Capítulo 5

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"peleas"

El ambiente en la mesa se volvió tenso tras lo que habíamos visto en la televisión. La mirada de Gia era como un rayo, taladrándome mientras intentaba poner en orden mis pensamientos. Me sentía expuesta, atrapada en una red de especulaciones y murmullos, pero lo que más me perturbaba era la presencia de Luca a mi lado, con su sonrisa contenida y esa arrogancia que me sacaba de quicio. No podía soportarlo.

La voz de mi padre rompió el silencio pesado, queriendo cambiar de tema. —¿No están felices de ver a Luca? —preguntó, ajeno a la tormenta que se desataba. Antes de que pudiera responder.

—¿Desde cuándo son tan amigos, eh? —dije, inclinándome hacia Benjamín. No podía dejar que esto se convirtiera en un espectáculo pero en cualquier momento se convertía en uno.

—Eso debería preguntártelo a vos —respondío con desdén, mientras señalaba la televisión con su mirada.

—¿Por qué no me contaste que vendría?.

—Querido, acompáñame adentro un ratito —mi abuela se levantó de la mesa con la ayuda de Theo. Ella sabía lo que se vendría.

Benjamin se cruzó los brazos, desafiándome —. Quizás porque no creí que fuera relevante, ¿sabes?.

—¡Sos un idiota! —grité, dejando que mi frustración saliera de una vez —. ¿Por qué lo fuiste a buscar al aeropuerto?

—¡Bianca! —furiosa habló mi madre, golpeando su mano contra la mesa.

Sus ojos mirándome con desafío. —Solo pensé que sería una buena idea que estuviera acá.

—Una buena idea... claro. ¿Y? ¿no pensaste en mi? —mis palabras se cortaban el aire, y la tensión crecía entre nosotros.

Mis palabras resonaron en la casa, desnudando la incomodidad que se había asentado entre nosotros. Benja no respondió.

Luca, en cambio, observaba la escena con una sonrisa oculta, como si disfrutara de la lucha entre hermanos. Esa mirada me irritaba aún más. ¿Por qué tenía que estar ahí? Era su culpa que todo estuviera tan enredado. Me giré hacia él, queriendo encontrar respuestas—. ¿Qué pasa? ¿Estás disfrutando del drama familiar?.

—No, solo intento entender la dinámica familiar —replicó, su voz fría y sarcástica, y eso me hizo hervir aún más.

Solté un chasquido de molestia—. Solo te importa tu propio entretenimiento. ¿Y vos, Lisandro? ¿Qué pensas de todo esto? —giré hacia mi papá, buscando su apoyo, pero su mirada era un mar de confusión.

—No estoy seguro de lo que está pasando... —murmuró, evidentemente incómodo por la situación —. Solo pensé que hoy sería un día relajado.

La rabia se acumulaba en mi interior. ¿Por qué no podía simplemente disfrutar de un almuerzo en familia?—. ¿Te parece divertido estar en medio de esto? —agregué, dirigiéndome a Benjamin, que aún se mantenía desafiante.

—Solo te pido que no lo hagas más difícil, Bianca —dijo, su voz baja pero firme—. No soy tu enemigo

—¿Mi enemigo? —repliqué, alzando la voz. —. Vos elegiste no contarme que iba a estar en la casa. ¡Y vos! —me volví hacia Luca, cuya expresión seguía siendo imperturbable—. ¿No tienes nada que decir al respecto?

—Solo estoy acá porque tu hermano me invitó —dijo, encogiéndose de hombros—. No tengo control sobre lo que hacen las personas.

La rabia burbujeó en mí—. Pero deberías tenerlo. No sos un nene, Luca. Te conoces a vos mismo mejor que nadie.

La discusión se tornó intensa, cada palabra agudizando la herida. De repente, la voz de Benja se alzó sobre el resto. —Bianca, basta. Solo estamos tratando de pasar un buen rato. No quiero que esto se convierta en un espectáculo.

—¿Un espectáculo? —me burlé—. Mira lo que está pasando. Todos nos están mirando. ¿Crees que esto es normal?

—Yo no estoy haciendo nada —Luca se atrevió a decir, su mirada fija en mí. —Quizás vos sos la que necesita calmarse.

Mis ojos se estrecharon en furia. —¿De verdad crees que tengo que calmarme? —desafié, sintiendo que el nudo de tensión se hacía más fuerte entre nosotros.

Fue entonces cuando la conversación cambió de rumbo, y mi mente se llenó de preguntas. No podía dejar de pensar en las imágenes que habíamos visto en la pantalla. Las miradas que intercambiaron Luca y Theo, esa chispa de celos en los ojos de Luca, lo que se reflejaba en su postura cuando hablaba con Theo. Esa sensación de que había algo más.

—Vamos a comer —hablo mi mamá, intentando mantener la calma. Pero en mi interior, la tempestad continuaba, y sabía que esto era solo el principio de un largo camino lleno de tensiones y secretos.

La tensión se volvió insoportable, y antes de que me diera cuenta, ya estaba de pie, dejando el ruido de las voces a mi espalda. No podía soportarlo más. Caminé con pasos firmes hacia la salida, deseando que el aire fresco calmara. Gia me seguía con la mirada, pero no me importaba; necesitaba escapar de esa mesa, de esas miradas inquisidoras y de la presencia de Luca.

Al pasar por el living, lo vi. Theo estaba allí, sentado junto a mi abuela, quien le hablaba en un tono calmado, ajena a la tormenta que había dejado en la mesa. Agarré las llaves del auto, sin prestarles atención, y me dirigí hacia la puerta.

—¿A dónde vas? —Theo apareció detrás de mí, siguiéndome de cerca, con el ceño fruncido, sin entender nada.

—A ningún lado, Theo, solo necesito... necesito salir de acá —le dije, evitando mirarlo a los ojos mientras abría la puerta del auto. Pero antes de que pudiera subir, Theo se interpuso, cerrando la puerta con una firmeza que me hizo levantar la mirada hacia él.

—Bianca, espera —su voz era tranquila, pero sus ojos me miraban con una mezcla de duda y determinación—. Esas fotos... —hizo una pausa, tragando saliva—. ¿Quién es el chico que aparece con vos?

Mi corazón se detuvo un segundo. No quería responder, no quería que él se enterara de la verdad. Respiré profundamente y me obligué a sonreír, tratando de sonar casual.

—Solo es un amigo de la infancia, alguien que no significa nada, Theo. ¿Por qué estás tan preocupado?

Él me observó, buscando algún rastro de verdad en mi respuesta, pero no parecía convencido—. ¿Un amigo? —repitió lentamente, como si probara el peso de esa palabra—. Bianca, yo solo quiero saber qué está pasando. Estas fotos y esa tensión en la mesa... siento que no me estás diciendo todo.

Sentí un nudo en la garganta, una mezcla de frustración y rabia contenida. No podía dejar que Theo descubriera la verdad, no cuando ni yo misma la entendía por completo—. Theo, por favor, confía en mí. No tiene importancia.

Él asintió, aunque su expresión mostraba dudas, y retrocedió un paso. Me dio espacio, pero sabía que esta conversación no había terminado, que en algún momento tendría que enfrentar lo que escondía. Sin decir nada más, subí al auto, dejando a Theo ahí, mirando cómo me alejaba, con preguntas que ni yo misma podía responder.

INMARCESIBLE | @cybervicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora