𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 | 𝐥𝐬 | 𝐁𝐃𝐒𝐌 | 𝐃𝐃𝐋𝐁

3

Harry se despertó aquella mañana con una sensación de opresión en el pecho, como si el aire en su habitación fuera más espeso de lo habitual. Se dio vuelta en la cama y miró a través de la ventana, donde la luz del sol apenas comenzaba a iluminar la ciudad. Aunque parecía un día más, sabía que las horas que venían lo pondrían a prueba de maneras que no quería enfrentar. La ansiedad, como siempre, estaba ahí, acechando cada pensamiento, cada respiración.

Se sentó en la cama y se frotó la cara con las manos, como si pudiera borrar el cansancio emocional de la noche anterior. Las imágenes de la cena con Louis y Zayn seguían rondando en su mente, pero no eran esas que lo atormentaban ahora. Era algo mucho más profundo. Harry no podía dejar de pensar en su conversación con Liam antes de ir a dormir, sobre lo que había sentido cuando Louis le había hablado, y sobre lo que aún no podía entender: su propio miedo a vivir, a ser él mismo, a mostrarle a los demás lo que llevaba dentro.

Liam siempre había sido su refugio, pero en los últimos tiempos, Harry había comenzado a preguntarse si él, alguna vez, sería capaz de ser algo más que una sombra en la vida de las personas que amaba. La sensación de no ser suficiente lo ahogaba. La inseguridad y el miedo se habían convertido en una constante, y él sentía que, por más que Liam estuviera ahí, nada podía calmarlo realmente.

En ese momento, escuchó el sonido de la puerta abriéndose suavemente. Era Liam, como siempre, que sabía cuando Harry necesitaba espacio y cuando necesitaba compañía. Sin preguntar, Liam entró y se sentó en el borde de la cama.

—Haz, ¿cómo te sientes hoy? —preguntó Liam, con voz suave pero preocupada.

Harry levantó la vista, pero en lugar de decir algo, se quedó en silencio, mirando a su amigo. Liam le dedicó una sonrisa cálida, la misma que siempre le había dado cuando Harry estaba en sus peores momentos. A veces, esa sonrisa era todo lo que Harry necesitaba para sentir que no estaba solo. Pero en ese momento, las palabras que Harry quería decir estaban atrapadas en su garganta.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Harry se dejó caer hacia atrás sobre la almohada. Cerró los ojos, pero las lágrimas comenzaron a acumularse detrás de sus párpados, como si todo el peso de su dolor se hubiera liberado en un solo momento. No podía evitarlo. Ya no podía seguir conteniéndolo.

Liam se quedó mirándolo en silencio, sin presionar, pero con la comprensión de que algo estaba a punto de romperse. Con una mano, Harry se pasó las yemas de los dedos por los ojos, intentando detener las lágrimas, pero no podía. Las emociones habían estado retenidas por tanto tiempo que cuando finalmente salieron, no había forma de detenerlas.

—Haz, ¿quieres hablar de ello? —preguntó Liam, su tono lleno de cuidado.

Harry respiró profundamente, pero no respondió de inmediato. Sabía que lo que sentía era más complejo que cualquier palabra que pudiera expresar. A veces, la ansiedad era tan fuerte que parecía que iba a consumirlo todo. Y había días en los que sentía que no podía seguir adelante, que su miedo a no ser suficiente lo estaba destrozando.

—Es... es todo tan difícil, Liam —dijo finalmente, con la voz quebrada. El sonido de su propia voz, tan vulnerable, lo sorprendió, y eso solo hizo que las lágrimas vinieran con más fuerza.

Liam se inclinó hacia adelante, sin decir nada, y le pasó una mano por el cabello con un gesto que Harry reconocía bien. Era el tipo de gesto que Liam hacía cuando sabía que Harry no quería hablar de lo que sentía, pero también cuando Harry necesitaba que alguien estuviera allí, sin juzgar. Liam nunca lo había presionado a hablar, pero siempre estaba listo para escucharlo cuando se atreviera.

—No entiendo por qué me siento así todo el tiempo —continuó Harry, su voz casi inaudible—. ¿Por qué no puedo dejar de sentirme tan... roto? Como si nunca fuera suficiente, como si siempre estuviera fallando en todo.