LA UNION

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La noche había caído, y la casa estaba sumida en un silencio inquietante. Mike había decidido instalar un colchón en la oficina subterránea para que Elizabeth pudiera descansar cerca de ellos. Aunque el lugar aún estaba impregnado de un aire ominoso, la presencia de su esposa le daba un sentido de calma. Miguel había asegurado que estaría cerca, listo para cualquier eventualidad.

Mientras Mike preparaba el colchón, Miguel revisaba las cámaras de seguridad que habían instalado. Las pantallas parpadeaban, mostrando los diferentes ángulos de la oficina y los pasillos. Mike sintió que, aunque la noche prometía ser larga y peligrosa, al menos estaban mejor preparados que antes.

De repente, una de las pantallas comenzó a mostrar una imagen distorsionada. Una marioneta en forma de zorro, dañada y con un aspecto aterrador, comenzó a moverse. Los ojos de Mike se abrieron de par en par mientras observaba cómo la marioneta se acercaba a la cámara, arrastrándose lentamente, como si buscara algo.

—¡Miguel! —exclamó Mike, señalando la pantalla—. ¡Mira eso!

Miguel se acercó rápidamente a la pantalla, y su expresión se tornó grave.

—¿Qué demonios es eso? —preguntó, su voz tensa.

—No lo sé, pero tenemos que cerrar la puerta del pasillo. No podemos permitir que se acerque —dijo Mike, su corazón latiendo con fuerza.

Miguel se movió rápidamente hacia la puerta del pasillo, la cerró con un fuerte golpe, asegurándose de que estuviera bien sellada. La marioneta zorro comenzó a golpear la puerta con una fuerza inusitada, y el sonido resonó en toda la oficina.

—¿Qué está pasando? —preguntó Elizabeth, despertando de su sueño sobresaltada. Su mirada estaba llena de miedo, y Mike se apresuró a tranquilizarla.

—Todo está bien, Liz. Solo es una marioneta, pero tenemos todo bajo control —le aseguró, aunque la preocupación en su rostro no podía ocultarse.

Pero antes de que pudiera decir más, una marioneta de Alan, una de sus favoritas, apareció en la pantalla. Era una marioneta de madera con una expresión amigable, aunque su aspecto estaba desgastado y roto por el tiempo. La marioneta parecía cobrar vida, su voz resonando en la habitación.

—¡Ayúdenme! —gritó, su tono lleno de urgencia—. El Hombre está aquí, y no está solo. ¡Tienen que actuar!

Mike y Miguel intercambiaron miradas de incredulidad, y Elizabeth se inclinó hacia adelante, fascinada y aterrorizada al mismo tiempo.

—¿Cómo es posible? —preguntó Mike, su mente tratando de comprender la situación.

—¡Él es el que controla a las marionetas! —explicó la marioneta de Alan, su voz temblando—. El Hombre está buscando a Mike, lo quiere a él, y si lo dejan entrar, ninguno estará a salvo.

Miguel se puso de pie, su mirada fija en la pantalla.

—Necesitamos un plan —dijo, su voz resonando con determinación—. No podemos dejar que El Hombre entre. Mike, ¿hay alguna forma de bloquear la puerta del pasillo aún más?

—Sí, hay algunas sillas y una mesa cerca —respondió Mike, dirigiéndose rápidamente a la esquina de la oficina. Juntos, comenzaron a apilar los muebles en la puerta, asegurándose de que fuera lo más fuerte posible.

Mientras trabajaban, la marioneta de Alan continuó hablando, tratando de guiarlos.

—Tienen que mantenerse unidos. Si se separan, estarán en peligro. ¡Él se alimenta de su miedo!

Con cada golpe que la marioneta zorro daba en la puerta, el sonido resonaba más fuerte, llenando la oficina de un eco inquietante. Mike sintió cómo su corazón latía con fuerza, la adrenalina corriendo por sus venas mientras luchaban por mantener la puerta cerrada.

—¡No podemos dejar que esto nos paralice! —gritó Miguel, decidido—. Debemos estar preparados para lo que venga. ¿Tienen algún arma?

—Solo un hacha que encontré en la oficina. No es ideal, pero servirá —respondió Mike, buscando en un cajón. Sacó el hacha y lo sostuvo con firmeza.

—Yo tengo mi arma —dijo Miguel, mostrando su pistola, su expresión de determinación nunca había sido tan clara.

—¿Qué hacemos si logran entrar? —preguntó Elizabeth, su voz temblando.

El Hombre puede intentar entrar, pero no dejaremos que eso suceda. Juntos, vamos a enfrentarlo —dijo Mike, mirando a su esposa y a su amigo, sintiendo la fuerza de su unidad.

Con cada golpe de la marioneta zorro, la tensión en el aire aumentaba. Sabían que la confrontación estaba cerca, y que su valentía sería puesta a prueba en los momentos venideros. No estaban solos, y esa era su mayor fortaleza. Mientras se preparaban para la batalla que se avecinaba, la voz de la marioneta de Alan resonó una vez más, recordándoles que su lucha no solo era por su propia vida, sino por la del futuro que estaban a punto de construir.

—¡Manténganse juntos y luchen! —gritó la marioneta, su presencia un faro de esperanza en medio de la oscuridad que se cernía sobre ellos.

help me the revenge of the puppetsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora