La conexion con la oscuridad

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El sol comenzaba a alzarse en el horizonte, inundando la oficina subterránea con una tenue luz que parecía desvanecer el miedo. Pero la tensión aún colgaba en el aire. Nadie se atrevía a bajar la guardia después de lo que habían vivido.

Tomás se sentó frente a los monitores, revisando las imágenes de las cámaras. Las marionetas estaban inertes, pero el aire parecía cargado, como si El Hombre aún estuviera acechando en las sombras. Tomás frunció el ceño, concentrado en las pantallas, mientras Miguel y Mike se acercaban para observar.

—No hay señales de movimiento, pero tampoco confío en esta aparente tranquilidad —murmuró Tomás.

Miguel se pasó una mano por el cabello, mirando la pantalla con cautela. —¿Qué crees que El Hombre planea hacer ahora? Sabe que estamos listos para luchar, que ya no somos sus simples víctimas.

Mike observó el suelo, recordando lo que la marioneta de Alan le había dicho en el altar: "Eres la clave para su regreso." Sentía el peso de esas palabras, como si El Hombre hubiera estado observando su vida desde siempre, esperando el momento adecuado para atacar.

—No sé qué quiere realmente de mí, pero ya no podemos permitir que siga usando esta casa como su coto de caza —dijo Mike finalmente, con una mezcla de miedo y determinación en su voz—. Si El Hombre necesita esta casa para manifestarse, tal vez podamos usar eso en su contra.

Elizabeth, que había estado en silencio, miró a su esposo y luego a Tomás, formulando una idea. —¿Y si intentamos indagar más en la historia de este lugar? Quizás hay algo que pueda ayudarnos a entender mejor su conexión con la casa... o contigo, Mike.

Tomás asintió lentamente. —Es una buena idea. Si logramos encontrar alguna evidencia más concreta, podríamos hallar el modo de sellar esta casa y romper su conexión con este lugar.

Miguel miró alrededor, como buscando algún indicio. —¿Alguna idea de dónde deberíamos empezar?

—Según mis investigaciones —dijo Tomás, abriendo su libreta—, ademas de la altar hay otra camara aún más profunda, inaccesible desde las escaleras normales. Los planos indican una especie de túnel escondido en una de las habitaciones de esta misma oficina.

La tensión volvió a incrementarse al escuchar esto. Después de tantas sorpresas, descubrir otro nivel más bajo en la casa no era una perspectiva alentadora, pero sabían que no podían detenerse.

Mike tomó una linterna y asintió hacia el grupo. —Entonces, ¿esperamos a que todo empeore o vamos ahora?

Miguel sonrió levemente, en un intento de calmar los nervios. —Lo mejor será hacerlo de una vez. Ya hemos venido hasta aquí, y no hay vuelta atrás.

Guiados por las indicaciones de Tomás, comenzaron a revisar las paredes y el suelo de la oficina. Finalmente, en una esquina olvidada de la sala, Mike encontró una losa de piedra que parecía fuera de lugar. Con la ayuda de Miguel, movieron la pesada losa, revelando una trampilla oculta que llevaba a un oscuro túnel.

—Ahí está... —susurró Tomás, encendiendo su linterna con manos temblorosas.

Bajaron por una escalera angosta y oxidada, el eco de sus pasos resonando en el túnel. El aire era denso, cargado con el aroma rancio del encierro y la humedad. Finalmente, llegaron a una pequeña cámara, iluminada solo por las linternas que portaban. En el centro de la sala, una serie de extraños grabados cubrían las paredes.

Elizabeth se acercó a uno de los grabados, recorriéndolo con sus dedos. —Esto parece... como una especie de ritual.

Tomás, observando de cerca, asintió lentamente. —Así es. Este lugar es mucho más que una simple cámara. Es un sitio de sacrificio. Creo que El Hombre realizó algún tipo de pacto aquí. Un ritual oscuro que lo ató a la casa, alimentando su poder a través del dolor y el sufrimiento de aquellos que se atreven a cruzar estas puertas.

Mike sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al comprender el horror de la situación. —¿Y cómo rompemos un pacto como ese?

—Eso... aún no lo sé —dijo Tomás, su voz temblando con frustración—. Pero quizás estos grabados puedan darnos una pista. Parece que representan una especie de historia... sobre alguien que deseaba conquistar la muerte misma y eligió este lugar para llevar a cabo su ritual.

Elizabeth bajó la mirada, notando algo en el suelo: una caja antigua, adornada con símbolos similares a los grabados en las paredes. La levantó con cuidado y la abrió lentamente. En su interior, encontraron un diario amarillento, cubierto de polvo y de páginas desgastadas por el tiempo.

Miguel tomó el diario, hojeándolo. —Esto podría contener las respuestas que necesitamos.

Mike asintió, observando la caja con atención. —Es probable que este diario sea la clave para entender quién era realmente El Hombre... y cómo podemos vencerlo.

Mientras hojeaban las primeras páginas, el silencio de la cámara fue interrumpido de repente por un murmullo sibilante. Las luces de las linternas parpadearon, y un escalofrío recorrió la sala. Un eco familiar resonó en las paredes, y la risa fría y distante de El Hombre llenó el aire, como si estuviera observándolos desde las sombras.

—Bienvenidos... —susurró una voz profunda, resonando en la cámara—. Ustedes son los primeros en mucho tiempo en encontrar este lugar. He esperado tanto por esto...

La voz de El Hombre se elevó, riendo con desprecio. Miguel levantó su linterna, buscando en la oscuridad algún rastro de la figura, pero no había nada allí. Sin embargo, el eco de la risa continuaba, llenando sus mentes de una creciente desesperación.

—¿Por qué sigues huyendo, Mike? —susurró El Hombre, su voz cargada de malicia—. Tú sabes que no puedes escapar de mí. Todo este tiempo... ha sido por ti.

Mike sintió que la furia y el miedo se entrelazaban en su interior, pero se mantuvo firme. —No me someteré a ti. No dejaré que uses mi vida para tu venganza.

El Hombre rió nuevamente, y su presencia pareció intensificarse. —Tú no tienes opción. Ya estás marcado, y no importa cuánto resistas. Al final, tú y yo somos lo mismo. Lo entenderás cuando sea demasiado tarde.

De repente, la voz se desvaneció y la sala cayó en un silencio absoluto. Elizabeth, aún sosteniendo el diario, respiró profundamente, intentando calmar su acelerado corazón.

—Tenemos que encontrar una forma de detenerlo —dijo, mirando a los demás con resolución.

Tomás asintió, mirando el diario como si fuera su última esperanza. —Este diario es lo único que tenemos. Si logramos entender qué lo mantiene aquí, podríamos destruir su poder.

Miguel, sosteniendo la linterna con manos firmes, agregó: —Entonces debemos leer cada palabra. Él quiere jugar con nosotros, pero no le daremos el gusto. Si estamos unidos, tenemos una oportunidad.

Con el diario en sus manos y la determinación de enfrentar la oscuridad, el grupo regresó a la oficina, sabiendo que los secretos de aquel libro serían clave en la lucha contra El Hombre.

help me the revenge of the puppetsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora