesta mientras fulminaba a Abel con la mirada. – nadie puede obligarme, no lo hare. No luchare contra los demás intentando hacerle competencia a Zeus. Es absurdo.

- O participas o de todas formas morirás. Piénsalo. – sus palabras sonaron tristes, como si cada una le hubiese dolido, amaba a su hermana, pero sabía lo terca que podía llegar a ser, la conocía perfectamente, no quería verla morir en ningún sentido.

- No comprendes... es que no puedo. – Abel miro exclusivamente su rostro, se había descompuesto en una mueca agonizante. – me harán trizas.

- Me derrotaste a mí, a Eris, al mismo Hades, incluso a Poseidón... no debes temer – y dio media vuelta para marcharse.

- No he sido yo, sino los caballeros de bronce, Seiya y los demás... los dorados... no yo. – las palabras de ella lo detuvieron a unos cuantos pasos.

- Entonces, estas en problemas serios.

- Enséñame... ayúdame... Abel, si tu o me ayudas estaré perdida. Por favor hermano. Piedad. – la calidez del abrazo de ella revolvió en las entrañas de él las ganas de protegerla y abrazarla. Apenas había hecho un mínimo movimiento cuando un rayo cayó muy cerca de ellos, el estruendo fue tan grande la tierra pareció apenas soportarla, le horizonte se estremeció y aquel esplendor provocado fue visto en cada rincón de la isla.

- ¿Pero qué es eso? – dijo Saori sin poder apartar la vista de la luz cegadora.

- La señal... - respondió Abel en un susurro inaudible, que se perdió por completo.

Caballeros del Zodiaco: La venganza en discordia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora